Abro el segundo cajón de mi repisa y empiezo a revolver todos los libros que tengo ahí, buscando mi anuario de secundaria. Hay visitas en mi casa y mi madre me pidió que lo buscara. Tomo el dichoso libro e intento ordenar de nuevo mi cajón.
— ¡Amy, ¿lo encontraste?! —grita mi mamá desde el piso de abajo.
— ¡Voy para abajo! — contesto, cierro mis cajones y camino esquivando todas las cajas con mis cosas, tablas de madera y herramientas que están tiradas gracias a la remodelación , salgo de mi habitación. Camino por el pasillo y paso por el cuarto de mi hermano menor, continuo mi camino hacía abajo.
Llego a las largas escaleras blancas de mármol en las que solía bajar jugando a ser una princesa, empiezo a bajarlas trotando hasta que casi llego abajo. Levanto el libro enseñando que lo traigo. Me distraigo y piso mal, como las escaleras son de mármol me resbalo, traigo las manos ocupadas y no puedo sostenerme. Debido a mi intento por detenerme, mi cabeza se golpea con la baranda, intento mantener el equilibrio y caigo en las escaleras, mi cabeza se vuelve a golpear con el filo de un escalón.
Todo esto pasa en menos de cinco segundos y nadie reacciona hasta que estoy en el suelo, no salen las palabras de mi boca, ni siquiera puedo abrirla. Un dolor punzante recorre mi cabeza.
— ¡Amy! — escucho que mi mamá grita y todos se acercan.
Veo sus caras, pero no las reconozco. Los miro mientras ellos hablan, pero no conozco a nadie. Un hombre me levanta y siento que algo gotea, me carga y algunos corren afuera. Un chico corre a nuestro lado.
— No cierres los ojos, Amy. — dice el chico que corre a nuestro lado. No sé quien es Amy, ni quién es él. El chico sigue hablando pero no le entiendo nada. Me acuestan en algún lugar y todos están sentados. Todo se agita a mi alrededor, se nubla y cada vez se vuelve más y más oscuro.
Algo gotea en mi cabeza, siento que gente me agita por los hombros, me golpean suavemente en la mejilla y eso me causa mucha desesperación pero no puedo moverme ni quejarme, todo se oscurece más.
Con mucho esfuerzo volteo hacía arriba y veo al mismo señor que me cargó hace rato. Me golpea la frente y eso me hace reaccionar.
— ¿Quién soy? — me pregunta, yo intento hablar pero no puedo, pienso lo que quiero decir pero no sale de mi boca, mis ojos pesan cada vez más e intento no cerrarlos. Las personas a mi alrededor balbucean, me dicen cosas pero no entiendo nada, escucho mucho ruido y sigo sin entender que es lo que pasa mientras todos se vuelve más oscuro. Tengo ganas de gritar, de golpear a todos pero nada sale de mi boca y no controlo mi cuerpo, no puedo moverme. Me vuelven a cargar pero esta vez cierro los ojos y me olvido de completamente todo.

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Cartas a Amy Parks.
Lãng mạnAmy Parks es una chica talentosa, afortunada y muy feliz. Cuando sufre un accidente algunas cosas en su hermosa vida cambian aunque ella no lo recuerde y ese es el problema, no lo recuerda.