Capítulo 3

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Puedo sentir la felicidad filtrarse en mi cuerpo cuando por fin toco suelo firme luego de dos días de pura nieve blanda.

Avanzamos bajo las miradas de todos los ciudadanos y puedo sentir mi piel comenzar a erizarse, mis piernas ya están preparadas para correr al callejón más cercano en busca de algo de oscuridad y alivio.

Podría hacerlo, sé que soy más rápida que ellos, y puedo esconderme fácilmente en uno de esos rincones oscuros.

Comienzo a retroceder lentamente, pero una mirada de Taryas me detiene en seco.

—Nauzet, viejo amigo tanto tiempo sin verte, estábamos esperándote—un hombre se aproxima al jinete con paso rápido y sonrisa en su rostro, tiene la nariz roja y una barriga amplia.

—Hor, hermano—dice sonriendo el hombre mientras baja del caballo y le tiende las riendas a Taryas.

Esta es mi oportunidad.

—¿esa es la última? —pregunta Hor mirándome, me congelo en mi lugar, sintiéndome como un animal atrapado.

—sí, es la del pueblo Kesiyss, la graf.

—excelente, supongo que ya estamos todos los de la meseta—dice frotando sus manos—vamos a descansar un poco antes de partir—comienza a caminar hacia lo que parece una taberna—espero que no te haya causado muchos problemas, al menos no tuviste que tratar con el hijo de un noble.

Nauzet ríe y me mira sobre su hombro—no te quedes ahí parada, ve con Taryas a llevar el caballo a los establos y luego únanse a nosotros.

Comienzo a avanzar hacia Taryas desconfiada, quiero huir, pero al mismo tiempo hay algo que me detiene.

Camino junto al caballo en silencio, mirando de reojo al animal que resopla mostrando sus afilados dientes.

Entramos a los establos que se encuentran al lado de la taberna, el piso es de tierra recientemente removida para evitar que se congele y vuelva resbalosa, puedo ver el hielo en la madera que separa los caballos, lo huelo mezclado con el desperdicio de los animales, a pesar de que aquí está más cálido, siempre está presente.

—yo no escaparía si fuera tu—me advierte Taryas mientras ata el caballo y le acerca alimento.

Lo observo estrechando mis ojos desconfiada—no puedes decirme que hacer.

Él clava sus fríos ojos azules en mi—te ofrezco otra opción.

Desvío mi mirada hacia el piso y pateo un poco de tierra antes de volver mi vista hacia él—¿cuál?

Él sonríe—solo un poco de ayuda en algo, ya te lo diré cuando sea el momento, pero necesitas mantener esto en secreto.

Asiento—¿y que recibo yo a cambio?

—¿Qué es lo que quieres?—pregunta.

Un lugar parpadea en mi mente, es difícil de acceder allí sin el equipo apropiado, un equipo que es demasiado costoso para mí, para cualquiera en realidad. —comida y un equipo completo, con todo lo necesario para sobrevivir a tormentas de nieve—respondo fijando mi mirada en la suya.

El alza una ceja pero se limita a responder—hecho.

No pregunta nada y no hablamos más mientras volvemos a la taberna.

Puedo escuchar conversaciones ruidosas y risas ebrias antes de que Taryas abra la puerta y entremos. Dentro, una gran barra se extiende a lo largo del local, un par de mesas rectangulares se distribuyen por el lugar y unos muy ruidosos clientes agitan sus jarras derramando alcohol bajo la tenue luz de las velas, todo parece estar construido con madera y metal.

Reina de Hielo //Pausada//Donde viven las historias. Descúbrelo ahora