Capítulo I

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Narra Luna


— ¿Ya has estado de nuevo leyendo hasta tarde?—Suspiró, resignado. Ya me conocía desde pequeños. 

Me encogí de hombros, haciéndome la inocente.

— Puede...

Él rodó los ojos y me dio un pequeño golpe en el hombro, moviendo la cabeza de un lado a otro como queriéndome decir que había hecho mal. La mirada inquisitiva no podía faltar en ese cuerpo lleno de nervios.

Pero lo seguiría haciendo siempre. 

— Nunca cambiarás, en serio—Dijo, colocándose bien la mochila. Me señaló una vez se puso delante mío—. Normal que te levantes con sueño y amanezcas con esas increíbles y horrorosas ojeras. 

— No son horrorosas...—Me quejé, apartándolo de mi camino—Déjame en paz, sabes que lo voy a seguir haciendo, Isaac. ¿Cuántas veces hemos tenido esta charla? ¿Un millón, dos?

— Ya, si yo tampoco sé por qué sigo haciéndolo. 

Me reí un poco por su cara desesperada y me quité los auriculares de mis oídos con cuidado, no vaya a ser que se me rompan como siempre pasaba. Por desgracia, ya era la hora de entrar a clases y tenía que apagar la música si no quería que mi profesora de lengua me ponga una observación. 

— ¿Y qué has estado leyendo esta vez, tragona de libros? 

Alcé una ceja y rumié un poco, intentando acordarme de lo último que había leído esa noche. Acabó siendo una lectura larga, como en su mayoría aunque no me lo propusiera así. Rondando las...

Bueno, dejémoslo en que era tarde.

— Creo que sobre algo de unas leyendas, ¿Sabes?—Expresé, arrugando la nariz entretanto pasaba como si fuera una estampida a los compañeros del instituto. No soportaba tanta gente junta, me ponía inquieta—Es que no sé si vas a saber de qué te hablo, Is. 

Me puso cara de cachorrito instantánea, algo que siempre hacía cuando me negaba o no me apetecía decir o hacer algo. Rodé los ojos y me paré en mi puerta antes de entrar.

— ¡Déjame adivinar!—Asentí, de acuerdo con el reto. Me gustaban—Es...Es...Una de esas historietas gore o cosas raras, ¿no? 

— ¿Sabes que no se llaman "cosas raras", verdad?—Dije, sonriéndole con sagacidad—Pero sí, Isaac. Leyendas de miedo y esas cosas. Vamos, las historias ficticias de terror psicológico. 

— No sé cómo puedes dormir por la noche después de leer eso...—Murmuró, alejándose un poco. 

— Fácil, porque es irreal. No existe—Le esclarecí, tan simple como eso—. Así que qué más da. No tengo por qué tener miedo de algo que no existe, ¿no? Es algo para pasar el rato. 

Las palabras que iba a pronunciar mi rubio amigo como contestación de mi tan obvia utopía se quedaron entrecortadas por el odioso sonido de las campanas. Puse los ojos en blanco; Ya estaban por empezar las clases, había que entrar. Él hizo una mueca de desagrado por el fatídico intento y me revolvió el pelo, guiñándome uno de sus bonitos ojos castaños.

— Te veo a la salida, no me eches mucho de menos. 

Asentí mientras le sonreía y le despedía con la mano, viendo cómo se marchaba corriendo para no llegar tarde. Por mi parte, antes de entrar me coloqué bien mi cabello corto y di paso con un gran suspiro, a las horribles horas instituto.

Agnoticism |Creepypastas|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora