Capítulo 21 (final):-Yo también te amo.

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Los pasillos del hospital estaba desiertos, dalvo por una desganada figura que permanecía sentado al lado de una puerta, con la cara entre las manos y el alma hecha mil pedazos.
Las lágrimas brotaban de sus ojos imparables, luchando por salir y deshacer el nudo de su garganta; pero todo era en vano. Todas las emciones se juntaban en su pecho y le oprimían de tal forma que era incapaz de desbordarse. Sólo se deshacía en largos suspiros mezclados con algún que otro quejido. Y su llanto no cesaba.
Comenzó a dar vueltas y vueltas por el pasillo, desesperado, con grandes ojeras alrededor de sus ojos cristalinos. La desesperación le inundaba, así como el dolor y la tristeza. Un dolor tan fuerte que era incomparable con cualquier otro dolor físico. Un dolor que le arrancaba las fuerzas, que lo dejaba sin palabras y sin lágrimas por exceso del mismo. Un dolor que jamás había sentido antes, porque en la vida había perdido a muchas personas.
Pero nunca había tenido que decir adiós para siempre.
Y para siempre es mucho tiempo.
–Doctor–Andrew procedió a abalanzarse ante el hombre que abandonaba la puerta contigua.–¿Cómo está? ¿Se pondrá bien?
–Está en coma, no sabemos si...
–Quiero verla, por favor.–suplicó el hombre de ojos azules.
–Me temo que ahora mismo no puede pasar.
–Doctor, por favor, sólo será un minuto.–insistió Andrew, luchando con las lágrimas cada vez que habría la boca.
–Andrew, ¿verdad?–el médico suspiró y el hombre al que se dirijía asintió con la cabeza.–Le han disparado en la arteria subclavia; ha perdido mucha sangre y...
–¡Qué más da, joder! Sólo quiero verla un minuto. Por favor, necesito despedirme.
–Está bien.–dicho esto, el doctor se apartó de la puerta y dejó que Andrew pasara dentro.

Allí se encontro yacente al amor de su vida, a su Ash, y no pudo creer lo que había ante sus ojos. No podía creer que aquel corazón que latía al mismo ritmo que el suyo, ya no bombeara sangre,
que aquellos ojos en los que se sumergía ya no volverían a mirarlo,
que aquella sonrisa de la que se había enamorado nunca volvería a aparecer en esos labios,
que todo el futuro que había soñado a su lado se había desintegrado en mil pedazos tan rotos como el mismo Andrew.
No podía creer todo se había acabado.
El hombre de ojos azules se dejó caer de rodillas al lado de la cama donde yacía el cuerpo de Ash. Luchaba con tal fuerza contra sus lágrimas que hasta podía escucharse la batalla que había en su interior. Pero ya no quedaban fuerzas, ni nadie contra quien luchar, porque para Andrew, su mundo y su vida habían terminado con la de Ash.
Dejó caer un par de amargas lágrimas al extender el brazo para tomar la gélida mano de su amada. Y, de pronto, un pequeño papel se escapó de su bolsillo, posándose en el suelo.
Andrew se enjugó las lágrimas que habían escapado de sus ojos y se apresuró a tomar el papel entre sus manos y, desdoblándolo con manos temblorosas, leyó:

"Un amor entre dos locos,
Dos locos enamorados.

Amor que será mi muerte,
Y quiero morir contigo

Amor del que queda poco,
Y nosotros acusados,

De jugar a azar y suerte,
De no haber sido testigos,

Del crimen de nuestros labios,
Del roce de nuestras pieles.

De no escuchar a los sabios,
Y de no haber sido fieles.

De matar y de haber muerto,
De amar y haber sido amados.

Un amor entre dos locos,
Dos locos enamorados.

Mi psicosis poética,
Tu crimen organizado,

Nuestra emoción sintética,
Y este beso acristalado.
P.D: Para el amor de mi vida, porque eres quien me da fuerzas cada día para seguir luchando, y esta lucha es sólo una más. Porque tu y yo podemos con el mundo entero, cariño.
Atentamente y siempre tuya,
Ash"
Inmediatamente, Andrew se llevó una de sus manos a la boca y rompió a llorar como nunca se había roto antes. Estalló en mil emociones, en mil imágenes, en mil palabras. Dejó que sus lágrimas cayeran sobre el papel y corrieran la tinta negra, deshaciendo las letras que había escrito Ash para él.
–Ash... Mi preciosa Ash...
»Por favor, dime que vas a quedarte, dime que seguirás a mi lado, dime que vas a aguantar por mí. Dime que todo esto es mentira, que es una simple pesadilla y que pronto despertaré a tu lado.
Dime algo, háblame, que sólo el sonido de tu voz bastará para devolverme a la realidad. Porque nada de esto es real, no puede ser real.
Sé que sueno colo un maldito egoísta, pero es que este dolor tan inmenso me hace imposible pensar con claridad. Sólo soy capaz de sentir y, joder, no me gusta lo que siento. Siento como mis heridas se expanden y de hacen tan grandes que abarcan todo mi ser y me consumen. Aunque supongo que hablarte a ti de heridas es estúpido...
Hablarte en sí es ridículo, si ni siquiera puedes escucharme, pero quiero creer que sí. Quiero creer que la muerte no se enamorará de ti, aunque no caer en tus brazos es imposible. Así que sólo me queda esperar a que la muerte sea mínimamente compasiva y entienda que no le perteneces. Que tu alma gemela está aquí y que te necesita para seguir existiendo, y que nuestros destinos son cuerdas irrompiblemente atadas entre sí.
Ash, no sabes que cada noche le pido a las estrellas mil deseos banales que no me llevan a nada, pero esta noche no hay destellos en tus pupilas y el viento está vestido de luto, así que no hay plegarias que valgan ni sueños que vayan a cumplirse... y eres tú quien está sumida en un sueño tan profundo como mi dolor, como estas heridas que sangran en mi alma y que nada nunca podrá cerrarlas. Porque sólo tú puedes, Ash.
Y ya no estás... Y ahora no sé cómo voy a seguir respirando sin ti; te juro que me arrancaría los ojos, porque no quiero ver un mundo en el que tú no estés.
Ash, mi preciosa Ash... no quiero un mundo sin poder amar, sin poder amarte a ti. Y no estoy seguro de que sepas cuánto te amo.
Te amo...
Yo también te amo.

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⏰ Última actualización: Oct 14, 2016 ⏰

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