Sólo malestares

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"Temerosa de lo que pudiera ocurrir, seguí las instrucciones de su hermano. Cuando terminé de arreglarme, Tamara-san me llevó abajo y nos subimos a un taxi que ya nos esperaba. Llegamos a un centro comercial al otro lado de la ciudad, y me dejó esperando en una de las bancas de descanso del lugar. Sentada ahí me puse más nerviosa, pues estaba expuesta a la vista de cualquiera, aunque poca era la gente. Al volver Tamara-san me entregó un boleto para el cine y me pidió que entrara sola.

Seguía muy nerviosa de encontrarme con algún conocido mientras me dirigía al cine, y temerosa me senté en la silla con el número que se me asignó. No tuve que esperar más de dos minutos para que su hermano apareciera y se sentara a un lugar a lado mío. Sin embargo, no me dirigió la palabra ni la mirada. Yo estaba demasiado nerviosa para poder hablarle, y estaba segura que sí lo hacía, explotaría en reclamos.

No hubo dilatación en que se apagaran las luces e iniciaran los comerciales previos a la película. En aquella sala donde había cupo para al menos cien personas, sólo estábamos tres adolescente sentados hasta el frente —seguramente estaban de pinta, pues llevaban su uniforme y para mi alivio, no eran de mi colegio—; un hombre joven sentado en medio de la sala; una pareja joven sentada en el extremo izquierdo de la sal, su hermano y yo, quienes sentados del lado opuesto a la pareja, lo único que nos separaba era un asiento de diferencia.

—Difícilmente alguien nos encontrará —me murmuró el señor Uchiha sin mirarme— ¿Algo que quieras en especial?

"Dulces, chocolates, helados, palomitas... todo se me antojó cuando finalmente pude relajarme al cuarto de la película, cuando noté que la pareja estaba ocupada en algo que no tenía que ver con la proyección, el grupo de amigos se fue aburrido y el hombre solitario se había quedado dormido.

Lo admito, fue relajante no sentir aquella presión e ser descubierta, sentir el frío aire del cine, comer cualquier cosa que se me antojara sin prohibiciones y disfrutar de una película fuera de casa, donde ni siquiera me importó que la película fuera buena o mala, simplemente estaba ahí, fuera de mis preocupaciones."

—Jamás había pensado en el cine como una forma de escape de la misma forma en que me lo has descrito —habló Itachi.

—Quizá sea porque tiene mayor acceso a él.

Y sí, Itachi había notado la forma tan alegre en que Karin se expresó de su estadía en el cine, pero también notó que, aunque ya no hizo ese movimiento con los cubiertos, sí había bajado las manos dejándolas fuera de la vista, y su mirada la había desviado completamente. Sabía que aquello tenía algo más profundo, y lo difícil sería averiguar qué.

El Uchiha mayor imaginó todo escenario posible que se le presentó en el momento, pero ciertamente no se había ni acercado a la realidad en absoluto:

Sí, Karin había disfrutado algún rato su estadía en el cine, pues desde que había sentido el movimiento del bebé, había estado angustiada ¿la razón? ¡Tenía una vida creciendo dentro de sí! Y verdaderamente no estaba verdaderamente consciente de ello hasta que lo sintió. Además, aquella concientización había traído consigo una angustia más grande, que se había ido temporalmente durante el filme, pero que, poco antes de terminar, volvió a sentir ese movimiento que aún le parecía extraño. Las cosas para ella empeoraron cuando Sasuke, al darse cuenta de su espasmo, colocó con discreción en la oscuridad del cine su mano derecha sobre su vientre.

Podía sentir la impaciencia del hombre por querer sentir aquellos movimientos, que si bien aún no eran apreciables para el exterior, la chaqueta que ella llevaba para disimular su vientre no ayudaba demasiado. El varón no tardó en meter su mano por debajo de la ropa para tener un contacto directo, pero seguía sin sentir nada de lo que esperaba; en cambio, la joven podía sentir aquella ternura que la caricia podía transmitir aceleraron su corazón.

Otras veces desde hacía tres días ya había sentido esas caricias, pero aquella vez era la primera en que deseó que ese afecto no sólo fuera para niño que llevaba en el vientre. Aunque estaba consiente que todas las atenciones que ese hombre le tenía era por el dichoso contrato, algo en ella anhelaba ese cariño de él.

A partir de ese momento, la pelirroja siguió narrando sus vivencias en la suite, pero sus descripciones con la interacción de Sasuke disminuyeron, mucho de lo que contaba tenía que ver con los síntomas del embarazo más que de otra cosa, y sólo llegaba a profundizar en los momentos en que ella salía al cine —que sólo fueron los lunes por mes y medio—, donde Sasuke ya no podía estar presente. Casi no mencionaba al Uchiha y ello hizo que Itachi diera cuenta que sí, tal como lo sospechaba, algo había pasado en el tiempo que estuvieron juntos.

—Las visitas de su hermano aumentaban entre más tiempo pasaba. Incluso en una ocasión al tener hipo el niño a las veintisiete semanas, él creyó que estaba a punto de nacer.

—Te lo dije, él es impaciente —reía Itachi— Estoy seguro que si ello no tuviera consecuencias en el bebé, habría mandado inducir el parto lo antes posible con tal de tenerlo ya —notó la sonrisa forzada de la chica— Bueno, quizá exagero.

—No hubo anomalías por el esto del embarazo, lo único que puedo decirle es que en los últimos dos meses su hermano apenas y dormía —comentaba Karin dando el último bocado a su comida— Dormía en la suite donde me hospedaba, pues cuando comenzara el parto lo quería saber lo antes posible y cuando iba a trabajar, llamaba cada hora para preguntar.

—Leí los expedientes médicos y sé que fue natural —musitó el mayor, quien ya había terminado sus alimentos minutos antes. A la chica no pareció hacerle gracia el comentario— Se suponía que sería cesárea ¿cómo es que mi hermano esperaba el parto?

—En uno de los folletos que le daban a su hermano leyó el porcentaje de nacimientos prematuros, además que Tama-san le comentó que el niño parecía haberse desarrollado más rápido del promedio —desde que empezaron a hablar el parto, Karin dejó de mirar de frente a Itachi— El doctor dijo que ya tenía su cálculo, por ello se fijó la fecha de la cesárea, pero su hermano pareció desconfiar de sus palabras y se mantuvo al pendiente de un posible parto prematuro.

—¿Quieren postre? —llegó uno de los meceros presentando una mesa con diferentes pastelillos y otros dulces.

—Si por favor —respondió el mayor— Elige tú primero

—Gracias —así lo hizo la pelirroja y el varón tomó el propio.

Itachi comió con gusto el primer bocado y esperó a que su acompañante diera un par de bocados más, si bien lo anterior le había develado algunas cosas que no conocía concretamente, sabía que lo siguiente no sería fácil para ella.

—¿Podrías contarme cómo fue el parto? —Ambos quedaron en silencio, ella seguía sin mirarlo y al realizar la pregunta, Karin comenzó a jugar con el postre de su plato— Apuesto a que Sasuke estaba hecho un manojo de nervios.

—No fue nada fuera de lo normal. A las dos de la mañana comencé a sentir los dolores de parto e informé de inmediato. Su hermano fue con nosotras hasta el hospital alegando que Tamara-san le pidió ayuda y él nos la estaba dando —su voz se oía apagada— Sí, su hermano estaba nervioso, tomamos un taxi porque él no podía manejar. Me llevaron a sala de espera, pues ya no había forma de la cesárea y aún faltaba la dilatación.

—Imagino que él estuvo contigo todo el tiempo.

—Sí —quedó en silencio algunos segundos— A excepción del parto. No sé la razón, pero sólo sé que después de que naciera el niño se lo mostraron a él.

—Supongo que el doctor tampoco te ofreció cargarlo.

—Ni yo lo hubiese aceptado —tragó saliva— Estuve en el hospital dos días al cuidado de Tamara-san. Una vez que su hermano tuvo en sus brazos a su hijo no lo volví a ver —oyó algo de rencor en aquellas palabras— Ni siquiera en las ceremonias de las becas, mandaba un titular. Yo volví a casa a lado de mi madre y mis hermanos, sin que ellos supieran por lo que pasé.

Padre solteroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora