Capítulo 1: Océano

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-Even, despierta o llegarás tarde al instituto.-Era la voz de mi hermana mayor. Pero ¿Dónde estoy? ¿He regresado a casa?

Siento todo mi cuerpo adormecido, tengo la sensación de que no responderá ante mis impulsos.

-¡Even! ¡Levántate niña inútil!-Abro los ojos de golpe al sentir los porrazos en mi puerta. Ese era mi padre, insistiendo como todas las mañanas. Me incorporo poco a poco y noto como la cabeza me da vueltas. Siento la boca seca y me escuecen los ojos. Tengo una extraña sensación de haber olvidado algo.

Con demora me levanto poco a poco de la cama, y mirando al suelo me dirijo al cuarto de baño para asearme como cada mañana. Me miro al espejo y suelto un suspiro al ver mí reflejo; y de nuevo como cada mañana es decepcionante.

Mi pelo es castaño y completamente liso, sin ningún volumen me llega hasta los hombros. Mi rostro es anguloso y con una fina barbilla bajo unos labios carnosos. Pero lo que más odiaba de todo eran mis ojos. Esos malditos ojos dispares que se ocultaban tras unos pómulos hundidos por el cansancio. Mi ojo derecho: Azul claro, mi ojo Izquierdo: Ámbar. Soy propietaria de lo que se conoce como Heterocromía.

-¡Even! ¡Cómo vuelvas a llegar tarde al colegio te dejo sin cenar una semana!

-¡Ya voy, papá!-Le respondo a través de la puerta del cuarto de baño. En mi casa o gritas o no hablas el mismo idioma.

Tras vestirme con unos vaqueros viejos y largos y una camiseta demasiado ancha para mi cuerpo de niña, bajé a la cocina para encontrarme con mi madre aún en camisón.

-Buenos días.-Saludé como de costumbre, pero mi madre ni me miraba a la cara. Se sentaba en una de las desgastadas sillas de madera, agarrando con fuerza una taza de humeante café (seguramente diluido con vodka). Me acerqué para coger una tostada y casi me caigo por estar mirando al suelo. Es una costumbre que adquirí con el tiempo, a la gente les incomodan mis ojos, así que para evitar molestar a nadie me paso la mayor parte del tiempo mirando al suelo o esquivando miradas.

-Buenos días, Enana.-Me saluda mi hermana mayor revolviéndome el pelo como siempre.- ¿Has decidido ir de mendiga?

-Muy graciosa, Rox.-Le respondo con ironía. Rox, mi hermana, la única persona que me trata con normalidad y no como un adefesio, un monstruo de la naturaleza... simplemente una más, siento que con ella puedo ser... yo misma.- ¿y tú? ¿Has decidido ir de puta a tu entrevista?

-Tengo que causar buena impresión.-Se acerca a la pequeña tele que hay sobre la encimera y la enciende. Lleva un top ajustado rojo con demasiado escote y una falda plisada con muy poca tela. La verdad no sé de dónde saca esos trapitos.-Aunque las putas no estén bien reconocidas, siempre habrá alguien que las cobije.-Le dediqué una sonrisa y me comí la tostada a pequeños bocados mientras escuchaba las noticias.

Rox revoloteaba alrededor de la mesa como un colibrí. Era mucho más alta que yo y tenía unas curvas de infarto, tenía un bronceado natural y unos grandes ojos marrones (los dos ojos del mismo color, por supuesto). La verdad es que no nos parecíamos demasiado. Ella era extrovertida, graciosa y sociable. Mientras que yo simplemente me limitaba a no molestar a nadie.

-..."una banda de pandilleros han sido encontrados inconscientes en una calle del norte de la ciudad.-Escucho la monótona voz de la presentadora de las noticias.-Al parecer se disponían a cometer un infracción cuando alguien les detuvo. Los mismos miembros se entregaron a la policía alegando querer huir del supuesto justiciero. Uno de ellos decía: Prefiero estar entre rejas que dejar que eso me toque. Deportes: Los Chicago White Sox ganaron el partido de la...-Dejé de escuchar en cuanto empezaron los deportes. En lo que se refiere a hacer ejercicio prefiero correr.

Era lo único que me mantenía con ganas de seguir viviendo. Correr con música, simplemente correr hasta que me fallen las fuerzas o se acabe el mundo, lo que ocurra antes.

-Me voy, llegaré tarde a la entrevista.-Dice Rox dejando la taza de café sobre la mesa.-Mamá, acuérdate de que esta tarde tienes sesión de grupo y Kelly ha llamado diciendo que se pasará a recoger los libros que te dejó.

-Vale.-Responde mi madre sin inmutar el rostro.-Adiós.-Rox se inclina y le da un beso en la frente, pero como si le hubiera soplado un colibrí, mi madre no reacciona.

-¡Roxan, llegarás tarde!-Le grita mi padre desde el coche a la vez que toca el claxon.- ¡No puedo esperarte eternamente, tengo una reunión a primera hora!

-¡Voy!-Me levanto de golpe con mi mochila vieja al hombro.

-Salgo contigo, espera.-Le pido mientras engullo como un pavo lo que me queda de desayuno. Rodeo la mesa y hago el ademán de darle un beso a mi madre, pero ella se aparta y se encoge como si fuera un perro zombi con rabia y esputando gusanos.

-Adiós, mamá-Me despido a pesar de todo.

-Vamos, Enana, si no te das prisa esta noche te haré trencitas.-Sé que Rox lo dice para distraerme pero no lo consigue, solo logra que piense un poco más en el miedo que le provoco a mi propia madre.

(...)

La mañana en el instituto no transcurre con muchos incidentes, al menos hasta la hora del almuerzo, en la que (como no) una "amigas" me encierran en el cuarto de baño que apesta a pis.

Suspiro y bajo la tapadera del váter para sentarme y rogar que algún profesor entre en los aseos de los alumnos. Algo prácticamente imposible ya que los profesores tenían su propio aseo, con espejo, jabón, olor a rosas... Ninguno tendría un solo motivo para entrar aquí.

-¿Hola?-Pruebo a ver cómo suena mi voz en el silencio de la estancia. El eco me resulta extraño.- ¿Ayuda? ¿Alguien? ¿No?

Suspiro por cuarta vez y saco El guardián entre el centeno de J. D. Salinger. Es un libro que me gusta tener siempre a mano. Lo he leído por completo unas tres veces y poco a poco voy leyendo partes que me gustan. Sin querer me puse a leer en voz alta.

-..."pero no me escuchaba. Así que pasé un rato sin hacerle caso. Sólo bailamos. Jo, cómo bailaba aquella idiota. Buddy Singer y su apestosa orquesta tocaban Jus One of Those Things y ni siquiera ellos podían destrozarla del todo. Era una canción preciosa. No intenté hacer ninguna exhibición mientras bailábamos, odio a los tíos que se ponen a hacer un montón de florituras solo para lucirse, pero la moví todo lo que quise y ella me seguía perfectamente..."-Hice una pausa porque me pareció escuchar algo.- ¿Hola? ¿Hay alguien?-No hubo respuesta. Negué con la cabeza y seguí con mi lectura, esta vez en voz baja.

Escuché unos pasos sobre los charcos del agua acumulada bajo los lavabos. Guardé el libro e intenté mirar por debajo de la puerta y me tapé la boca ahogando un grito al ver aquello.

No era de este mundo, ni siquiera tenía con qué compararlo. Su cuerpo era completamente negro y se posaba sobre cuatro fuertes patas. Debía medir lo mismo que un león. Su cabeza era triangular y tenía una cola que me recordaba a la de un lagarto. ¿Qué clase de bicho era ese?

Con mucho cuidado me subí a la tapa del váter y rogué porque no me buscar a mí. Escuché un gruñido y vi su sombra frente a mi puerta. Me temblaron las rodillas y un sudor frío recorrió mi frente. Escuché como se giraba el seguro de la puerta. Cerré los ojos no quería mirar. Sentí como la puerta chirriaba al abrirse lentamente. Contuve la respiración y...

Forget [Sin terminar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora