Capítulo 8: Donde había cenizas.

24 2 0
                                    

Andrew apretó su figura contra la mía, tratando de cubrir nuestros desnudos torsos. El hombre que reconocí como Ashley caminó por la sala sin inmutarse, con una sonrisa sobre sus labios y los demás siguiéndole el paso.
-Esto es increíble-murmuró Andrew. Traté de pensar que hablaba sobre estar a mi lado, como había hecho antes. Pero claramente se refería a la escena en la que estábamos sometidos sus amigos, él y yo.
-Andrew, no te averguences.-me reí.
-¿Y qué pretendes que haga?-bufó, subiéndose los pantalones y poniéndose la camiseta de nuevo.-Lo olvidaba, a ti te fascina esto de dejar las cosas a medias.
-Ya empezamos-suspiré con enfado, imitando sus acciones-He venido aquí para disculparme, no para...
-No para follar-sonrió con ironía, activando el familiar calor en mis venas.-Era el destino, supongo...
-Andrew, por favor. Si quieres acostarte conmigo no seas tan idiota.
-Vaya, ya veo lo que te duran las disculpas.-sentí como los canales que circulaban por mi cuerpo comenzaban a burbujear a causa de la hirviente ira que sus palabras y gestos me causaban. Me pasé una mano por el pelo, llena de furia y a punto de explotar.
-¿Cuándo dejarás de ser tan inmaduro?
-Cuando te tenga.
-¿Qué? Ya me tienes, ¿no te das cuenta? ahora intenta no perderme porque vas a conseguirlo si sigues así.
-¿En serio llamas esto querer a alguien? Parece que sólo buscas un polvo y como no lo has conseguido, estás cabreada y la tomas conmigo. ¡Ve a gritarle a Ashley! Él ha sido quien nos ha jodido la fiesta.
-Eres tan idiota-traté de calmarme-Por esto es por lo que no quería nada contigo. He venido aquí para disculparme, eres tú quien buscaba ir más allá. ¿Crees que me vas a seducir más por acostarte conmigo?-bufé con ira.-Pues adelante, ojalá que te sirva con otra, mucha suerte.-exclamé, abriendo la puerta y poniendo uno de mis pies en el primer escalón.
No obstante, un fuerte abrazo por la cintura me detuvo, y supe de quién se trataba de inmediato. No le hizo falta apoyar su barbilla sobre mi hombro y enviarme así el aroma de su piel para que me diera cuenta de que era él.
-No te vayas.
-¿Y qué hago?-giré sobre mis talones, para tenerle ahora cara a cara y poder observar con detención sus brillantes pupilas negras.-¿Me quedo aquí discutiendo contigo? ¿Quieres que siga destrozándote?
-Tu ausencia es más homicida que la más cruel de tus presencias.
-¿Psicosis poética?-Arrugué la frente al escuchar la cita de una de los poemas de mi libro favorito, el cual había leído y releído incontables veces.
-Sólo pido que no omitas esta esencia.-continuó.
-Tu adiós es un puñal clavado en mi alma.
-Tu llegada es donde puedo encontrar calma.
-No te vayas, no te esfumes con el viento.
-Prefiero morir a perder sin ti el tiempo
-No imaginaba que te pudiese gustar ese libro.-murmuré.-Es mi favorito.
-Se nota, te lo sabes de memoria.
-No exageres, sólo me sé algunos poemas. Además, tu también te lo sabes.
-Es verdad, pero yo sólo me sé esa parte.-admitió, dejando ver un toque de color escarlata en sus mejillas y contagiándome el calor que desprendía su cara y su sonrisa.
-¿No has leído el último poema? ¿El del final del libro?
-Aun no lo he terminado.-murmuró.
-¿Y qué te ha parecido por ahora?-pregunté, curiosa.
-Me está gustando mucho, es romántico pero no esa clase de romanticismo de novela que todo el mundo lee. No es la misma historia, ni la misma idea que en muchos de los libros que he leído. Pero siento que no tendrá un final feliz.
-No te equivocas.-exclamé, releyendo el último poema en mi mente.-La verdad, no creí que te gustase mucho leer y muchos menos ese tipo de literatura.
-Es normal, soy idiota e inmaduro. Lo olvidaba...
-Sí, sí que lo eres, o al menos te comportas como tal.-reí sin humor.
-Vaya, pues ya puedes decir que a un idiota inmaduro está enamorado de ti hasta las trancas.
-Sé que no soy muy agradable...
-Tienes razón.
-Y sé que vine a disculparme y hemos acabado empapados de odio e ira..., como siempre.
-Vuelves a acertar.-puse los ojos en blanco.
-Y deberías saber que las disculpas no me salen de forma natural.
-Creo que me he dado cuenta.
-Deja de interrumpir-bufé, soltando un largo suspiro a continuación.-Pero te avisé, te dije que no conocías ni la mitad de mí, que no deberías haberte enamorado de mí, porque no te haces una maldita idea de quién soy realmente.
-Ash-Andrew llevó su mano hacia mi mejilla, acariciándola suavemente con sus nudillos.-¿Aun no lo entiendes? Me da igual, me da absolutamente igual todo lo que guardes. Me da igual que en el fondo seas un monstruo, porque he elegido esto al enamorarme de ti. He elegido amarte, a ti, a nadie más, y lo he hecho por mi cuenta y porque quiero. Sólo déjame intentarlo, por favor.
Cualquier palabra había abandonado mi garganta, cualquier pensamiento se había ido a un lugar muy lejano a mi mente. Y por una vez en mucho tiempo, estaba totalmente en blanco; sólo era capaz de sentir. Sólo era capaz de ahogarme en sus iris de la misma forma que me ahogaría en el océano. Por una vez no tenía palabras, no podía decir nada ni emitir un solo sonido.
Por una vez me había quedado congelada, aunque sentía mis mejillas quemar y podía deducir que se habían pintado de un intenso rojo.
-No tienes que decir nada. Pero por favor, entiéndelo.-murmuró.
-Lo entiendo.-susurré, aun sin despegar mis pupilas de las suyas.-Si de verdad estás dispuesto a morir cada día de tu vida, a agonizar de dolor, a estar enterrado bajo miles de secretos y cosas que no entiendes ni podrás. entender...
-No, no creo estar preparado para nada de eso. Pero estoy preparado y despuesto a amarte.
-Con eso me basta.-sonreí, y como un espejo, Andrew imitó mi gesto de inmediato.
-Siento que los chicos hayan irrumpido así antes.
-No importa, parecías tú más avergonzado que yo.-sus mejillas enrojecieron de la misma manera en la que lo habían hecho antes las mías.
-Vaya...no te equivocas...-suspiró, haciéndome reír.-No sabes cuánto tiempo llevo esperando.
-¿Esperando? ¿Esperando el qué?-arqueé el entrecejo.
-A que aceptases lo que siento por ti.
-Eso lo acepté hace mucho.-sonreí-Lo que no era capaz de reconocer eran mis propios sentimientos. Ya te he dicho que no me gusta entregarme a las personas porque siempre acaban yéndose y se llevan todo lo que les he entregado.
-Está bien, Ash. No hace falta que me entregues lo más mínimo.-suspiró, apartando de mi frente un fino mechón de cabello negro.
-¿Por qué dices eso?
-Porque no merezco nada que venga de ti.-fruncí el ceño de nuevo, dispuesta a discrepar, pero Andrew se adelantó.-No porque no me merezca cosas buenas, sino porque jamás sería capaz de devolverte algo del mismo valor de lo que tú me has entregado.
-Andrew, parece que no me escuchas. Me basta con que quieras quererme.
-Te quiero.
-Yo también te quiero, ¿lo has escuchado esta vez?
-No, lo he sentido.
-Hay mejores maneras de sentir el amor.-sonreí, con un contagioso brillo en mis ojos.
-¿Tu casa esta sola esta noche?
-Mi casa siempre está sola.-afirmé, notando como nuestras pupilas crecían notablemente.
-Me parece un buen plan. ¿En La Araña de Cristal a las nueve y media?
-Perfecto.-sonreí-Pero esta vez, tú pagas.
-Hecho.

Placer Rojo. (terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora