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Estúpida Karen, no comprende lo que acaba de hacer, fue un error de ella haberme dicho que ya no existían tallas más grandes del vestido, idiota, me dijo en mi cara que era tan tan tan gorda que no me entraba ni la talla más grande del modelo, maldita.
No se que sucede conmigo, aunque Karen es mi amiga de hace mucho tiempo me enfade, me enfade, estoy muy enfadada con ella. No me importó si era o  no mi amiga, pensé todo lo que antes mencioné de ella.
Pero no importa, que ni me vuelva a dirigir la palabra, ni que me insista pidiendome perdón por lo que vi por que no la voy a perdonar, que se vaya al infierno. Tal vez no debí gritarle en su cara que era una fácil, lesbiana zorra y que se fuera al infierno, pero no importa, ella inició.
Genial, ahora por mi capricho acabo de perder a una de mis amigas, ella, que me apoyo cuando Albert me rechazó, cuando me dio el porque, cuando me dio argumentos de porque no me amaba tanto como yo a él, ella mi amiga experta en ropa, Que conocí debido a eso, a que por mi depresión iba diario a comprar ropa, ella.
Una semana después de lo sucedido con Albert, Karen ya me tenía identificada, para ella yo era la chica obsesiva con la ropa que compraba todos los días al menos una blusa y que ademas con el dinero que gastaba le pagaba el sueldo. Era viernes precisamente, inicio del fin de semana, todos saldrian, se divertirían, yo iría a comprar ropa. Estaba buscando un short para el entonces verano de hace 2 años, pues el calor era inmenso, y yo no lo soportaba, pues sudo grasa por todas partes, en especial de las piernas, necesitaba uno, aún que ya tenía como un centenar más aguardando en casa para jamás volver a ser usados en casa. Entonces ahí me encontraba, rebuscando entre estante y estante, sin encontrar nada cuando llegó Karen, amable, como su cara expresaba por esos días.
-Hola señorita ¿como esta?, ¿la puedo ayudar en algo?, ¿busca una prenda en especial? Me hablo con el mismo tono de voz que tienen las presentadoras de un infomerciales. Después de hacerme las preguntas, me gire para observarla, la examine de arriba a abajo con la vista, ella debió darse cuenta porque enseguida se miro a sí misma y pregunto: ¿ocurre algo con mi atuendo señorita? -
- No. - Le respondí sin algún mínimo sentimiento en mi voz. <Pero muy seguramente algo debe pasar con tu vocabulario por que repites señorita demasiadas veces>. Pensé para mi misma.
Ella aún no me veía del todo, había visto la facha en que andaba por detrás. Pants deportivo morado, camiseta sin mangas Rosa fosforescente, manchada de algunas gotas de salsa de tomate por pizza que pedí esa mañana, era un completo desastre gracias al insensible de Albert. Aún no me veía el rostro, pálido, sucio, con bolsas negras colgandome en los ojos, ahora si ya era un verdadera cara digna de la depresión. Cuando finalmente decidí verle la cara ella se puso como en blanco. Borro su bella sonrisa forzada, por una mueca de tristeza y después quitó esta por una de preocupacion, yo empecé a ver borroso, sentí dar vueltas y ganas de vomitar dando fuertes arcadas pero aún así intentando hacer que mi cerebro controlará mi estomago para no devolver la pizza en el cuerpo de Karen que se había posado frente a mi preguntando:
"¿Señorita, se encuentra bien?, ¿señorita?" - repitiendolo en un tono desesperado y preocupado. Era lo único que decía, tantas veces me lo dijo que mis dientes estaban apretados fuertemente por la rabia de esa estúpida palabra. Enseguida un ardor en mi cráneo se hizo presente pués mi cabeza rebotó contra el suelo como balón de Basketball, iba aumentando y con ello también mi mala vista que en tan sólo un instantes había vuelto borrosa. Entonces todo se apagó.

No se cuanto tiempo paso pero lo que recuerdo es que empece a ver una luz Blanca muy apagada, que se acercaba rápidamente a mi. En mi interior deseé estar muerta, pero después mi visión fue más clara, No era un maldito túnel, aún no había dejado de existir, era la luz de una pequeña lámpara que asesinaba mis ojos, también pude notar que había un olor muy peculiar que puede ser tal vez uno de mis favoritos, Karen tenía en mi nariz un algodón pequeñito con alcohol del 96, lo cual hizo que reaccionará rápidamente, finalmente abrí bien mis orbes, parecía más triste que recién desmayada.
Karen y el que sostenía la lámpara me levantaron del suelo, tal vez debió ser una odisea para ellos, pero nunca me lo hicieron saber. Karen me dijo lo que sucedió, también que estuve muerta por 10 minutos. Ella pensó que lo estaba. Me pregunto que si quería llamar a mi doctor o a un familiar tenía la libertad de hacerlo desde su lugar de trabajo, no lo hice. Entonces ella comenzó a hablar con un tono dulce y cálido al que no puse mucha atención ni a lo que decía porque me sentía como si fuese pequeña. Cuando mamá me mimaba al estar enferma y para reanimarme ponía voz de niñita de dos años acompañada de una serie de cosquillas con un desayuno que constaba de Hot Cakes, huevos y tocino. Extrañaba mucho esos días, pero se habían marchado ya hacia muchos años atrás. Karen me hizo varias preguntas cliché como: ¿Estas bien?  ¿que es lo que sucede? ¿Es personal? ¿puedo ayudarla a resolverlo? Claro que yo no quise aceptar, pero sin mi consentimiento mi cabeza asintió levemente. Mi mente pudo hacerme no vomitar, pero ¿no podía ordenarme decir que no ? Se lo conté todo, (gracias cerebro por ser tan abierto con el mundo respecto a mis secretos)  ella fue la primera en saber lo que sucedió, mi pequeña tragedia, el porque asisto día a día a comprar ropa. Mi depresión estuvo compartida con la única amiga que conocí hasta el momento y ella me comprendió y apoyó cuando nadie más lo hizo. No. No puedo echar por la borda 2 años de sincera amistad por un vestido. Iré con ella y le pediré que me disculpe, así sea de rodillas.
Yo estaba fuera de la tienda, como esperando una reacción de mi cerebro, como poniéndome en duda el entrar o no en la tienda, mi orgullo moriría. Pero al menos recuperare a mi amiga. Voy a entrar. Me decidí.
Empuje la gran puerta de cristal hacia dentro, de nuevo estaba en la tienda, quería regresar al exterior, ya no quería pedirle disculpas. Mi mente es tan bipolar. Me pare en secó en medio del área de perfumeria, pensando otra vez lo que debía hacer, ya no tenía ganas de complicarlo más, así que decidida, acudí al lugar de trabajo de Karen caminando siempre imponente, sin sentir alguna pena. Iba a enfrentar los echos y lo haría ya mismo.  Llegué y ella estaba sentada dando la espalda a cualquier persona que llegará, oí sollozos, estaba llorando, no pensé que fuera tan sensible, digo es una machorra; ni siquiera estaba enterada de que tenía sentimientos. Puse mis manos sobre su espalda, volteó y me vio, desconcertada, con la cara mojada de tanto llorar, me sentí mal, peor aún que cuando recordé que ya no tendría amigos, no pensé en ella, en su sentir, en todo lo que puede estar pensando de mi. Ahora estaba muy mal.
-Karen, sé que fui tonta, se que actúe mal, mi tamaño siempre ah sido un problema, porque mirame, no puedo comprar el vestido que me gusta por toda la grasa que llevo dentro.
Karen sacó una sonrisa pequeña mientras sacaba una lágrima gigante de sus bellos ojos azules, tan azules que parecían un espejo, en el que se veía tristeza y se reflejaba la maldad pura pero gorda.
-Karen, lo que quiero decir es...-yo tenía mis manos sobre sus hombros-. Que no puedo dejar a la única amiga que eh tenido en el mundo, tu eres muy importante para mi en varios aspectos, eres experta en ropa, lo cual a mi se me hace genial porque así tu y yo tenemos de que hablar, eres sencilla y bellísima, además ni se hable de lo buena que eres escuchando. Karen eres la persona que nunca tuve en mi niñez para jugar al té, a las muñecas o incluso al soccer, Perdóname ahora tu a mi, perdón por haberte herido, por haberte gritado y por ser como soy.
Baje la mirada al suelo. Karen con su dedo índice levantó mi cabeza y de repente me vi atrapada entre sus brazos, sentí extraño, pero lo dejé pasar sólo por el hecho de que fui en extremo grosera con ella. Su abrazó era débil, pero cálido, real, capaz de hacerte volar en un mundo de paz color Rosa donde sólo estábamos ella y yo. Finalmente me soltó, aún llorando me dijo que estaba perdonada, pero que no volviera a ser estúpida. Nos reímos las dos. Le dije que necesitaba un hermoso vestido para una cena que tenía esta noche, ella se limpió las lágrimas de su rostro y me dijo que ella se encargaría de buscar algo para mi. Me tomó de la mano y fuimos caminando a todas las secciones de ropa, una por una hicimos prácticamente el inventario, todas tenían al menos dos conjuntos que me quedaban, finalmente reunimos 3 vestidos formales, 5 Vestidos para salir a un lugar lindo pero no fino y 2 blusas de la parte informal lo más formales que encontramos, corrimos hacia los vestidores y yo me puse cada cosa y lo modele para Karen, ya casi mi había puesto todo, sólo quedaban dos vestidos de gala, uno por uno desechamos los que no estaban de acuerdo a mi perfil ninguno hasta ahora me quedo bien para hoy, desanimada me puse uno de los dos vestidos sobrantes, salí y en tan sólo un instante Karen esbozo una sonrisa de asombro y dijo: es este.
Me despedí de Karen contenta y agradecida, hizo mucho por mi hoy, lo mínimo que podía hacer era invitarla a comer algún día, y así lo hice, fui a mi auto deje el vestido que estaba envuelto en una bolsa en el asiento trasero, conduje como 8 kilómetros (tal vez mas) para llegar al SABEDA. Salón de belleza para Damas. El mejor salón de belleza para gordas, te hacen lucir bien, con estilo, y te suben un poco la autoestima al saber que tu no estas tan gorda como las otras chicas o señoras que van llegando. Entre al gran establecimiento donde están todos los asientos ocupados, y la sala de espera esta repleta de obesas como yo. No tenía mas que hacer cuando recordé que si. No tenía zapatos nuevos, ¿como podía ir a la cena con Alan sin nuevos tacones?, No. No correre el riesgo de que Alan me vea usando antigüedades. No. Iré a la zapatería.
Sali dirigida hacia mi auto, me subí, conduje aún más tiempo, ya estaba ahora más alejada de mi zapatería favorita, el camino se hizo largo y tedioso por el estúpido trafico, como una hora después llegué al lugar. Por fuera parece ser un lugar barato, no tiene una muy buena pinta, pero por dentro la cosa cambia.
Un mundo perfecto al abrir las puertas, zapatos. Zapatos por todas partes,de piso, de tacon, bellísimos, donde los mejores diseñadores presentan su calzado. Donde ningún par cuesta menos de $100 dólares.
Fui en busca de un par que impactará. Que hiciera decir a Alan: oh pero que bella mujer, uh, al igual que su calzado. Apenas entré llegó una rubia platinada, cuerpo esbelto, buen trasero, de esas a las que tanto odio por ser más delgadas que yo, lo digo y lo diré, envidio eternamente las delgadas. Maldita. Sólo con verle el rostro me enteré de algo. Es pedante, Si quiere algo lo obtiene y no parece ser del tipo que se intimida por chicas como yo. Es una de esas ricachonas engreidas que nadie soporta. Que tiene el ego más arriba de lo que puede subir un avión. Que como toda chica mala de película barata es sexy, rubia y además siempre trae dos secuaces torpes a su lado.
La inspeccioné con la mirada desde mi lugar, trae unos jeans ajustados, tacones con plataforma, alta,ojos azules, una modelo de pies a cabeza. Luego simplemente lo dejé pasar, no podía ponerme mal cada vez que mis orbes verdes vieran una mujer con cintura perfecta. Aún que tengan mejor cuerpo que el mío, se que al menos yo no podría ser así de sangre pesada, mala con los demás, eso me animó.
Decidí dejar de pensar y ponerme a buscar el calzado perfecto.
Par tras par los fui rechazando,hasta que el sol iluminó un par bellísimo, el destino predijo que ese par era para mi, < me los llevo> pense para mis adentros. Me dirigí hacia donde se encontraban, caminando con la seguridad de que nadie más los tomaría, sin embargo fui lenta porque eran míos, llegue, tome el primero y...

Inside DarkDonde viven las historias. Descúbrelo ahora