Dos profecías al día, la clave de la alegría

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TYLER

Puñeteramente típico. Acababan de hacer una gran profecía asesina en la que está involucrado de lleno... y le mandaban a hacer tiro con arco con la cabaña siete.

Se dio con el arco en la nariz. La flecha se le disparó hacia arriba y casi le da a una lechuza en un árbol (ni la lechuza y los campistas de Atenea lo aprobaban) y le rozó la cabeza a Will Solace, el capitán de la cabaña de Apolo. En definitiva, cualquier sitio menos la diana. Will ni siquiera se enfadó, y le dijo que a él tampoco se le daba bien, que no pasaba nada. Eso le hizo sentir un poco mejor.

Después de eso, decidió no volver a acercarse a un arco jamás, o sería un peligro para la humanidad, y no precisamente por sus dotes para ello.

Estaba pensando en hacer una lista de objetivos cumplidos, en plan: ¿Matar a un bicho enorme? Hecho. ¿Llegar a un campamento de semidioses que pensaba que se podía convertir en su hogar? Hecho. ¿Hablar con su padre? Hecho. ¿Soñar con un espantapájaros rubio? Hecho. ¿Casi matar a la gente con un arco? ¡Hecho!

En lugar de eso, decidió ir al establo de los pegasos.

Eran preciosos. La mayoría eran de color blanco puro, bastante bonitos. Había algunos color canela, y uno negro entero. Este movió la cabeza y relinchó.

-Quieren azucarillos.-dijo Becca a sus espaldas. Tyler dio un salto y se dio en la cabeza con el techo del establo.

-Joder, que susto. ¿Cómo sabes que quieren azucarillos?

Becca se encogió de hombros, sonriendo.

-Puedo hablar con ellos. Casi me da algo antes cuando se pusieron a llamarme jefa y pedirme Donuts.-señaló a uno de los blancos, el mas grande.-Ese es Porkpie. Le caes bien. Dice que hueles a manzana.

Tyler se rió y le lanzó un azucarillo a Porkpie. Le acarició el lomo. Porkpie relinchó de gusto.

-Este es BlackJack.-Becca señaló al negro.-Es el pegaso de Percy. La yegua de ahí es Beyoncé.-señaló al pegaso de color canela.-Es nueva. Le he puesto yo el nombre. Me ha cogido cariño porque le he quitado una piedra que tenía clavada en uno de los cascos. Me ha "adoptado".

-Muy original el nombre.-ironizó Tyler, riéndose.

Becca se rió también, aunque no parecía tener ganas de hacerlo. Su expresión estaba llena de... ¿miedo? Becca nunca había tenido miedo. La había visto pelear, gritar, hacer la idiota, gastar bromas, robar, reír, desplumar a extranjeros jugando al póquer y al pinacle (larga historia), e incluso llorar. Con él, no escondía cuando estaba triste, a diferencia de con los demás. Pero nunca demostraba tener miedo de nada. Era una de las virtudes que le habían llamado la atención desde el principio, además de que no se rendía fácilmente. Era una de las virtudes por la cual le gustaba estar con ella.

-¿Qué te pasa?-le preguntó. Le estaba preocupando.

-No me pasa nada, estúpido. Estoy bien.

-Nunca creí que podrías mentir tan mal, chica delfín.-Tyler la agarró con suavidad de los brazos. Pensó que ya podrían hacer unos establos mas grandes. Tenía que estar inclinado para no darse en la cabeza con el techo. Ojalá fuera mas bajito.

Becca y él estaban a unos centímetros nada más. Eso nunca le había incomodado, pero desde hacía un tiempo, cada vez que pasaba, sentía un extraño cosquilleo en el estómago.

Becca miró al suelo lleno de heno.

-No me pasa nada.-dijo ella poniendo una mueca de dolor.

Tyler aflojó el agarre de los brazos de Becca. Ella llevaba la sudadera de los Yankees lavada. Levantó las mangas (con Becca protestando) , y vio la piel roja y con algunas pompas y pequeñas heridas, como hubiera tocado algún objeto que quemara terriblemente.

La Batalla del OlimpoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora