Herida abierta

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Karin abrió los ojos lentamente, especialmente porque la luz que entraba por la ventana contraía sus pupilas. Mientras intentaba acostumbrarse a la luz del sol, fue dándose cuenta que no estaba en su casa, porque definitivamente esa no era su habitación, y de igual forma sintió a su lado a alguien más. Instintivamente volvió la mirada a su lado, notando unos cabellos azabaches saliendo de debajo de las cobijas.

Recordó lo ocurrido el día anterior, tomó una decisión repentina de forma muy parecida a cuando fue una adolescente, pero no se arrepentía de ello, pues ahora pudo disfrutar de un sentimiento que se había privado, y era más cálido de lo que pudo imaginar.

El día anterior, mientras iban de camino a la mansión Uchiha, los presentes permanecieron callados a excepción de Kisho, quien sentado en el regazo de su madre la abrazaba fuertemente entre gimoteos pidiendo que no se fuera, y sólo Karin hablaba de vez en cuando para tranquilizar a su hijo mientras le acariciaba el cabello.

Poco antes de llegar a la mansión, Kisho quedó profundamente dormido oyen los latidos de su madre, después de todo había tenido un largo día lleno de emociones. Pese a que el infante dormía, ninguno habló del asunto hasta llegar a la casa, donde tras dejar al pequeño en su habitación dormido, por indicación de Sasuke, él y Karin se encerraron en la oficina del varón.

−Sé que es tu oportunidad de irte, pero tenía que hablar contigo –comentó Sasuke mientras se dirigía a la gran silla tras su escritorio− Necesito el contrato de anulación, el trato se termina.

Desde un principio Karin creyó que ese asunto concernía a Kisho, y el meter en el asunto el contrato la sorprendió y la hizo temer. ¿Sería que se estaba arrepintiendo de anular el contrato? No pudo ocultar su gesto al varón, y tampoco pudo quedarse callada.

−¿Se arrepintió? –cuestionó con enfado− No...

−Dámelo –ordenó con frivolidad.

Karin no pudo hacer nada, ni siquiera valía la pena oponerse, pues el papel aunque redactado, aún no tenía la firma de Uchiha, así que aunque se negara a dárselo, de nada le servía, y si bien estaba enojada por el cambio de opinión, lo que verdaderamente la tenía furiosa es que no sabía qué tenía en mente ese hombre.

−¡Es un hombre terrible! ¿Cómo puede arrepentirse a éstas alturas? –reclamó Karin con enfado, pero no lo hacía con respecto al papel que arrojó al Uchiha con enfado− Primero lo ilusiona con mi presencia y ahora me bota de su vida sin siquiera permitir el adiós. ¿De verdad quiere a Kisho?

Sasuke levantó la vista hacia ella cuando terminó la última cuestión, por un momento Karin lo vio desconcertado y ella sólo atinó a fruncir más el ceño hasta que vio al azabache firmar el papel.

−Ya no es necesario que vengas ni que le llames –le extendió el papel dejando a Karin anonadada− Lo que pase con mi hijo ya no te incumbe.

Helada es la mejor forma de describir el cómo quedó Karin al oír al varón decir todo aquello, pues estaba cortando definitivamente toda relación entre ella y Kisho, así como el haberle recalcado que ella jamás iba a fungir como madre de Kisho, pues lo del parque de diversiones había sido sólo una "actuación".

−¡¿Será capaz de lastimarlo de esa forma?! –volvió a reaccionar furiosa aventando el papel de un manotazo− ¡Es un niño que...!

−No quisiste cuando pudiste reclamarlo, así que no es tu problema, vete –decía el azabache inexpresivo− Lo que pase con mi hijo es mi problema.

Dolieron, y dolieron mucho sus palabras, y aunque quiso replicar con lo que verdaderamente sentía no pudo por el coraje ni por el nudo en la garganta que se le estaba formando a causa del sufrimiento que apenas pudo contener, pues al abrir la puerta de la oficina las lágrimas ya se desbordaban de sus ojos. Uchiha había picado la herida más de lo que ella pudo tolerar.

Padre solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora