Capítulo 3: "Myositis"

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-Even.-No sé cuanto tiempo había estado en el limbo. No tenía ni idea de donde había estado mi mente,

pero la simple mención de mi nombre me sacó del trance.- ¿Puedes continuar leyendo, por favor?

Bajo la mirada hacia mi libro de Literatura, abierto por la página del índice. ¿Qué estaba haciendo en clase?

-¿Va algo mal?-Alzo de nuevo la mirada de forma lenta y pesada. La profesora me miraba por encima de sus diminutas gafas.

-Yo...-Tartamudeo en un susurro.-Creo que no me encuentro bien.-Sentía la mirada de mis compañeros sobre mí, pero seguramente serían de asco u odio.

La profesora de literatura, la señorita Smith, era una mujer joven, con el pelo castaño y rizado y unos enormes ojos negros que, ahora mismo, rebosaban preocupación. Era una de los pocos profesores que me trataba como el resto de alumnos. Recuerdo que cuando llegó para sustituir al antiguo profesor de literatura, me miró a los ojos y dijo: Espero grandes cosas de todos vosotros.

-¿Even? ¿Me estás escuchando?-Cuando vuelvo a la realidad Smith está enfrente de mí, con los brazos cruzados y las gafas en la mano.

-No...-Susurro. Dudo si me escucha, porque como era de esperar me sentaba en la última fila y sola. Nadie quiere acercarse a un bicho raro.

-Decía que si necesitas ir a la enfermería.-La profesora es amable y buena. Una de las pocas personas que me hablan mirándome directamente a los ojos. O mejor dicho, una de las pocas personas que me habla.-Está bien.-Tomó mi silencio como una afirmación a su pregunta. Se gira hacia el resto de la clase y alza la voz.- ¿Puede alguien acompañar a Even a la enfermería?

Miro a la gente y no veo más que risas mal disimuladas y gestos de asco. Mis compañeros se esconden o giran la cabeza para evitar mi mirada. El silencio duele.

-No es necesario.-Recojo las pocas cosas que hay repartidas sobre mi mesa y las meto en mi ajada mochila.-Puedo ir yo sola.

-No sé. Estás muy pálida.-Me levanto y le dedico una sonrisa de agradecimiento.

-De verdad, creo que solo es cansancio.-Me mira unos segundos en silencio, pero finalmente cede.

-Está bien, si hay alguna complicación dile a Sarah que me llame de inmediato.-Sarah era la enfermera. Me acompaña hasta la puerta del aula y yo asiento casi sin pensar en lo que me dice.

Al salir de allí recorro un tramo del solitario pasillo hasta encontrar un hueco entre dos hileras de taquillas. Me acomodo en aquel recoveco y dejo caer la cabeza hacia atrás. Algo no iba bien conmigo. Sin quererlo mis ojos se posan en el reloj del pasillo.

12:45. Jueves 4 de Noviembre del 2005.

-¿Jueves?-Susurro con una sonrisa irónica.- ¿Quién se ha llevado mi Miércoles?-Sacudo la cabeza en un intento de librarme de aquella extraña sensación.

Saco mi libreta de la mochila y busco los últimos apuntes, quería comprobar algo. Paso las hojas hasta dar con la última escrita. Tenía fecha del viernes pasado.

-No es posible... ¿Qué hecho durante toda la semana?-Al cerrar la libreta algo resbala entre sus hojas cae en mi regazo. Recojo unas delicadas y pequeñas flores de color azul. Tan solo tenían 4 pétalos y en el centro un poco de amarillo.- ¿Qué es esto?

Lo peor no era que no recordaba las flores o el momento en el que las recogí, lo peor de todo era que cuando las miraba mi corazón se encogía y mi respiración se agitaba en sobremanera.

Asustada y entrando en pánico cerré la mano entorno a aquellas flores y las lancé lejos de mí. Me levanté de un salto y tiré el cuaderno contra la pared, haciendo que algunas hojas sueltas revolotearan por el pasillo sin control.

-¡Devuélveme mi tiempo!-Le grito al reloj del pasillo, como si él tuviese la culpa de lo que me pasaba.-¡¡Devuélveme mis recuerdos!!-Las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas. Por primera vez en mi vida tenía miedo de verdad.

Era extraño, no estaba asustada de nada ni de nadie. Nunca le he temido a la oscuridad o la muerte. No tenía nada en que temer, pues no tenía nada por lo que vivir. Pero en estos momentos sentía el sudor frío en mi frente, el corazón a mil y la adrenalina circulando por mi sangre, preparándome para lo que pudiese venir. Tenía miedo, lo reconocí de inmediato... Y este miedo solo podía significar dos cosas: Una; había encontrado algo a lo que temer o dos; había encontrado algo por lo que vivir. Y sinceramente, no estaba segura de que opción me aterraba más.

Me dejé caer de rodillas en medio del pasillo. Me abracé a mí misma y lloré sin consuelo... necesitaba algo... necesitaba un abrazo o un simple: "todo saldrá bien"

-Todo saldrá bien, Even. Tranquila.

(...)

Abrí los ojos con dificultad. Estaba hinchados, como de esas noches que te pasas llorando y las lágrimas se te secan en los parpados. La oscuridad en mi cuarto es total. Aún debe de ser de noche. Me estiro y cojo mi móvil para ver la hora. Las 02:43 de la mañana. Miro al techo, buscando el sueño de nuevo, pero este se me escapa. De nuevo, esa sensación, algo se me escapa.

Me incorporo de golpe, estaba en el instituto... hace unos segundos estaba a punto de ir a la enfermería. ¿Qué ha pasado entre medias? Salgo de la cama y corro a mi escritorio, enciendo el flexo y descuelgo el calendario de mi pared.

-Vale, Even, relájate... Intentemos no perder la cabeza.-Me digo a mi misma para intentar calmarme.-Bien, si hago un mapa de mis recuerdos encontraré algo que coincida... un patrón... -Intentaba mantenerme cuerda, no quería acabar como mamá.

Me sitúo frente al calendario y cojo un rotulador rojo para empezar a marcar los días.

Rodeo el viernes 29 de octubre y anoto: es el último día que cojo apuntes.

Luego en un margen del domingo 31 escribo: solo recuerdo el día en la biblioteca, la vuelta a casa está confusa.

Miro el Sábado 30: Último día que recuerdo por completo. Me levanté a las 8:00, desayuné, estudié historia hasta las 12:00 bajé a comer sola... mamá, papá y Rox estaban en casa de unos amigos en una barbacoa. Subo y estudio literatura hasta la mitad de la tarde más o menos, luego dedico el tiempo que me queda para ver la peli de Donnie Darko. Todos vuelven a las 22:00. Duermo hasta el día siguiente.

Lunes 1: Rox me despierta, papá me grita e insulta, mamá me mira con asco y voy al colegio. Doy Matemáticas, lengua e Historia, tras el almuerzo me encierran en el baño, no recuerdo nada más de ese día.

Martes 2: Me despierta Rox, le pregunto qué día es... creo que aquí empiezo a ser consciente de mis lagunas. Me visto lo más rápido que puedo y... Nada, ni siquiera recuerdo salir de casa.

Me rasco la cabeza confusa y rodeo el jueves.

Jueves 4: No recuerdo levantarme y de alguna manera llegué al instituto. Lo último que recuerdo es a la señorita Smith acompañándome hasta la enfermería... Creo, ¿Llegué a la enfermería sola o con ella?

Miro el miércoles, totalmente en blanco. Algo no va bien, algo... quizás...

-Enana, come algo o te vas a consumir.

Rox está sentada a mi lado, comiendo una hamburguesa mientras que mamá y papá se sientan en frente sin mirarme. Así eran las cenas... todas las noches. Miro mi plato, casi vacío. ¿Por qué estoy comiendo hamburguesa? ¿Cuándo he empezado?

-Por cierto, me han llamado esta mañana del trabajo.-Rox habla con la boca llena mientras gesticula con las manos de forma exagerada.-Me han cogido para el puesto, creo que empiezo el lunes. Que ganas que pase el finde.

-Enhorabuena, hija. Me alegro mucho.-Papá la dedica una sonrisa cálida y esta se derrite tan rápido como apareció cuando sus ojos se posan en los míos.- ¡Te he dicho que no me mires! ¡Me das asco con esos ojos!

De inmediato bajo la mirada, es mi culpa, no debía haberle mirado. Cuando levanto otra vez la cabeza veo el calendario sobre mi escritorio. Sostengo el rotulador rojo en la mano derecha y en la izquierda una pequeña flor azul de cuatro simples pétalos. En el calendario señalado el día Domingo 7 de noviembre.

-No llegues tarde, te estaré esperando...-Reflejado en espejo de mi habitación unos profundos ojos grises.

Forget [Sin terminar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora