Capítulo 14: Recompensa.

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⚠️TW: CONTENIDO EXPLÍCITO.⚠️
[Injurias, lenguaje soez y escenas sexuales]

–¿Qué pasa?–dije algo seca, frustrada por no saber con que podría vestirme aquella noche.
Andrew no respondió, tan solo rebuscó un poco en los cajones, sacando una blusa negra con bastante escote y unos pantalones apretados de talle alto, también negros. Le miré sorprendida y en su cara se dibujó una amplia sonrisa mientras me vestía.
–Te ves preciosa–el delgado hombre susurró en mi oído, enviando vibraciones por todo mi cuerpo. Terminé por calzar mis pies con un par de tacones que me dejaban casi a la altura de Andrew, quien había comenzado a arreglarse. Mientras me maquillaba, el contemplaba todos mis movimientos, respirando lentamente el perfume que acababa de esparcir por mi piel.
–Ya está–musité, guardando mi maquillaje. Andrew asintió lentamente con la cabeza y bajamos las escaleras.
–Estás preciosa–sonrió, orgulloso de haberme ayudado con mi habitual confusión sobre que ponerme.
–Tú también–le devolví la sonrisa antes de colocar un beso sobre sus labios.
Finalmente, subimos al coche y, tras encender dos cigarrillos, nos pusimos en marcha hacia la ciudad, de nuevo. Sentía los ojos de Andrew sobre mí y el humo invadir el coche, al igual que el silencio. Pero aún sin palabras, sentía su mano acariciar mi muslo de vez en cuando y, al mirarle de reojo, siempre encontraba sus preciosos ojos azules sobre mí. Una vez aparqué el coche, nos encaminamos a aquel antro donde nos conocimos y entramos, abriéndonos paso entre la gente hasta llegar a la barra.
–¿Qué quieres? yo no beberé mucho–suspiró.
–Vodka–le sonreí.
–Lo sabía–murmuró, esbozando una media sonrisa, antes de desaparecer entre la gente.
–Eh, guapa–un hombre se acercó a mí.
Pude observar que era alto, algo menos que Andrew. Su piel estaba bronceada, con un par de tatuajes en el brazo derecho. Vestía con una camisa roja, pantalones negros y zapatos del mismo color. Su cabello, corto y despeinado, era de un oscuro color café, y en sus rostro destacaban unos labios carnosos y un par de ojos verdes, los cuales brillaban por la iluminación de aquel lugar. Le ignoré, esperando a que Andrew volviera.
–Eh, guapa, es a ti–volvió a llamar. Comencé a sentir la sangre calentarse en mis venas al volverme hacia él. Me sonrió, acercándose a mí.–¿no estás un poco sola?–de repente, una figura se acercó por detrás de él. Era unos diez centímetros más alto y mucho más delgado y pálido. Su ropa negra y su pelo, de ese mismo color, caía hacia un lado de su cara, emarcándola perfectamente. Aquellas pupilas como obsidianas destacaban tanto a las espaldas del desconocido que hasta asustaban. Su mano sostenía un vaso, lleno de un líquido transparente y un aro de metal colgaba de su labio inferior, el cual atrapó con sus dientes, frunciendo el ceño según se acercaba.
–No, no está sola.–la grave voz de Andrew sonó por detrás del otro hombre.–¿Y tú eres...?
–Austin, o Carter, como prefieras–el moreno respondió con un aire demasiado altivo para el humor de Andrew.
–No te he preguntado como te llamas, sino quién coño eres.–Andrew rió sin humor, apartándo un oscuro mechón de pelo de su pálida frente.–¿Acaso tines que ver algo con ella?–dirigió sus ojos hacia mí.
–Nó, solo estábamos hablando, ¿verdad?–Austin se apresuró a responder.
–¿Hablando?–Andrew se acercó al hombre de menor estatura.–No le habrás puesto un dedo encima, ¿eh, pedazo de mierda?"
–Andrew, no me ha tocado. No sabe ni mi jodido nombre.–le aseguré. Noté como su respiración comenzaba a agitarse tanto como la mía.
–Eso espero– suspiró profundamente, tendiendome el vaso de vodka.
–Venga ya, ¿por qué no te vas a asustar a los niños por la calle?
–¿Y tú? Por qué no te callas de una jodida vez, ¿eh?–respondí, notando como la ira se adueñaba de mi cuerpo. Tomé de un trago el vaso de alcohol que Andrew me había dado y dejé un billete sobre la barra.
–Oh, ya me callo. ¿No ves cuanto miedo tengo?–se burló. Andrew, enfurecido, agarró a Austin por su camiseta y tiró de él hacia fuera del bar. Les seguí con paso firme, el veneno invadiendo mis venas.
–¿Tengo que meterte el puño por la garganta para que nos dejes en paz? Si tienes ganas de meterte con alguien, que no sea conmigo–le advirtió en un tono de voz severo, bastante irritado a este punto.
–Contigo, pero, ¿y con tu novia? ¡Puta cerda!–antes de que hubiese terminado la frase, Andrew cogió por el cuello de au camisa, atrayéndole hacia el con fuerza.
–¿Qué coño has dicho de mi novia, maldito hijo de puta?–Andrew le amenazó.–¿Qué coño le has dicho?
–Que es una...–Andrew tenía el brazo preparado, levantado en el aire, para impactar sobre él antes de que interviniese yo. Austin cayó de bruces al suelo tras recibir un sonoro puñetazo en la nariz por mi parte.
Sentí la adrenalina recorriendo mi cuerpo y mi corazón se acelaraba al notar aquel familiar ardor en mis nudillos que activaba el placentero dolor que desde hace tanto tiempo anhelaba sentir. Sin embargo, un ronco grito me devolvió a la realidad antes de poder sentir de nuevo aquella irritación en mi piel que tanto ansiaba.
–¡Eh, eh Andrew!–llamé su atención rápidamente.–Déjale, te vas a buscar un problema–le advertí.
–¡Tú le has partido la nariz!–Andrew gruñó sonóramente ante mis palabras, mirando fijamente a  Austin, en cuyo ojo había un moratón.
–Sí, pero de un golpe seco, no de siete.
–No te vuelvas a acercar a ella–Andrew gritó, volviéndose hacia Austin y escupiéndo en el suelo, donde yacía el indefenso cuerpo de Austin.
–Hijo de puta...–murmuró el hombre de menos estatura.
–¿Qué coño has dicho?–los gritos de Andrew sonaban como rugidos. Agarré su muñeca con fuerza antes de que volviese a abalanzarse sonre Austin.
–Más te vale no acercarte a mí–dije en el más siniestro de mis susurros, saliendo de allí con Andrew de mi mano.
–Quiero matar a ese hijo de puta–Andrew gruñó, subiendo al coche y azotando la puerta una vez sentado.
–Cálmate, Andrew–respondí tratando de sonar tranquila, cuando mi sangre hervía dentro de mis venas.
–¡Joder, Ash!
Sus puños estaban apretados con fuerza, tanta que sus nudillos se volvían blancos. Acarició mi mejilla con suavidad, sus manos temblaban por el echo de retener su ira. Mi respiración era agitada por pura irritación pero, aún así, trataba de calmarlo. Noté como las lágrimas se formaban alrededor de su línea de agua. Aunque no era la primera vez que Andrew lloraba por ira pero, aun así, siempre me sorprendía. Gruñó con fuerza, casi rugió.
–Andrew, dios mío–acaricié su cuello.
–¡Joder, maldito hijo de puta!–gritó.–Voy a matarlo... voy a...–le callé con un beso.
–Tranquilo, ¿vale? tienes que empezar a controlarte–dije después de otro beso.
–Admite que tú también estás nerviosa–dijo algo más relajado.
–¿Nerviosa?–reí sin humor alguno.–Quiero arrancarle los órganos uno a uno, Andrew. romperle todos los huesos y hacerle cortes hasta que se desangre–admití, sintiendo como mi respiración se agitaba. Andrew abrió los ojos como platos, asombrado ante mis palabras.–Pero me contengo.
–¿Has oído lo que te ha dicho?–el hombre seguía igual de alterado.
–¡Andrew, joder, cálmate!–grité, pero ni si quiera me escuchó.
–Como vuelva a ver a ese hijo de puta...–arranqué el coche, tratando de ignorarle.–Te juro que no sale vivo, Ash. Como alguien vuelva a decir una sola palabra sobre ti...–rápidamente aparqué en un callejón, siendo la voz de Andrew insoportable en mis oídos.
–¿Vas a cayarte o nos quedamos aquí toda la noche?
–Es que...–posé mis ojos en los suyos y pude ver que estaban tan llenos de ira como los míos.–Quiero matar a ese hijo de p...–corté sus palabras con un beso, el cual fue intensificado por la agresividad que tanto él como yo conteníamos.
Rompí el beso un momento para mirarle a los ojos pero inmediatamente Andrew se abalanzó sobre mí, capturando mis labios en otro apasionado beso, mezclado con ira.  Sus carnosos labios encajaban con los míos a la perfección, mientras que nuestras lenguas luchaban por el dominio. Andrew despegó sus manos de mí, llevándolas hacia mis pantalones y desabrochándolos, tirando de ellos hasta que acabaran en el suelo del coche. Rompió el beso unos minutos, contemplando mi lencería negra de encaje y mordiéndose el labio con fuerza. Una vez me sentía algo más liberada de mi ropa, me moví hacia los asientos de atrás. Andrew me siguió y, una vez allí, me deshice de sus apretados pantalones.
Sentí como su ardiente piel rozaba la mía a modo de caricias y como las llemas de sus dedos se clavaban en mis delgados muslos. Me mordí el labio al  darme cuenta de como su tacto envíaba escalofríos por todo mi cuerpo. Andrew tiró de mi camiseta hasta que esta abandonó mi cuerpo, dejando todo mi torso al descubierto. Esta vez fue él quien se mordió el labio, examinando mi pecho, cubierto por un sujetador de encaje negro, a juego con las bragas que llevaba puestas. Le quité la camiseta con prisas y vi como en sus ojos seguía habiendo cierta ira, agresividad pero, más que nada, lujuria.
Comencé a juguetear con su ropa interior, la única prenda que faltaba para que él estuviese totalmente desnudo, pero se negó a ser el primero.
–No, no, no–susurró, sellando sus ardientes labios contra la fría piel de mi cuello.
Sentí sus labios succionar y mordisquear mi piel suavemente, dejando marcas moradas sobre esta. Sonreí, dejando escapar un gemido, el cual incitó a Andrew a bajar por mi cuello hacia mis clavículas y finalmente, mi pecho. Sonrió sobre este, desabrochando mi sujetador y comenzando a acariciar mis pechos con la lengua. A este punto, mis gemidos resonaban por todo el coche. Me apresuré a tirar de la ropa interior de Andrew, dejándole completamente desnudo, mientras que mis bragas todavía cubrían una parte de mi cuerpo. Andrew siguió haciendose cargo de mis pechos para, después, bajar hacia mis caderas, dejando una hilera de besos mojados sobre mi abdomen.
–"Nunca serás mía, por eso te tendré para siempre"–surró, antes de bajar la última prenda de lencería, deshaciendose de ella.
–Para siempre–gemí.
Sentí su lengua bajar hasta mi sexo, donde comenzó a rotar en pequeños círculos, volviendome loca. Mi mente volaba, mis sentidos estaban disparados y corrían sobre mi piel a la velocidad de la luz. Las olas de placer me invadían, tomando todo el control sobre mí y haciendo salir de mi garganta gemido tras gemido. Todo mi cuerpo temblaba de excitación, con mis ojos cerrados con fuerza y mis dedos tratando de rasgar los asientos del coche. Todo mi cuerpo estaba tenso mientras el delgado hombre hacia maravillas con su lengua. Volví a gemir, esta vez con más fuerza que antes, mostrándome toda suya, enseñandole, sin pudor alguno, cuando me gustaba lo que hacía. Percibí los azules ojos de Andrew sobre mí, su sonrisa entre mis muslos, su lengua sobre mi sensible piel y no pude contener un gemido. Fue entonces cuando apartó su lengua de mi cuerpo, dejando en mi mente la única idea de vengarme. Me incliné sobre mis rodillas, las cuales temblaban por el placer que había revolviendose en mi estómago. Cogí su sensible miembro entre mis manos, acariciandolo suavemente, escuchando la hermosa melodía de los profundos gemidos provenientes de Andrew.
–Pon las manos atrás–ordené en un firme susurro. Andrew hizo justamente lo que había dicho, mordiendose el labio.–Y ni se te ocurra moverlas–le amenacé.
Comencé a pasar mi lengua lentamente por su miembro, jugando con sus sentidos, sabiendo que estos estaban estallando. Andrew echó la cabeza hacia atrás, gimiendo, desesperado porque le tomara en la boca. Después de unos segundos de mandar fuertes vibraciones por todo su cuerpo con mi lengua, tomé gran parte de su miembro entre mis labios.  Comencé a mover mi cabeza hacia adelante y hacia atrás, mientras que Andrew se retorcía de placer bajo mis manos.
–¡Ash, dios santo!–gimió, haciéndome saber todo el placer que sentía ahora mismo.
Comencé a mover la cabeza más deprisa y con más fuerza, incrementando el volumen de sus graves gemidos. De pronto, noté como su cuerpo se tensaba y gemía con más frecuencia. Fue entonces cuando liberé su miembro de mis labios, dejándole totalmente nervioso, a punto de acabar. Andrew gruñó con fuerza, besándome con agresividad, moviendo nuestros cuerpos, bañados en sudor, de forma que yo estuviese sobre su regazo. Me senté sobre él y, perfectamente ajustada a su tamaño, comencé a moverme, agitando mi cuerpo de arriba a abajo. El placer invadía cada centímetro de nuestros cuerpos, sumidos en un baile cuya música eran nuestros propios gemidos, entremezclandose, al igual que nuestras lenguas. Continué varios minutos moviéndome sobre Andrew, mis sentidos a punto de explotar por el placer y la lujuria del momento.
–Andrew...–a penas podía articular palabras debido a la excitación. Trataba de mantener los ojos abiertos para poder observar los hermosos iris azules de Andrew, pero mi cara se tornaba en una mueca de placer cada vez que dejaba mi cuerpo caer sobre el delgado hombre. Todo el deleite se había concentrado en una zona de mi cuerpo y estaba a punto de explotar, volar mi mente de la forma en la que solo Andrew podía hacerlo.
–No, aún...n-no–la grave voz de Andrew temblaba, aunque sus órdenes eran firmes y fueron cumplidas por mí.
Toda la satisfacción que me daba el tenerle dentro, el placer que corría por mia venas, la lujuria de rondaba mi mente y se reflejaba en mis ojos, el anterior anhelo del sexo con Andrew, conducían mis sentidos tan lejos... tanto que exploté en gritos y gemidos, esperando a que Andrew diera la orden de terminar de una vez por todas.
–¡Andrew!–me quejé, forzando mi cuerpo a seguir moviendose de arriba a abajo sin poded terminar.
Grité y me revolví, haciendo que Andrew gimiese de placer como nunca lo había echo antes, dándome la señal de poder terminar. Y así lo hice, sintiendo como él hacia lo mismo aún dentro de mí. Los dos nos habíamos convertido en una mezcla de gemidos, sudor y puro placer, el cual seguía corriendo por mis venas mientras terminaba, escuchando como Andrew ahogaba un grito. Nos giramos, de forma que ahora era el quien estaba encima de mí. Me sonrió, capturando mis labios en un largo beso que nos dejó aun más sin aliento de lo que ya estabamos.
–Dios mío...–murmuró Andrew, sudoroso y jadeante, enroscando sus brazos alrededor de mi cuello.
–Te dije que rendrías tu recompensa–suspiré, tratando de calmar mi extasiado cuerpo.
–Y ya lo creo–me besó con ternura, tembloroso y aún excitado.
Acaricié sus delgados brazos con las yemas de mis dedos, mandando escalofríos por todo su cuerpo.
–Vístete–le ordené, abrochando de nuevo mi sujetador.
Andrew gruñó; pero hizo lo que le había dicho y se paso la camisa desabrochada por los hombros, antes de deslizarse en sus apretados pantalones. Una vez los dos estabamos vestidos de nuevo, arranqué el coche en dirección a mi casa. Andrew entrelazó nuestros dedos, apretando mi mano ligeramente o acariciandome con la mirada. Una vez llegamos, bajamos del coche juntos y Andrew besó mi mejilla suavemente.
–¿Estás bien?–pregunté al hombre que caminaba junto a mí, antes de entrar por la puerta de mi casa.
–Mejo que nunca, sólo algo cansado–respondió con una pequeña sonrisa.
–Yo también.
Los entreabiertos ojos azules de Andrew me miraban llenos de sueño. Le sonreí débilmente y sentí su mano apretar la mía mientras subíamos las escaleras. Una vez en mi cuarto, los dos comenzamos a desvestirnos sin despegar los ojos de los de Andrew, deslicé una larga camiseta sobre mi cuerpo mientras que él se acurrucaba entre las mantas, tan solo con su ropa interior cubriéndole. Me acosté junto a él, reciviendo un beso en la frente. Sonreí en su pecho al sentir sus delgados pero fuertes brazos rodeando mi cuerpo.
–Te adoro.
–Yo también, mi preciosa Ash. Más que a nada ni a nadie en el mundo.
Esbocé la más débil de las sonrisas; sin embargo, la más sincera de aquella noche.
Pronto, el sueño se apoderó de nosotros rápidamente hasta que, por fin, caímos en la tentación de este, completa y profundamente dormidos.

Placer Rojo. (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora