18; Vergüenza

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Ethan y Dylan, por ambos siento algo. Por ambos mi corazón se acelera un poquito cuando los veo. Por ambos es que mi garganta se seca cuando estoy cerca de alguno de ellos.

¿Cómo he llegado a este punto? ¿Cómo puede ser que sienta algo por dos chicos totalmente diferentes al mismo tiempo?

Me meto en la ducha, algo dolorida. Ethan me dejó en mi habitación y se marchó hace aproximadamente unos diez minutos.

Dejo escapar un suspiro de mis labios cuando el agua caliente golpea mi espalda. Me siento sucia. Pensar que aquel tipo tocó todo mi cuerpo hace que la rabia se apodere de mí. Agarro la esponja con fuerza y, tras enbarrizarla en jabón, la paso por toda mi figura. Me froto hasta que la piel comienza a escocerme y las lágrimas se mezclan con el agua de la ducha.

Cojo una toalla y me envuelvo en ella, tiritando. Me dirijo a la cama y, después de haberme colocado la ropa interior, saco mi pijama de debajo de la almohada, para introducirme en él lentamente.

Me meto en la cama y me tapo con la sábana, ni aún así sintiéndome protegida. Cierro los ojos, y empiezo a contar hasta cien, truco que me enseñó mi padre para cuando no podía dormir de pequeña.

Uno... dos... tres... cuatro... cinco... seis... siete... ocho... nueve... diez... once... doce...

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Unas pisadas hacen que salga ligeramente de mis sueños. Entonces, una silueta se arrodilla a un lado de mi cama y, lentamente, apoya su frente en la mía.

Dylan.

La habitación está oscura, pero puedo oler su perfume, notar los latidos de su corazón.

Sorbo por la nariz.

Aún es de noche, no tengo ni idea de la hora que puede ser, pero calculo que serán sobre las cuatro de la mañana.

-Lo siento -murmura el rubio.

Yo sigo en silencio, pero hago un hueco en la cama. Lentamente, Dylan se tumba en ella y me acerco a su cuerpo, buscando refugio.

-Duerme -susurra, abrazándome.

~•~•~•~•~•~•~•~•~•~•~

Me despierto sola en la cama, e inmediatamente me pregunto si la visita de anoche fue solo un sueño. Confusa, me levanto y ando hasta el baño.

Me miro en el espejo, y durante algunos segundos observo mi rostro. Un arañazo cruza mi mejilla derecha, y un moratón adorna mi cuello, entre múltiples roces más.

Bajo la cabeza, a sabiendas de que Charlie pronto va a tener que enterarse de esto. Vuelvo a la cama, y me siento en ella. Justo en ese momento, alguien abre la puerta, y Alexander aparece por esta.

-Eh... ayer pedimos la llave de tu habitación en recepción -dice, bajo mi mirada indescifrable-. Creía que seguirías dormida.

Así que Dylan realmente vino anoche. Una sensación de alivio recorre mi cuerpo.

Alex se sienta a mi lado, y coge mi cara con una de sus manos. Con la otra, recorre el arañazo de mi mejilla despacio. Su mandíbula se aprieta ligeramente. Me deshago de sus manos girando la cabeza.

-Lily... -murmura.

-No. Alex. No digas nada -le pido, dejando que mi pelo oculte mi cara.

-Mírame, Lilian -dice, pero no me muevo.

-Lo siento mucho -comienzo a llorar.

Alex me envuelve entre sus brazos, y me hago pequeñita entre estos.

-No vuelvas a decir eso, por favor.

Me desahogo hasta que las lágrimas dejan de rodar por mis mejillas, y mis sollozos se acallan. Lentamente, me separo del moreno.

-Ethan y Dylan están hablando con Charlie -explica, y mis ojos se abren como platos.

-No. No. Por favor, no.

-Lily, es por ti. Tranquila...

Como si de arte de magia se tratara, alguien llama a la puerta, y cuando Alex la abre, los dos modelos y Charlie entran por esta.

-Lilian -viene Charlie a abrazarme.

-Estoy bien -digo.

-Vas a tomarte un descanso, Lily. No te preocupes, nadie más va a ocupar tu lugar -repone cuando empiezo a negar con la cabeza-. Tenemos fotos de sobra, todo va a ir bien. Tómate unos días libres, si quieres te puedes quedar aquí, ir a tu casa, o podemos viajar al próximo destino y descansar allí.

-Me gustaría ver a mis padres y a mi hermana -digo.

-Perfecto. ¿Vas a ir tú sola?

-Ni en broma -repone Dylan.

-Vamos con ella -dice Ethan.

-Eso, la acompañamos nosotros. No creo que tus padres pongan alguna pega, ¿no? -pregunta Alex, y niego con la cabeza.

La casa de mis padres es enorme, hay espacio para dos familias enteras.

-Pues entonces, dicho está. ¿Cuándo nos vamos? -repone el moreno.

-Mañana podéis partir -responde el director.

Asiento con la cabeza, y le doy las gracias a mis amigos. Se van todos y me quedo sola con Ethan.

-No sabía que tuvieras una hermana -dice el pelinegro.

-Sí, tiene seis años. No me gusta hablar de ella -repongo sonando algo borde.

-¿Por qué? -pregunta, confuso.

-Tiene leucemia.

Ethan me mira expectante, sin saber qué decir.

Mi hermana es la razón por la que le tengo pánico a los médicos. Me da miedo que algún día vaya a consulta y me digan que tengo cáncer.

-¿Cómo se llama? -pregunta.

-Evelyn.

-Estoy seguro de que es una niña preciosa.

-Lo es -afirmo, recordando sus brillantes ojos castaños, tan parecidos a los de mi padre-. ¿Podemos hablar de otra cosa? -pido.

Evelyn es la debilidad de mi familia. Es la niña dulce que siempre tiene palabras bonitas para todos. Es el alma que alegra la casa. Si no fuera por su enfermedad...

Todos vivimos con miedo a perderla.

Entonces Ethan me mira directamente a los ojos.

-Lily, ¿qué sientes por mí? -su pregunta me deja sin palabras.

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Una modelo en apuros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora