Prefacio

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Miraba al suelo...

sin poder ver nada por culpa de las lágrimas que no dejaban de correr sin descanso.

Aquello no debía acabar así, al menos no lo tenía planeado. Hace rato que dejé

de escuchar sus voces, hablaban de mí, lo sé... "¡Sal del callejón, huye!"

me gritaba mi subconsciente. Oigo sus risas, deben de ser seis o siete y

me acorralan contra la oscuridad de la noche... no sé qué hacer. Mis manos

agarran con fuerza mi falda nueva...

-Miradla, está buena, coño.-Le oigo decir a uno de

ellos.-Creo que me la voy a follar.-Retrocedo hasta encontrarme con la pared a mi espalda, aún con la cabeza

gacha.

-¿Está sola?-Pregunta otro. ¿Es que no tenían suficiente

con joderme a mí? ¿Tenían que buscar a otra pobre chica?

-Eso parece.-El que primero había hablado se acerca un poco

más.-Vigilad si viene alguien. Acabaré rápido.

Me agarró del pelo y tiró hasta que mis ojos entraron en

contacto con los suyos. ¿Y así iba a acabar todo? MI rostro inexpresivo le

devolvió la mirada. Total, ¿luchar? ¿Para qué? ¿Para qué mi madre me diga otra

vez que soy rara, que me diga que no soy más que una aberración de la

naturaleza? O mejor, luchar para que mis compañeros de instituto vuelvan ha

darme una paliza a la salida todos los días, para que me tiren al suelo y

encierren en los baños... No, no quería luchar. La mierda de vida que llevaba

no merecía la pena, quizás aquellos imberbes acabasen con ella.

-¡Coño! Tío mira esto. Esta tía tiene los ojos de diferentes

colores.-Otro de los chavales se acerca y me agarra de la barbilla obligándome

a girar el cuello en su dirección.

-Joder... qué asco está estropeada. Bah...-Me suelta tan

bruscamente que casi pierdo el equilibrio.-Da igual, fóllatela de una vez, que

no vamos a llegar al partido.

-Me portaré bien pequeña.-Me informa el otro cogiéndome las

muñecas con una mano y alzándolas por encima de mi cabeza. Apoya su

cuerpo contra el mío movilizándome por completo contra la húmeda pared. Me lame

el cuello y busca el borde de mi falda.-Que suerte que lleves falda, ¿No crees?

Había dejado de llorar, ya ni siquiera era consciente de la realidad que me rodeaba. Noté

como su mano libre recorría mi cintura y luego mis caderas. Noté su erección

contra mi pierna y luego su lengua recorriendo el escote de mi camisa negra.

Quizás solo deba dejarme llevar... quizás hoy sea el día de mi muerte.

De pronto el hombre que

me aprisionaba desaparece y yo me desplomo contra el suelo. Escucho un quejido

y el crujir de una cabeza al estamparse contra el suelo. Y al alzar la vista le

veo a él. De pie, junto a un hombre que esputa sangre. Me mira decepcionado y

con odio. Va vestido de negro, y en la poca penumbra de la noche distingo sus

ojos grises... fríos y calculadores. ¿Quién es él? ¿Por qué me ha salvado?

-¡Hijo de puta!-Grita

otro de mis atacantes.- ¡Estás muerto!

Se abalanza contra él,

pero con tan solo dos movimientos rápidos para esquivar las envestidas y una

patada lateral lo derrota junto al otro. En apenas unos segundos más hizo lo mismo

con otros dos que decidieron que había sido suficiente y huyeron con el rabo

entre las piernas junto al resto de la pandilla. Se vuelve hacia mí y frunce el

ceño, parece enfadado.

-Gra...gracias.-Consigo

articular con dificultad.

Me tiembla todo el

cuerpo, tengo la blusa rasgada y la falda subida hasta la cintura, casi no me he

dado cuenta de nada.

Me apoyo contra la pared, ahora es lo único que me parece

seguro. El chico se acerca a mí. Parecía tener uno o dos años más que yo, pero

su mirada seria le hacía mucho más viejo.

-¿Es que no pensabas defenderte,

Even?-

Le miro asustada. ¿Cómo

sabía mí nomhbre?

Forget [Sin terminar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora