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El reloj sonó a las cinco de la mañana, que era la hora que había puesto para levantarse. Tenía muchas cosas que recoger en maletas y en cajas, y la noche anterior, tras haber ido a buscar a Isaac y lograr lo impensable, que su padre no se diera cuenta de que su hijo había metido un omega de la calle en casa, y tras convencerlo después de varias horas suplicando que le dejara quedarse con Susi, había podido irse a dormir. Apenas había descansado, pero lo que sí sabía era que había dormido mejor que nunca.

Porque había dormido con Isaac.

Al principio cuando se despertó estaba totalmente confuso, ya que el atronador ruido de la alarma de su móvil lo sacó de su casi inconsciencia. Estaba tan agotado que parecía haber estado en coma. Luego miró extrañado el brazo que lo cubría parcialmente y que reposaba sobre su pecho, y al mirar a su lado no pudo evitar soltar una palabrota al no esperarse ver la cabellera de rizos de un omega que conocía muy bien.

Cuando pudo tranquilizarse, cosa que le costó bastante después del susto, sonrió estúpidamente, aprovechando que aún no se había despertado y no podía meterse con él. Su aroma lo envolvía y hacía que se sintiera tranquilo y relajado, por lo que cerró los ojos y sin quererlo, se quedó dormido de nuevo.

La alarma volvió a sonar a las cinco y media, y él la volvió a apagar. Decidió que no se dejaría llevar de nuevo por el sueño que intentaba arrastrarlo, y zarandeó levemente a Isaac para que se levantara y -más importante- lo soltara.

—Isaac —murmuró dándole golpecitos con el dedo índice en la mejilla. Le tapó la nariz y le abrió los párpados, ganándose un gruñido molesto del de rizos y que éste girara la cara para que no lo molestase más—. Yo también quiero quedarme durmiendo, pero te recuerdo que tenemos que ir con Susi a su casa. ¿O es que quieres quedarte a solas con mi padre?

—Si es la mitad de sexy que tú, me quedo con él —dijo con voz somnolienta, abriendo un ojo y mirándolo con expresión divertida.

—Muy gracioso. Levanta.

—Lo hago porque yo quiero, no porque seas alfa.

—Qué rebelde —repuso Jackson poniendo los ojos en blanco—. No te he gruñido para que te lo tomes como una orden.

—Bueno, yo me imagino que me gruñes, porque siempre tienes ese molesto mohín cuando hablas conmigo.

—¡Yo no tengo...! —Isaac le dio con el dedo en el entrecejo y luego en la barbilla.

—Mohín.

—Vale sí, pero porque me sacas de mis casillas.

—Admite que me has echado de menos.

—Te he echado de menos —comentó encogiéndose de hombros—, creía que era obvio. Ayer nos metimos en un barrio donde no éramos bienvenidos sólo para buscarte.

—Me siento honrado. ¿O era orgulloso? Bah, es tan temprano que ni sé cómo me siento —murmuró Isaac levantándose y estirándose como si fuera un gato—. ¿Puedo ducharme?

—Sí, pero toma la ropa —dijo abriendo el armario y sacando ropa de calle. Esperaba que aunque Isaac fuera más alto, le quedaran bien aquellos vaqueros.

—¿No quieres volver a verme desnudo?

—Llevo teniendo pesadillas desde entonces —se burló el rubio dejándole la ropa en las manos—. Date prisa, que también me quiero duchar.

—Podrías ducharte conmigo —propuso Isaac con media sonrisa, ganándose los ojos en blanco de Jackson.

—Prefiero ir a por el desayuno. No te ofendas, pero es que ya te he visto desnudo. No tengo más que ver.

Saviour [m-preg]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora