Capítulo 4: Sangre.

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Me reí sonoramente en sus labios, colocando una de mis manos en su cuello.
-Tú sabrás si puedes besarme o no, Andrew.-sonreí, observando el deseo en sus ojos.
Tramis palabras, sentí como unos suaves labios se pegaban a los míos con delicadeza, como si mi boca fuera a romperse en cualquier momento. Sentía como el frío golpeaba ligeramente mis mejillas, mientras que mis labios se concentraban en ser absorbidos por los de Andrew, quien continuaba el beso, casi dubitativo.
Enredé mis brazos en su cuello, sintiendo como el beso incrementaba la pasión que había olvidado al empezar. Sus manos bajaron a mi cintura, rodeándola con aquellos huesudos brazos.
Finalmente, su lengua acarició mi labio inferior, queriendo adentrarse en mi boca. Separé mis labios escasamente, pero lo suficiente para sentir su lengua iniciar una danza con la mía. Nuestros labios se capturaban entre sí, haciendo que nuestras lenguas se entrelazasen, sintiendo como los músculos de su miembro se tensaban y relajaban una y otra vez al rozar el mío. Justo cuando el beso iba a su apogeo, sus labios se despegaron de los míos y sus brazos abandonaron mi cintura, como una enredadera abandona la pared por la que trepa cuando muere.
-Lo siento-Comenzó, tratando de evitar mi mirada.
-¿Por qué?-Di una calada a mi cigarro, el cual casi se había consumido por completo a causa del viento.
-Nunca dijiste que sí-Sus ojos azules recorrían el suelo con nerviosismo, buscando la colilla de su cigarro, la cual aplastó con la punta de su bota.-No debí...
-Andrew-Le corté, acercándome a él tanto como antes.-Está bien, pero si no hubiese querido, no te habría besado.
El delgado hombre se limitó a asentir y pude ver como sus mejillas adquirían un color rosado. No pude evitar soltar una risa y colocar un beso sobre su mejilla, para finalmente, atrapar su mano en la mía y comenzar a alejarnos del bar.
-Deberíamos esperar un poco en el coche.
-Está bien-Respondió él.
Subimos al coche y el ambiente comenzó a parecer algo incómodo: una mirada, un roce, silencio... me limité a cerrar los ojos y hundirme en mis pensamientos hasta que alguno de los dos se animase a hablar.
-¿Ash?-una voz grave susurraba en mi oído.
-¿Sí, Andrew?-Respondí, abriendo los ojos y girando la cabeza hacia un lado.
-¿Puedo besarte otra vez?-Preguntó.
-No.-dije con sequedad, arrancando el coche.
-Está bien.
Conduje en silencio, sintiendo los azules ojos de Andrew sobre mí una y otra vez. Sin embargo/, yo me limitaba a mirar a la carretera, pareciendo totalmente inconsciente de que no cesaba de mirarme. Lo extraño era que no miraba mis piernas, ligeramente abiertas, o mis pechos; miraba mis manos y mis ojos.
-¿Dónde te dejo?-pregunté una vez que había tomado la carretera que conducía hasta mi casa.
-En el mecánico-Suspiró.
Me limité a asentir con la cabeza y doblar en la salida en la que estaba situado el mecánico donde Andrew trabajaba. Paré el coche justo en frente del taller y mi acompañante salió de este.
-Bueno, Andrew-Musité, imitando sus acciones.-Ha sido un placer...
-¡Mierda!-Andrew ahogó un grito, mientras buscaba desesperadamente algo en su bolsillo.
-¿Algún problema?-Me acerqué a él. Levantó la cabeza, su rostro manchado de una clara frustración.
-Sí, mis llaves...- Dijo, mordiéndose el labio inferior.
-¿Vives solo?
-No, con mi banda, pero han salido...
-Bah, quédate en mi casa. Por una noche no pasará nada.
-No, no, Ash. Puedo esperar, no te preocupes.
-Venga ya, Andrew. Hace frío y es tarde.-Sus mejillas se encendieron de tal forma que incluso yo podía sentir el calor que desprendían.
Andrew solo asintió y le tendí mi mano, la cual agarró, vacilante, y nos acercamos al coche de nuevo. El espacio se sumió de nuevo en silencio, por suerte, estaríamos en mi casa en menos de 5 minutos.
-Tienes unas manos preciosas.
-Gracias, supongo.-estiré una de las comisuras de mi boca hacia un lado a modo de sonrisa.-Veo que te has fijado.
-Lo siento, es que es inevitable; tus ojos, tus manos...son preciosos.-Aparqué el coche en el maloliente garaje.
-También tienes unos ojos bonitos.-sonreí.-Y tus manos...-agarré una de sus manos entre las mías, acariciándola suavemente, sientiendo como las venas sobresalían de esta.-Son bonitas, tus venas, son muy bonitas.
-¿Mis venas?-preguntó, con una sonrisa confusa.
-Sí. Tengo una noche entera para explorarte, y tú para entenderlo.-Con esto, bajé del coche y me dirigí hacia la puerta de mi casa.
Giré la llave dentro de la cerradura, y el olor a té, madera y tabaco invadió mis pulmones. Me apresuré a abrir una dr las muchas ventanas, tras haber dejado mis cosas sobre el sofá.
-¿Una copa de vino?-ofrecí, sacando dos copas de cristal.
-¿No decías que solo una ronda?
-No empieces con las preguntas.-Advertí, sacando la botella y llenando las dos copas, sabiendo que su respuesta sería afirmativa.-Siéntate, el sofá no muerde.
Los dos tomamos asiento y le tendí una copa al delgado hombre, quien la tomó entre aquellos finos dedos y dio un sorbo del oscuro líquido. Sonrió, dejando la copa en la mesa y posando sus ojos en mí.
-¿Y esa mirada?-Me reí, observando como escaneaba mi cara una y otra vez, con el ceño fruncido, como si buscara algo.
-El vino es genial-se limitó a decir, tras soltar un largo y profundo suspiro.
-No te he preguntado sobre el vino, aunque gracias.
-Perdona, no te he escuchado-Se disculpó, tomando otro trago y negando con la cabeza.
-No importa.
El ambiente se sumió en aquel incómodo silencio, en el que los dos bos quedábamos paralizados, como estatuas de piedra que se habían quedado atrapadas en el tiempo. Andrew tenía las pupilas fijas en mis iris verdes, como si fuese yo medusa y él una de mis víctimas a las que había convertido en estatua. Finalmente, pareció salir de aquel trance y chasqueó la lengua, se removió en su asiento y tomó otro trago de vino.
-Verás, Ash...-Comenzó, mirando a aquellas preciosas venas que sobresalían de la piel de sus manos.-No puedo quitarme de la cabeza el besarte. Tus labios son como el borde de una galaxia y tus besos el color de una constelación.
-Vaya, qué romántico, Andrew.
-Es una canción.
-Oh, vaya...-me reí.
-He sentido algo.-declaró Andrew.-Al besarte. He sentido algo que me ha gustado.
-¿Qué has sentido?
-No sabría decirte.-tomó un sorbo de vino.
-Pues descúbrelo.-le incité.
Aquellos ojos azules me miraron con confusión, pero a medida que nis labios se acercaban a los suyos, sus pupilas se dilataban, dejando ver el tan familiar sentimiento de lujuria. De pronto, sus labios se pegaron a los míos, con más fuerza y dominio que la primera vez. Comenzamos a mover nuestras lenguas en un compás que nosotros mismos habíamos inventado y poco a poco, comencé a sentir una sensación de calor que invadía todo mi cuerpo.
-Andrew.-susurré, rompiendo el beso.-Acabamos de conocernos...-Traté de excusarme.
-Tienes razón, lo siento...-hubo un incómodo silencio.-¿Dónde está el baño?
-Acompáñane-Dije, tomando un último sorbo y me levanté, subiendo las escaleras con Andrew siguiéndome por detrás. Subí hasta el baño que estaba al lado de mi cuarto y abrí la puerta, invitándole a pasar.-Es aquí.
-Gracias-musitó, escurriéndose dentro.
Solté una pequeña risa y se me pasó por la cabeza avisarle de que el espejo estaba roto. «No creo que sea tan iluso» Pensé. Estaba así desde hace años y yo nunca había tenido problemas con ello.
Me senté en el borde de la cama y comencé a desvestirme, deslizandome fuera de mis pantalones y descalzándome. Justo cuando estaba a punto de levantar mi camisa para deshacerme de ella, Andrew abrió la puerta del baño, asomando la cabeza.
-Ash, tu espejo está roto...-informó.
-Sí, ya lo sé.-respondí, sin ni siquiera girar la cabeza.
-Es que... he tenido un problema...-finalmente, me di la vuelta y caminé, semidesnuda, hacia la puerta del baño.
Entre nosotros no había mucha diferencia: los dos estábamos únicamente cubiertos por nuestra ropa interior y una camisa. Solamente, su labio estaba adornado con una herida y la sangre corría por su barbilla. Pude incluso notar como mis pupilas comenzaban a dilatarse y mi cuerpo a temblar.
Esto no podía estar pasando.
-¿Ash? ¿Estás bien?
-Mejor que nunca, Andrew, mejor que nunca....

Placer Rojo. (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora