Ya han pasado dos días de viaje, puedo sentir el dolor de mis pies trepando por mis piernas y sé que mis muñecas tendrán cicatrices permanentes por las ataduras.
Estos días han sido los más rutinarios de mi vida, caminar, detenernos a comer y dormir, seguir avanzando.
No puedo evitar estremecerme cada vez que el viento sopla, a pesar de que me han abrigado, las pieles no son suficientes para este frio clima.
Siento que a cada paso, mis pies quedaran atrapados en la nieve y el hielo me sepultará, pero entonces, un tirón de cuerdas o una mirada de advertencia hacen que el odio resurja junto con la determinación.
Voy a matarte, voy a matarte.
El viento sopla con fuerza en la Meseta de Yhak, puedo sentir una tormenta de nieve acercarse y sé que no soy la única al ver al caballo comenzar a tirar de las riendas para retroceder.
—¿Qué le pasa? —pregunta el hombre furioso, intentando controlar al animal.
Comienzo a abrir los ojos con preocupación mientras unas nubes negras aparecen en el horizonte, dirigiéndose directamente hacia nosotros, truenos que hacen vibrar la tierra sobre la que estamos parados y viento que nos hace retroceder llaman por fin la atención del jinete que rápidamente hace girar su montura preparado para escapar.
—vamos, sube niña—me insta, puedo notar su miedo por la forma en la que constantemente dirige su mirada hacia la tormenta.
Pero ya es demasiado tarde para eso.
—baja, tenemos más posibilidades de vivir si me sigues—grito, intentando que mi voz se escuche sobre el viento.
Con un poco de fuerza, rompo lo que quedan de mis ataduras y comienzo a correr hacia la tormenta.
Puedo sentir las garras del viento helado cortar mi cara, pero el deseo de vivir es más fuerte que el dolor.
Antiguas voces resuenan en mi mente, guiándome a un lugar seguro.
Cuando volteo hacia atrás, veo a Taryas siguiéndome con las riendas del caballo en una mano, es difícil ver mucho más adelante, por lo que cierro los ojos y dejo que mi cuerpo me guie.
—¿Cómo conoces este lugar? —pregunta el hombre detrás de mí.
Abro los ojos, y no le contesto.
Los golpeteo nervioso de los cascos del caballo sobre la piedra llenan el silencio.
Nos encontramos en una gran cueva de piedra negra, fuera, todo está blanco y el viento silba furioso.
—estaremos a salvo. —digo intentando reprimir los recuerdos, aunque uno escapa.
—En las Cuevas de Obsidiana siempre estarás a salvo y encontraras un hogar Enya. —sus ojos ámbar brillaban a la luz del fuego mientras me observaba, yo asentí y la abrace con cariño.
Cierro y refriego mis ojos para quitar el recuerdo de mi mente.
—esto es obsidiana—exclama sorprendido el hombre mientras toca la piedra suavemente son sus dedos. —increíble—susurra.
Siento a alguien observándome y cuando miro hacia arriba, estoy a punto de ahogarme ante el peso de la mirada de Taryas, aparto mis ojos de inmediato y me alejo un poco.
La cueva no es muy profunda y tiene salientes afilados de los que hay que tener cuidado, es oscura y su color negro no ayuda mucho, el hecho de que no haya desperdicio de animales es algo bueno, ya que indica que no hay peligro.
Me siento en una parte de suelo plano y abrazo mis rodillas intentando entrar en calor.
Observo todo en silencio, Taryas está al lado del caballo, tranquilizándolo mientras lo alimenta con carne, el hombre está examinando con cuidado las paredes de la cueva y yo intento reprimir cualquier recuerdo que este lugar provoque en mí.
Veo algo moverse por el rabillo de mi ojo y hacia allí dirijo mi vista, sin embargo, no veo nada diferente, cuando vuelvo mi vista al frente vuelvo a notar una extraña ondulación, llena de curiosidad me muevo lentamente hacia allí.
Cuando miro sobre mi hombro, ninguno de los hombres me está prestando atención ya que están demasiado ocupados con lo que tienen entre manos, así que me deslizo rápidamente hasta llegar al lugar donde la piedra parece cobrar vida.
Estiro mi mano y no alcanzo a tocar la fría piedra, cuando la ondulación vuelve a repetirse, solo que no es la roca, sino un animal.
Vuelve a batir sus alas lentamente, estas lanzan pequeños destellos violetas y yo quedo fascinada ante la delicadeza del animal.
—es una mariposa Ónice—dice la voz del hombre detrás mío—¿ves cómo se mueve lentamente? Está comenzando a extinguirse, cuando muera, se convertirá en parte de la roca.
—¿esta cueva está hecha de mariposas muertas? —pregunto aun observando los detalles del esbelto animal.
—por supuesto que no, se necesitarían cientos de ellas, esto fue obra de un dragón de Obsidiana, hace muchísimo tiempo, puedes como cientos de mariposas apagadas están aquí, atestiguando el paso del tiempo—dice señalando el techo y paredes del lugar con admiración.
Sin embargo yo pierdo rápidamente el interés y vuelvo mi atención a la mariposa que ya comienza a transformarse, al principio es como si fuese a alzar vuelo otra vez, sin embargo poco a poco comienza a quedarse quieta, hasta que queda completamente inmóvil, transformándose en roca.
Suspiro maravillada mientras acaricio suavemente los bordes afilados de las alas, teniendo cuidado de no cortarme.
Alguien se aclara la garganta y escucho los pasos del hombre alejarse.
—Es hora de seguir—dice una voz y me giro mirando sorprendida a Taryas.
Sin embargo, él ya está caminando fuera con el caballo
Avanzo hacia la entrada y tengo que proteger mis ojos, por un segundo, había olvidado lo blanco y frio que era el mundo en realidad.
Mis pies se hunden en la blanda nieve, el sol brilla plateado sobre mi cabeza, iluminando con su fría luz toda la meseta.
Algo golpea mi cara y oscurece todo por un momento, lo alejo asustada, es piel de lobo, suave y plateada.
—vamos, tenemos que llegar antes de que otra tormenta comience. —El hombre ya sostiene las riendas del caballo y me observa por un momento—¿Qué esperas? Será mejor que te abrigues, tenemos que continuar.
Comienzo a avanzar detrás del caballo, intentando pisar los mismos lugares que este para evitar hundirme.
Avanzamos a un ritmo algo lento, sin embargo para el mediodía ya puedo escuchar el sonido de carretas y picos rompiendo el hielo, a medida que vamos acercándonos, también puedo comenzar a ver los deslizadores trabajando sobre el lago Astir.
Lo que quiere decir que ya estamos cerca del castillo.
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Reina de Hielo //Pausada//
AdventureEn un reino lejano, donde el hielo reclama lo que es suyo y no hace distinción entre hombres y bestias. Un torneo que elegirá al próximo dirigente está en marcha. Una rebelión se planea en silencio. El mundo helado reclama sangre. ¿Te atreves a part...