Nada que esconder.

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¡Despierta! —grita mi hermanito que está sentado sobre mi en mi cama. Volteo a ver mi mueble, son las 6:30 de la mañana.

— ¿Qué haces aquí a esta hora? — le pregunto medio molesta tapándome la cara con las cobijas.

Él me destapa la cara y yo gruño, se me queda viendo mientras se ríe. — Es lunes, hay que ir a la escuela. — me contesta burlándose de mí mientras me avienta otro cojín encima, él tampoco parece muy feliz de volver a la escuela.

— Yo entro hasta la próxima semana. — me volteo para acomodarme y volver a dormir.

— Pues mi papá me dijo que tú me llevarías, él no puede y mamá tampoco. — dice en forma de burla — Tienes veinte minutos para alistarte, mueve ese enorme trasero. — dice y me da una nalgada. Muevo mi cadera como un gusano hasta que escucho un golpe en el piso y el grito de mi hermano.

Me empiezo a reír al verlo tirado, él se levanta y sale del cuarto azotando la puerta mientras yo me sigo riendo, me levanto y me baño en tiempo récord, me pongo ropa no muy formal y me hago una coleta.

Mi hermano ya está terminando de desayunar cuando bajo, tomo mi celular todo destrozado y mi dinero, espero a que baje de lavarse los dientes y nos vamos.

— Me duelen mis pompas. — se queja desde el asiento de a lado de mi.

— Te lo merecías. — digo riendo. Me golpea en el hombro. — ¡Cuidado! Estoy manejando.

— Te quedaste tonta después de tu golpe en la cabeza. — me dice golpeándome en la cabeza.

— Ya vas en secundaria, deberías tener insultos mejores.

— No, yo no digo malas palabras nunca. — volteo a verlo con una mirada incrédula. —Enserio, soy un niño muy propio y respetuoso, traigo a las niñas locas por mi. — bromea y me guiña el ojo, lo cual me hace soltar una carcajada.

Mi hermano es un niño atractivo, es delgado y bastante alto para su edad, tiene unos chinos -parecidos a los de mi madre- color azabache, unos preciosos ojos verdes, su piel es rosada y tiene unas pocas pecas en la cara; tiene un gran sentido del humor, es amigable y muy inteligente. No me sorprendería que fuera el galán de su escuela.

— Yo también fui a secundaria, no tienes nada que esconder. — digo despeinando sus chinos que siguen húmedos, se molesta y se lo acomoda de nuevo e intenta peinarse. Me estaciono en la puerta de su escuela. Una niña morena, bajita, sonriente y bastante linda lo ve y sonríe, se acerca a él le da un beso en la mejilla y se va. Mi hermano voltea a verme haciendo gestos como si no supiera quien es, pero su color rojo en las mejillas lo delata. Llegan unos cinco chicos con él y lo saludan, varios voltean a verme, me sonríen y me saludan pero Jackson les pega, luego se despide de mi.

— ¡A mi no me engañas! — grito por la ventana de mi coche, varias personas me voltean a ver y Jackson finge no conocerme para eso se une a la gente mirándome aunque en realidad no me molesta porque son puros niños de secundaria. — ¡Hablaremos de esto cuando venga por ti! — se voltea, me ignora y camina adentro del edificio, saludo a todas las personas que me estan mirando y les hago una seña para que entren a la escuela mientras ellos sólo se burlan de mi, toca el timbre y todos entran corriendo al gran edificio que alguna vez fue mi escuela; me arranco y voy directo a la plaza para ir a arreglar mi celular.

Le muestro mi teléfono al señor que me está atendiendo, es bastante mayor, tienes canas y unos lentes con un aumento que probablemente a mi me haga ver el futuro, me sorprende que una persona grande pueda arreglar celulares, asiente con la cabeza después de observar mi celular por unos minutos. Me explica lo que tiene que hacer para que quede como nuevo y en cuánto tiempo estará, después le pago y me regreso a mi casa. Desayuno con mis papás y Kendall, luego Kendall se va porque al parecer iba a salir con una chica que conoció hace poco.

— ¿Por qué no podías ir a dejar a Jackson? — le pregunto a mi papá al notar que sigue en pijama. Mi papá es una persona que madruga, le gusta aprovechar el día y verlo en pijama me hace pensar que está enfermo. 

— Ay Jackson. Estaba listo para ir a dejarlo pero me dijo que tú te habías ofrecido a llevarlo, cuando vi que estabas enojada me di cuenta que claramente era mentira. — Me contesta para subirse a arreglar, definitivamente tengo que hablar con Jackson sobre muchas cosas.

Jane, mi mejor amiga me escribe -al celular viejo- para vernos, me arreglo un poco pero no tanto ya que ella va saliendo del gimnasio, tomo mis llaves del coche y manejo para ir por ella, luego vamos a un restaurante. Jane no es la típica niña bonita, tiene el cabello castaño, es delgada y alta y tiene unos ojos cafés muy bonitos y aunque parece ser una persona superficial en realidad es demasiado humilde, lista, comprensiva, sencilla, amorosa, se preocupa por los demás y todas esas cosas la hacen mi mejor amiga.

Platicamos aproximadamente unas tres horas, después cada quien se va por su lado. Voy por mi celular y luego voy por mi hermano a su escuela, cuando llego está hablando con la misma niña así que me estaciono y espero a que se de cuenta que estoy aquí. Después de unos minutos se despide de ella y se sube a mi camioneta. No habla hasta que nos atascamos en el tráfico.

— No me queda de otra, ¿verdad? — yo niego con la cabeza. — Le gustas a mis amigos, es lo más molesto.

— Ignoralos, yo hago prácticamente lo mismo. — nos quedamos callados unos segundos, sólo escuchamos unas cuantas bocinas de autos pero nada más.

— Se llama Samantha es muy bonita, ¿verdad? La conocí mejor en las vacaciones aunque ya iba en la escuela antes. Tal vez en unas semanas le pida que sea mi novia, aunque mis amigos dicen que es tonto porque ya la besé, según ellos ya logré lo que todo hombre quiere y ya puedo ir con otra, nada formal, ¿tú qué opinas?

— Haz lo que quieras, no dejes que tus amigos te digan que hacer, tú a tu ritmo y si quieres algo formal o no, es tu decisión; todavía eres chico y conforme crezcas vas a tener más experiencia. No digo que vas a saber que hacer porque mirame a mi, no tengo novio y tampoco me va muy bien en el amor. — me observa y me analiza. — ¿Qué pasa?

— Quería ver si había algo de tristeza, pero nada hermanita. — me enseña su mano para chocarla y eso hago. — Creí que al entrar a tercero de secundaria todo sería más fácil, ya sabría todo lo que se hace y lo que no y ya no dudaría en nada. Que tontería.

— En realidad, no creo que aunque tengas cincuenta años vaya a ser más fácil, no creo que llegue algún momento de la vida en el que sepas que está pasando y sepas reaccionar, todos estamos aprendiendo y creo que nunca paramos de aprender.

Seguimos platicando un rato en el tráfico o más bien él platica, había olvidado que cuando mi hermano habla no hay desastre natural que lo pare; después de un rato de que él hable sin parar prendemos la música y cantamos. Unos quince minutos después estamos en mi casa. Cuando vamos entrando notamos que el buzón de mi casa tiene la señal de que hay correo nuevo e intento ignorarlo y que Jackson no lo note, pero para mi mala suerte si lo nota.

— Mira Amy. ¡Hay correo! Creo que desde que nací no había, los recibos y todas esas cosas simplemente las ponen bajo nuestra puerta. — analiza en segundos mientras intenta abrir el oxidado y viejo buzón el cual los últimos años ha estado de adorno, al abrirlo causa un rechinido y ambos nos quejamos, después saca la carta y lee lo que hay en la parte trasera. — Es para ti Amy, tiene unas franjas rojas. Ya decía yo que nadie de mi edad escribe cartas, ¿estás bien Amy? — dice entregándome el sobre, al parecer cambió mi cara mientras pensaba: han pasado tres días desde la última carta.

— Sí, todo perfecto Jack. — paso mi brazo sobre sus hombros mientras guardo el sobre en mi pantalón, abro la puerta de mi casa para encontrar a mis padres platicando en la sala, nos sonríen cuando nos ven e invitan a Jackson a sentarse junto a ellos para hablar con él un rato. Jackson les cuenta a mis papás como fue su primer día de escuela, no había notado lo mucho que había crecido mi hermano, no me había dado cuenta que mi hermano ya no era el niño que entraba con su balón a enlodar toda la casa hasta hoy. No puedo creer que no había notado lo grande que es y lo maduro que está ahora.

Voy a mi cuarto para leer la carta, veo que en mi escritorio sigue la primera.

Cartas a Amy Parks.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora