33; Carpe Diem

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-Vamos, Lily, sonríe -las palabras de Charlie no hacen sino que mis facciones se tornen aún más angustiadas.

La mano de Alex se apoya sobre mi hombro y me aprieta suavemente.

-Vamos, rubia... Ya casi hemos terminado -me susurra.

Respiro hondo y enseño los dientes en una sonrisa algo forzada.

-Alex, ¿puedes cogerla en brazos?

-¿Así? -pregunta el moreno y, sin previo aviso, me coge cual princesa, provocando que una carcajada se escape de mis labios.

-Perfecto -sonríe-. Dylan, tu turno.

Alex me coloca en el suelo de nuevo y me asiente con la cabeza antes de darle paso al rubio. Vuelvo a inhalar profundamente, y retiro cualquier pensamiento erróneo de mi mente.

-Miraos -dirige.

Suelto el aire, maldigo por dentro, sonrío y lo miro a los ojos verdes. El sol impacta directamente contra ellos, de modo que estos adquieren una tonalidad algo amarillenta. Supongo que podría perderme en estos ojos.

-Perfecto, chicos. Unas pocas más y habremos acabado por hoy.

Nos indica varias poses más y, efectivamente, cerramos la sesión del día. Sin despedirme de nadie excepto de Charlie, al que le hago un ademán con la mano, cruzo apresuradamente la playa y me subo en el coche que me lleva directamente al hotel. Me monto en el ascensor y abro la puerta de la suite de mi chico. Está tumbado en la cama, con una pierna escayolada y ese vendaje en la cabeza, que le alborota el cabello. Sus labios se crispan. Está jodidamente irresistible. ¿Cómo demonios puedo aclararme así? Me olvido por un momento de todo y salto encima de él, su mano agarrando mi trasero.

-No te aproveches -le digo, pero no me muevo.

Me quedo mirándolo a los ojos. Azules. De pronto se me viene a la mente el verde intenso de otros ojos, pero parpadeo rápidamente, borrando esa imagen de mi cabeza. Me apoyo en su pecho desnudo, que también presenta algunos roces pequeños ya cicatrizados, y paso mis dedos suavemente por estos.

-¿Cómo estás? -murmuro.

-Mejor ahora -siempre me saca una sonrisa.

Joder. ¿Por qué tiene que ser tan dulce? Me da hasta coraje que sea tan perfecto.

-¿Y tú?

-Bien.

-¿Qué tal la sesión?

-Bien -repito.

-¿Solo bien? -insiste.

Obviamente sé que quiere que le cuente lo que sea en relación con el rubio.

-Sí. Bien. Mejor si hubieras estado tú. Así que ponte bueno ya -digo simplemente, y pongo morritos de niña pequeña mientras le doy un toque en la nariz con el dedo.

-Tienes a Alex. Y a Dylan -comenta, apartando la mirada.

-Voy a olvidar lo que acabas de decir porque estábamos a gusto y no quiero estropearlo. Así que... Hazme un hueco -digo moviéndome desde encima de él hacia un lado de la cama.

Hace lo que le pido, y me quedo dormida.

(...)

-Lily -una voz áspera me despierta.

-¿Sí? -pronuncio vagamente.

-Hora de cenar, bella durmiente -sonríe, con esos ojos azules clavándose en los míos.

-No quiero cenar... ¿Nos quedamos aquí? Se está mejor... ¿No? -paso mi dedo despacio por la línea de sus abdominales.

-Esto es chantaje emocional...

Exacto. Pero funciona.

Vuelvo a bajar la vista a su abdomen. Qué bueno está...

-¿Buenas vistas? -suelta una carcajada.

-Bueno... Las hay mejores -digo, reprimiendo una sonrisa.

-Mmm... Si no tuviera una pierna escayolada te enterabas.

-Ah, ¿sí? -sonrío pícaramente.

-Ajá.

-¿Y eso? -me atrapo el labio inferior con los dientes.

-Joder, Lilian Rose Nicolle. Para -sus labios se crispan en una sonrisa amplia.

-Si no estoy haciendo nada... Ethan Scott Brenton.

Deslizo mi mano hasta el elástico de sus bóxers, y le muerdo despacio la línea de la mandíbula. Su respiración se acelera, y su mano aprieta mi trasero con fuerza, pegándome a él. Se me escapa una risita de los labios, y me da una palmada en el culo.

-Eres mala.

Y acabamos... Bueno, digamos que la noche acaba bien.

Y pensaréis: qué chica más egoísta, jugando con los sentimientos de dos chicos distintos.

Lo sé, lo estoy haciendo mal. Fatal. Y me odio por esto. Me odio porque realmente no sé que le pasa a mi cabeza, por qué siento algo por dos chicos. Algo va mal en mi cerebro, o yo qué sé. Solo sé que no sé lo que quiero, que no puedo elegir. Pero también que tengo que hacerlo.

He tomado una decisión, y es que no voy a aguantar otro mes más así, me niego. Podría aguantar viendo a tan solo uno de los dos, pero me resulta casi imposible llevar esto, tanto psicológica como anímicamente.

No sé la hora que era cuando nos quedamos dormidos, pero rondarían las cuatro de la mañana. Abro los ojos lentamente, y la claridad del nuevo día me sobrecoge. Creo que voy a esperar un par de días para comunicarle mi decisión a todo el mundo. No sé cómo van a reaccionar, ni siquiera sé si Charlie va a permitirme dejarlo, porque firmé el contrato de los tres meses. Pero bueno, tengo que intentarlo. Necesito intentarlo. Aunque me sentiría mal dejando a Ethan aquí.

Joder, qué coño, no puedo hacer eso. A la mierda mis planes. Me rindo, de verdad. Debo hablar con mi chico, y contarle mi situación. No creo que me entienda, pienso que puedo hundirlo muchísimo con esta mierda, y me duele. Me duele porque sé que ha sufrido mucho por amor, y aquí estoy yo, haciéndoselo pasar mal otra vez, a pesar de que lo quiero. Siento cosas por él, es completamente cierto. Sin embargo, Dylan me puede también. No sé.

Pero tengo dieciocho años. ¿Realmente me merece la pena coartar tanto mi vida por culpa del amor? Carpe Diem. Creo que ese va a ser mi nuevo lema.

Una modelo en apuros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora