NICO
Nico tenía unas súbitas ganas de ir a por su querida prima nueva y llevársela de los pelos al campamento allá donde estuviera.
Llegar a California no fue un gran desafío. Simplemente, cada uno se apeó a un caballo, Hazel a Arión y el resto a sus pegasos, aunque los pegasos no apreciaban mucho a Nico. El problema era que Arión no podría aguantar corriendo a mucha velocidad, y tenían que cruzar todo el país, además de que los otros no podían su ritmo, porque esos pegasos habían estados lesionados hacía poco tiempo. Becca se había llevado a la que mejor en forma estaba, una yegua joven y bonita que había llegado una semana antes al campamento, por lo que estaba segura de que llegaría bastante antes que ellos si no sufría contratiempos por el camino.
No llegaron a San Francisco hasta el amanecer del día siguiente. Habían tenido que hacer como cuatro paradas, una porque Tyler casi se cae de Porkpie del sueño, otra para comprar donuts para los pegasos, otra porque Jason había encontrado a Tempestad, su caballo-espíritu de la tormenta, y envió a su pegaso de vuelta al campamento, y otra porque Arión necesitaba alimentarse y descansar un rato. Había cruzado todo el maldito país. No podía culpar al pobre, la verdad. Suficiente le estaban haciendo pasar.
Finalmente, cuando el Monte Tamalpais estaba prácticamente bajo sus pies, el sol ya estaba fuera y ascendía en el horizonte. Percy veía no demasiado lejos un autobús escolares lleno de estudiantes.
Si hubiera sabido que pasaría con ese autobús después, no habría entrado nunca a esa estúpida fortaleza.
—¿Por qué huele a pastillas para la tos?—Tyler frunció el ceño. Annabeth, Thalia, Jason y Percy negaron.
—Son eucaliptos. Con ellos se hacen las pastillas para la tos. Yo hice la misma pregunta la primera vez que vine al monte.—comentó Percy, mientras aterrizaban.
—Mirad.—dijo Jason.—Se hace real.
Nico miró a su alrededor y se dio cuenta de lo que se refería. Una fortaleza de piedra se erigía ante ellos. Parecía una ilusión. Pero sin embargo, se hacía más real a medida que miraban, a cada segundo.
—¿Qué significa eso?—preguntó Tyler.
—Significa que es verdad. Cronos ha vuelto.—dijo Thalia, con la mirada sombría.
—¿Y cómo entramos todos?—preguntó Hazel.
—Tú no entras.—dijo Percy de inmediato.
—¿Qué? ¿Por qué no?—protestó la misma.
—Annabeth, Thalia, Jason y yo lo hemos hablado por el camino. Solo necesitamos que pasen cinco, y que dos se queden fuera por si los otros no pueden salir vayan a buscar ayuda al Campamento Júpiter.
—¿Y por qué tengo que ser yo una de los dos?
—Porque ambos lados necesitan un hijo del inframundo que viaje por las sombras.—explicó Annabeth.—Y tú eres romana y centurión además, así que en tu campamento te harán más caso que a Nico.
Hazel parecía querer contradecirles, pero tenían razón. Suspiró, y los miró a todos.
—En cuanto al otro que se queda conmigo...
Thalia habló entonces.
—Habíamos pensado en alguien rápido, que se sepa defender, pero... el que menos experiencia tenga en esto de las guerras olímpicas. Y ese es...
Todos miraron entonces a Tyler. Este se dio cuenta y negó con la cabeza.
—Ni hablar, tío. Becca puede estar ahí dentro. No me voy a quedar aquí fuera. Ni lo penséis.
ESTÁS LEYENDO
La Batalla del Olimpo
FanfictionUna nueva profecía. Quince semidioses lucharán contra Cronos de nuevo en el Olimpo. Al final, el destino del Olimpo y del mundo, volverá a estar a manos de un solo héroe. ****** Lo que menos se imaginaban Becca y Tyler era eso: ser semidioses. Tod...