Capítulo 9.

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— Sube, te llevamos a tu departamento. — dice Jos.
— No, si quieres regresen a la fiesta. Quiero caminar un rato, ya sabes, necesito pensar. — Jos asintió.
— Bien, nosotros ya nos vamos, sólo veníamos por un rato, pero si necesitas algo nos llamas, ¿esta bien? — asentí. Me despedí de los dos y camine en dirección contraria al casino.

¿Por qué la felicidad no es permanente? ¿Por qué Bryan y yo nos debemos esconder? ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué es lo que realmente quiero?

Es hora de pensar como es, de ver las cosas como realmente son. Bryan esta por casarse, faltan alrededor de dos meses, él ama a Nath; aunque me diga que esta sintiendo cosas por mí. Él no dejaría todo lo que tiene por mí, yo soy como una simple... ¿"aventura" tal vez?

Pero, ¿qué pasará después de que Bryan se casé? ¿Tengo que hablar con él? ¿Es hora de ponerle un fin? ¿En verdad quiero que esto acabe? Bryan sigue confundido, sé que está decisión de tener algo conmigo lo hizo sólo porque quiso, no porque realmente quiero tener una "relación".

Me doy cuenta de que estoy en una zona de locales, todos están cerrados, al parecer ya es tarde. Me siento en la banqueta, apoyo mi brazos sobre mis rodillas y empiezo a llorar. Minutos después siento a alguien al lado de mí, una chica estaba ahí, me veía curiosa. Entre mis ojos llenos de lágrimas sonreí divertido, eso fue un poco bipolar.

— Hey, ¿estás bien? — pregunta.
— Sí, — contesto secando mis lágrimas. La pude distinguir mejor, la chica tiene piel blanca, sus ojos son grandes y de color miel, su cabello es castaño claro y sus labios son delgados pero bien delineados, la chica es muy linda.
— No es bueno mentir, chico. — dice señalándome con su dedo índice. — Una persona que está bien vestida, sentada en una banqueta a las diez treinta de la noche y aparte llorando, no esta bien, es porque tiene algo. Tus lágrimas son de tristeza, reconozco los tipos de llanto, es algo raro. — rio de ella y la chica sonríe. — Punto para mí, bebes. — levantó sus brazos alegre, ¿a esta que le pasa? — logré sacarte una sonrisa. — eso respondió a mi pregunta interna.
— Supongo que gracias. — digo sonriendo.
— Mi nombre es Emily, — se presenta dándome su mano para que la salude.
— Soy Alfredo, pero dime Freddy. — contesto saludando.
— Bien, Freddy. Vamos a que tomes un café, ¿vale? Necesitas calmarte un poco, aparte ya esta haciendo frío. — se levanta de ahí y me ofrece su mano para ayudarme a levantarme de la acera. Con gusto la tomo y me levanto, noto que trae puesto un uniforme de mesera color naranja y un pequeño mandil blanco que esta amarrado en su cintura, trae unos converse negros y eso hace que se mire tierna. Caminamos por menos de tres minutos, hasta que llegamos a una cafetería, nunca había estado ahí.

— ¡Hey, Josh! — dice Emily al entrar. Visualicé a un chico de espaldas, voltea y la mira sorprendido. El chico es alto, piel blanca, cabello algo castaño y ojos marrones.
— ¡Emily! Creí que ya estabas en tu casa. — dice el chico dejando unas tazas en el mostrador.
— No, quise regresar a hacerte compañía, — agrega la chica riendo.
— ¿En serio? — pregunta el chico.
— No. - contesta ella riendo aun más. — Mira, él es Freddy, — me apunta y sonrío. — Freddy, él es Josh. — hace un movimiento con su cabeza para mostrarme al chico.
— Hola. — saludo sonriendo.
— Hey. — el chico también me saluda.
— Bueno, me das dos cafés americanos, por favor. Mi turno acabó, ahora soy un cliente. — dice alzando sus hombros.
— Bien, toma asiento. — responde Josh. Emily me tomó de la mano para guiarme a una de las mesas, el lugar estaba casi vacío, excepto por una chica que estaba ahí leyendo un libro, con sus audífonos puestos y tomado un café, también había una pareja charlando cómodamente y un chico que estaba en su celular tomando jugo y comiendo un trozo de pastel.
— ¿A qué hora cierran aquí? — pregunté sentándome en una de las sillas.
— En un par de horas más. — contesta Emily sentándose frente a mí. - Si lo dices por la hora y las personas que están aquí, déjame decirte que viven aquí cerca y también porque esta cafetería se llena en el día, es muy pesado pero puedo con todo. — dice haciendo una mueca.
- Así que trabajas aquí, ¿cierto? — pregunto. Ella asiente. Después nadie dice nada, sólo nos quedamos callados, hasta que ella habla.
— Y dime, Freddy... ¿Qué hacías ahí sentado y aparte llorando? — pregunta apoyando sus brazos sobre la mesa. — Pero si no me quieres decir esta bien, no te preocupes. Soy muy curiosa y eso aveces en malo en mí. — agrega apenada.
— No te preocupes, — digo riendo un poco. — No me sentía bien, pero gracias a tí ahora estoy mejor. — comento sonriendole. Ella se sonroja levante y sonríe. Josh llega a nuestra mesa con dos tazas de café humeante. Agradecemos y él se retira.
— ¿Estabas así por alguien? — pregunta tomando un sorbo de café.
— Sí, — conteste bajando la mirada.
— Hey, no te apenes. — dice ella tomándome de la barbilla para levantar mi mirada y verla a los ojos. — A todos nos pasa eso, es algo común entre las personas deprimirse por alguien, pero déjame decirte que todo es más fácil si analizas bien lo que pasa. Siempre me decían de niña que para hacer las cosas bien primero debemos calmarnos, respirar y pensar muy bien en lo que esta pasando y después enfrentar el problema sin salirnos de "quicio", — dijo entre comillas. — Tu sonrisa es muy linda y sonríe hoy, porque mañana te puede faltar un diente. — dijo bromeando, después reímos al unísono.

Platiqué con Emily alrededor de una hora, la chica es demasiado graciosa, sencilla y amable. Después nos tuvimos que retirar porque faltaba muy poco para que cerrarán el local. Ofrecí acompañarla a su casa, ella se negó pero insistí mucho hasta que ella aceptó. Tomamos un taxi, para llevar a Emily a su casa y después para que me llevará a mi departamento.

Llegamos a una casa muy linda, le dije al taxista que esperara un poco, el señor sólo asintió. Al bajar se escuchó a un perrito ladrar, Emily se empezó a reír.

— Es Cheetos, mi perrito. — dijo viendo su casa. Reí un poco. — Bien, debes irte, ya es tarde y si te tardas te cobrarán más.
— Tranquila, no pasa nada. ¿Puedes darme tu número? Me caíste muy bien, espero volver a verte. — Ella saco una pequeña libreta de su mandil blanco y una pluma de la otra bolsa. Anotó su número en una hoja y me lo entregó.
— Fue un gusto conocerte, Freddy. — dijo sonriendo.
— Lo mismo digo, Emily. — contesté besando su mejilla para después despedirme de ella con un abrazo y por último regresar al taxi para ir a mi departamento.

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Algo Casi Imposible. | Breddy Meyva | Donde viven las historias. Descúbrelo ahora