Capítulo 17

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*LAUREN POV*

Suspiré bajando mi mirada al pequeño cuerpo sobre mi. Cerré los ojos un momento al sentir el calor del cuerpo de Camila contra el mío. La manera en la que su brazo me rodeaba me hacía sentir segura. La había extrañado tanto, pero tanto realmente.

Cuando la vi frente a mi no pude hacer más que abrazarla, nunca me había sentido de la manera en la que me sentí cuando envolví mis brazos alrededor de ella, cuando sus brazos me rodearon también y me dejó llorar contra su pecho. Nunca pensé, ni me imaginé que alguna vez iba a pasarme todo lo que me pasó este mes. Mucho menos pensé que iba a llegar a necesitar a alguien para estar bien otra vez.

Me sentía culpable, me sentía una maldita idiota y desagradecida con Dinah y con Camila. Pero es que no podía hacer nada con mi dolor. Ahora estaba bien, si, pero sabía que en cuanto los padres de Camila regresaran de su viaje y tuviera que regresar a su casa y yo estuviera sola otra vez me iba a poner mal, Dinah no estaba desde hace horas en mi departamento. Luego de haber dejado con nosotras y de haber pasado tiempo conmigo hablándome y escuchándome ella decidió darme espacio y tiempo con Camila. Ella sabía que mi pequeña morena era todo lo que necesitaba. Y no iba a permitirme volver a hacer lo que hice. No quería alejarla nunca más de mi, no quería ver a mi mejor amiga de la forma en la que estuvo por mi culpa. No es fácil aceptar la mierda de mi familia, pero iba a intentar ignorar todo eso, iba a centrarme más en mi, en mi chica, en las personas que me hacían realmente feliz.

No quería volver a sentirme de la manera en la que me sentí todo este tiempo, el tener que drogarme y beber hasta caer desmayada, despertarme sin saber qué había pasado o donde estaba, eran cosas que no quería repetir. Y todo por ser una maldita tipa que no habla lo que siente. Que se guarda todo. Que se jode sola.

Llevaba más de diez horas sin una gota de alcohol sobre mi, sin haber consumido algo y estaba comenzando a necesitarlo, mi cuerpo lo pedía, pero yo no lo quería. No quería volver a probar de aquello. No podía.

Con cuidado dejé a Camila dormida sobre el colchón, salí de la habitación y busqué unos cigarrillos que tenía. No eran lo que había estado consumiendo antes, pero esperaba que me calmara un poco y lo hizo realmente cuando el aire fresco de la noche golpeó conmigo cuando salí al balcón. Solté el humo dando un fuerte suspiro.

Recordé el momento en que Camila me miró a los ojos justo antes de que la abrazara y llorara contra ella. La forma en la que me abrazó también. El beso que nos dimos y me mordí el labio cuando pensé en cuando le hice el amor. Maldición. Había sido perfecto. Yo no esperaba que pasase, tenía tanto miedo, de mi, de poder hacerle daño, de hacer algo mal para ella. Pero a la vez me sentía segura y no quería parar. Dios. Ella era hermosa. Su cuerpo era de diosa, tan suave, tan perfecta. Todavía la sentía contra mi desnuda, todavía tenía el olor de su cuerpo en el mío, aún así cuando luego nos bañamos juntas aún la sentía y era jodidamente increíble. Ella había estado segura, lo vi en sus ojos, había querido hacerlo tanto como yo y eso me hacía feliz. Después de su difícil momento ella me había elegido. La traté como si fuera su primera vez, en mi mente lo era, y esperaba que en la suya también, no quería más que hacerle bien y cuidarla, yo sólo quería cuidarla. Cada vez que la veía quería tenerla otra vez, pero ir despacio con ella era la mejor decisión.

Sin embargo, aunque quisiera mas, y estaba segura que siempre querría más de ella, en la noche solo me abracé a su pequeño cuerpo y la besé hasta cansarme. Quería asegurarme que de verdad estaba ahí y no era un maldito sueño. Y no lo era, mi Camz estaba allí.

Terminé el cigarrillo y me sentí tranquila. Pensé en que el recordar a Camila en ese momento de ansiedad me había calmado, negué con una sonrisa diciéndome que ella realmente se había apoderado de mi.

Cerré la puerta de vidrio una vez dentro y corrí las cortinas. Caminé hasta el final del pasillo y abrí la puerta de mi estudio. Hace un mes y medio que no entraba allí. ¿Cómo diablos pude estar tanto tiempo sin esto?

No encendí la luz, dejé la puerta entreabierta para que la luz del pasillo entrara y alumbrara un poco, corrí la cortina de la ventana a un lado y observé la habitación bajo la luz de la luna y algo del foco del pasillo. Tomé un pincel fino y pintura negra, me senté frente al caballete con la hoja blanca que acababa de poner también y comencé a pintar. Dejé que mi mente se hundiera en mi dibujo, en mis pensamientos, me dejé perder en lo que amaba tanto. Dibujar, pintar, hacer fotografías era algo que me llevaba a otro mundo. Me sentía tan fácil con sólo una hija y un lápiz en mi mano que cuando entraba a mi estudio era como estar en el paraíso, me sentía como una niña pequeña en una juguetería, como un cachorro a la hora de buscar la pelota que el dueño le tiraba, incluso creo que mi felicidad era más grande que aquello.

Observé mi trabajo, terminado una hora y media después, me encantaba. Estaba enamorada de lo que había hecho solo con pintura negra. Me levanté de mi banco luego de haberme pasado un tiempo dándole algún que otro detalle, yo era muy perfeccionista, si.

Dejé la pintura y el pincel en mi enorme y precioso escritorio y me giré para regresar frente al caballete. Mis ojos se fijaron en una figura en la puerta. Mi corazón dio un vuelco al ver a Camila bajo el marco de madera. Llevaba su musculosa blanca, unos shorts de algodón blancos también y tenía su cabello algo despeinado haciéndola ver demasiado adorable. Sentí que iba a morirme de amor ahí mismo cuando se refregó el ojo con su puño y me sonrió perezosamente. 

Intenté calmar mi corazón mientras me sentaba otra vez en el sillón de cuero que tenía en mi estudio y la llamé con la cabeza. Ella se dirigió a mi arrastrando sus pies y la senté en mi regazo. Me aferré a su cintura con ambos brazos mientras ella suspiraba escondiendo su rostro en mi cuello. Me sentía tan… llena al volver a tenerla así, al tener otra vez esa sensación de que era una pequeña que necesitaba de mi. Deseaba tanto que necesitara de mi. Yo quería cuidarla, y ésta vez lo haría bien, por supuesto.

—¿Cuánto tiempo llevabas ahí?—Hablé bajando mi cabeza para poder besar su mejilla.

—Un rato.—Su voz había salido ronca y perezosa.—Me desperté y no estabas… Me asusté. Luego vi la puerta abierta, vine y estabas ahí dibujando.—Dios. Quería abrazarla toda la vida.

—Lo siento por asustarte. Necesitaba tomar un poco de aire porque… nada solo no podía dormir.

—¿Estás bien?—Asentí cuando ella se incorporó un poco para poder verme. Dejó sus labios en mi mejilla por varios segundos haciéndome sonreír y luego giré la cara para poder besarla en los labios.

—Estoy bien porque estas aquí.—Susurré, mis labios rozando los suyos a la vez que hablaba. Ella me dio una de sus sonrisas tiernas, la cual me encargué de besar, y luego miró a nuestro alrededor. Mi corazón latía rápidamente cuando sus hermosos ojos se fijaron en mi pintura reciente.

Luego de unos momentos me miró a los ojos y esperé a que dijera algo, pero no lo hizo sin antes volver a mirar la pintura detenidamente.

—¿Te gusta?—Pregunté con miedo.

—Me… me encanta, pero ¿por qué siento que… lo vi antes o…? No lo sé, yo conozco eso.—Solté una risita contra su cuello al ver su rostro de confusión. Ella me miró esperando a que hablara.

—Eso es porque son tus ojos, tu nariz y tus labios, boba.

Y esos ojos que tanto amo, se fijaron en los míos, luego volvió a la pintura para, finalmente, sonreírme de la manera que sólo ella lo hace.

—Wow.—Me reí en voz baja.—Eres realmente increíble. ¿Viste eso? Dios… Que idiota, era yo.—Se rió. Me reí también.—Me encanta. Es… Es muy bueno... Espera. ¿Por qué?

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué me dibujaste? Bueno casi mi rostro, pero…

—Es arte.—Me encogí de hombros.—Eres arte.

Sus labios se abrieron para hablar, pero no salió nada de ellos. Simplemente se quedó viéndome hasta el punto de lograr que casi me perdiera en lo marrón de sus ojos.

—¿No debo hacerlo más o…?—Ella sonrió.

—No sé como haces para lograr que cada vez me enamore más de ti.—No respondí y no porque no quisiera, ella me estaba besando lento y suave. Podía sentir cuanto me quería, todo el cariño con el que me basaba y me acariciaba la mejilla. Quería llorar. Quería llorar porque me sentía bien ahora mismo, porque tenía a mi amor conmigo y porque la felicidad que sentía era tanta hasta el punto de querer llorar por ello. Pero simplemente sonreí mientras le devolvía el beso y me abrazaba a su cuerpo con fuerzas mientras la llevaba a la habitación otra vez, sus piernas en mi cintura y sus brazos en mi cuello eran la mejor maldita cosa el mundo.

Continué besándola por mucho tiempo, terminó por dormirme entre mis brazos una vez más gracias a que había cerrado los ojos mientras dejaba pequeños  y suaves besos en sus labios. Nunca pensé que haber logrado que se duerma de esa manera iba a ser tan especial para mi, la manera en la que me sentí cuando detuve mis besos al saber que se había dormido, había sido increíble. Nunca imaginé tenerla de esa forma. Maldición. Era tan preciosa.

**

Me habían despedido, por supuesto. Felicidades, Lauren. Eres una completa inútil.

No podía esperar otra cosa, era obvio, quién mierda iba a querer contratar a una maldita estúpida que de había pasado un mes entero sobreviviendo de alcohol y drogas. Nadie. No es que me faltara dinero, pero amaba aquel trabajo, lo había arruinado todo, lo había perdido, no sería mi única oportunidad, aceptaba que era buena en lo que hacía, pero de todos modos eso no significa que me lamente haber perdido ese empleo.

Me puse un top deportivo y unos pantalones de chandal grises, me coloqué mis zapatillas deportivas y salí de mi habitación recogiéndome el cabello.

Camila estaba en la sala leyendo, tenía sus piernas cruzadas debajo de ella, su cabello suelto puesto a un lado y la música puesta en su iPod en volumen bajo. Me sentí culpable al haber estado un poco distante hoy, ella no tenía la culpa de mi mal humor.

—Voy a correr al parque de enfrente. ¿Te quedas o vienes conmigo?—Ella levantó su vista a mi y me recorrió el cuerpo con la mirada.

—Si…—Dijo en voz baja asintiendo.

—¿Si, qué?—Tomé las llaves de mi departamento mientras la veía levantarse del sillón.

—Que si voy.—Se aclaró la garganta.—Espera un momento.—Tomó su mochila y regresó acomodándose el cabello.

Camila era una maldita nerd. Mientras yo corría ella estaba sentada en el césped del parque leyendo sus apuntes, se la pasaba leyendo todo el tiempo, ya sea sus apuntes, libros, ella siempre estaba con algo en manos para leer.

Quería besarla y abrazarla y decirle que lo sentía por ser tan estúpida, ella no tenía porqué soportarme de mal humor, ella no debía, pero sin embargo ahí estaba, no le importaba que me estuviera comportando como una imbécil con ella, seguía estando a mi lado como desde hace tres días. Agradecía tanto que sus padres hayan salido del país por negocios, así la tenía para mi y nada más que para mi.

Habían sido tres días hermosos, excepto por esta mañana, que como siempre lo arruiné todo cuando le grité que necesitaba estar sola un momento cuando lo que menos quería era estar sola, y menos cuando ella estaba ahí. No sé que me había pasado. Quizás había sido la pesadilla de la noche anterior donde había soñado que volvía al mismo infierno en el que había estado un mes entero, luego cuando me desperté recibí el telegrama donde me decían que estaba despedida por no haber asistido más, ellos habían mandado otro telegrama de intimación antes donde me avisaban que debía asistir o pasaría esta mierda y claro, estaba bajo la porquería esa y lo último que me importaba era ser despedida.

Ahora me lamentaba, pero era tarde. Pensé que al menos era bueno tener varias pinturas que hacer, más fotografías que sacar y aún tenía varias que revelar, para mi no era un problema vender mi trabajo, la gente estaba dispuesta a pagar lo que sea por mis pinturas y mis fotografías, me sentía un poco mejor al recordar eso.

Una bien, Lauren.

Mis piernas ardían por haber corrido tanto. Decidí que era suficiente y caminé algunos metros hasta Camila. Ella ahora estaba acostada boca arriba, con sus rodillas flexionadas y sus apuntes sobre su estómago mientras murmuraba en voz baja lo que estaba estudiando. Sonrió apenas cuando me vio acercarme y sin decir nada me situé sobre ella.

—¡Lauren, no! ¡Estas toda sudada, que asco! ¡Quítate!—Por supuesto que no me quité de ella.

—Luego podemos bañarnos juntas. Mira el lado positivo.—Sujeté sus manos para que dejara de intentar quitarme y la besé por algunos segundos.

No me sorprendió cuando dejó de luchar contra mi y me correspondió el beso. Era tan fácil convencerla, sólo debía besarla y ya. Me reí pensando en eso y ella se alejó. No sé porqué siempre pensaba que me reía de ella y se molestaba cada vez que lo hacía.

—Basta. Hay niños aquí. Quítate.—Me empujó haciendo una mueca de asco cuando toco mi cuerpo con sus manos.

Sonreí acostándome a su lado mientras la veía acomodar sus apuntes que se habían desordenado en cuanto me puse sobre ella y comenzamos a forcejear.

—¿No te cansas de ser nerd?—Pregunté tomando mi teléfono para revisarlo.

—Sí. De hecho estoy harta de esto y ni siquiera llevo un año.—Hice mi teléfono a un lado, sorprendida de escuchar eso. Ella continuó apoyando su espalda otra vez sobre el césped.—Me encanta el periodismo y todo de él, siempre quise estudiarlo, pero ahora… siento que no es lo que pensé, no lo sé.

—¿Por qué? Parecías emocionada siempre.

—Antes… Ahora no. No sé que pasó. No quiero seguir con esto.—Giró su cabeza en mi dirección.

—No tienes que hacer algo que no te gusta o no estas segura de ello. Pero… tienes que pensar en que tienes diecinueve, todavía eres joven, tienes tiempo de pensar y tienes que estudiar algo que realmente te guste, porque vas a vivir de ello toda tu vida, no puedes estar haciendo algo con lo que no te sientes cómoda. Además, tienes unos padres jodidos, me imagino la cara de tu madre cuando le digas esto.—Ella se rió girando su cuerpo a un lado, para estar frente a mi.

—Tienes razón. Y sobre mis padres… no me importa que me digan.

—¿Ahora eres una rebelde? Eso está mal, muy mal, jovencita.—Quité algunos mechones de pelo que tenía sobre su mejilla y la vi sonreír.

—Mira quien habla. Además, es divertido ser rebelde, ver la cara de mi madre y luego a mi padre.—Se rió.—Me gusta lo que está mal…

—Escuchar eso de la señorita perfección es muy caliente.—Rodó los ojos.—¿Entonces te gusta lo que está mal?—Asintió.—Yo estoy mal, ¿También te gusto?

—Me encantas.—Lamió sus labios y sentí su suave mano en mi estómago, el cual estaba algo expuesto porque mi remera se había levantado.

—Esto me recuerda a una tarde frente al lago, tu mano en mi estómago y luego yo haciéndote co…

—¡Cállate!—Dijo riéndose.—¿Por qué siempre recuerdas eso?

—Porque nunca dejo de pensar en eso.—Sonreí acercándome a sus labios y la besé, introduje mi lengua en su boca apenas pude y la sentí contener un jadeo, me acerqué más a su cuerpo y acaricié su mejilla mientras la besaba. La verdad es que me importaba un carajo estar en un parque lleno de personas y niños. Al que no le gusta que no mire y punto.

Cuando me alejé sonreí mirando sus labios, estaban hinchados y rojos, me encantaba lograr eso. Camila se mordió el labio viéndome y en ese momento otra vez me sentí una imbécil por haberle gritado en la mañana. Ella era tan bonita, no entiendo que mierda se me cruzó por la cabeza cuando le grité, no es que fuera lo peor del mundo gritarle, pero ella no lo merecía.

—Lo siento por gritarte hoy, no tienes la culpa de nada y no mereces soportar mi mal humor. En serio, lo siento. No se que me pasó.

—No importa. Entiendo. Yo quizás estaba siendo insoportable preguntándote tanto.—Negué de inmediato.

—No, no eres insoportable, es solo que no se manejar mi puto enojo, estaba enojada conmigo y no contigo, no es tu culpa.

—Te dije que está bien.—Me sonrió tranquilizándome y dejé un pequeño beso en sus labios.

—Te quiero. Eres demasiado buena para alguien tan imbécil como yo.

—Yo también te quiero. Y eres una boca sucia.

—Límpiamela a con tu boca.

Sus mejillas se pusieron rojas y exploté de risa al darme cuenta de lo que había dicho. Normalmente ella era una tonta y nunca se daba cuenta del doble sentido en mis palabras, pero hoy me había sorprendido.
La abracé otra vez mientras la sentía retorcerse debajo de mi, luchando para que la soltara. Seguramente teníamos varios pares de ojos sobre nosotras por todo el escándalo que estaba haciendo Camila al gritarme que alejara “mi cuerpo apestoso y sudado” de ella y seguida de su risa. Pero no me importaba, no me importaba más que escucharla reír y saber que yo era quien causaba ese sonido tan hermoso para mis oídos.

**


Hola. Quería decirles que comencé una nueva historia, la van a amar, les prometo, se llama “I'm with you” y ya pueden leer el prólogo. Espero leerlos por ahí también. Ojala les guste, para mi va a ser especial escribirlo. :)

I like what is wrong {Camren}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora