Capítulo IX.

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Narra Luna


— ¡Había alguien detrás, te lo juro!

— Luna, piénsalo bien— Dejé salir un claro sonido de irritación cuando se lo escuché decir por tercera vez. Él hizo una mueca conforme a mi estado de nervios—. Seguramente estuvieras sugestionada por tanta oscuridad, muchas veces pasa. 

Mi pecho subía y bajaba con una rapidez alarmante. Sentía que me ahogaba, que me faltaba el aire. E incluso quería gritar por esa sensación que había tenido. 

Una sensación que seguía tatuada a fuego en mi nuca. 

Me llevé las manos a la cabeza en un gesto de completa desesperación. Mis pies bailaban de un lado hacia otro sin poder tranquilizarme, lo único que tenía en mente ahora eran esas palabras que habían resonado cerca de mi oído. 

Y su aliento, fuera lo que fuera, seguía produciéndome escalofríos. 

Acaricié mis brazos con el nudo en la garganta aprisionándome. Palpé el lugar con mis pupilas sólo para que mi cabeza se asegurase de que ahí, no había nada. De que nadie me perseguía. 

Mi padre hizo el amago de acercarse a mí, pero elevé la mano para que no lo hiciera. En estos momentos, no quería que nadie se me acercara. Estaba demasiado nerviosa. 

Escuché su suspiro en cuanto contemplé la ventana.

— No ha sido nada, estoy seguro. Aquí en Canadá siempre reina la calma. 

Recreé un sonido irónico, casi adusto. No fue mi intención dedicárselo a él, pero aquella respuesta marcó el efecto de la mía. 

— ¿Te recuerdo que alguien me raptó y me puso en el bosque?— Gruñí por su falta de creencia en mí. Su mirada se aflojó con pesar por mi ataque repentino, pero a mí también me dolía que no confiara en lo que le estaba contando aún de verme así— Esto no ha sido mi imaginación, como tampoco fue lo otro. 

Lo palpo demasiado bien como para que sea irreal. Para mí, sería perfecto que todo esto no me ocurriera, ¿Quién lo desearía? 

Tardó unos segundos en contestarme, los cuales los dedicó para examinarme con preocupación. Lo único que recibí, fue su mano en mi brazo para demostrarme su apoyo y un movimiento de cabeza. 

Ojeé hacia atrás, sin hacerle mucho caso a él; No podía evitarlo, tenía la necesidad de confirmar que estaba sola todo el rato. 

— Bien...Está bien, te creo— Puse mi vista en él para encontrar alguna evidencia de que decía la verdad, pero tenía otras prioridades en ese momento—. Pero primero que nada, debes de calmarte. Mañana cuando estés mejor hablaremos de esto. 

¿Mañana? 

Me acaricié todo el antebrazo en repetidos movimientos y le asentí. Seguía con el miedo impregnado en el cuerpo, y dudaba que esta noche pudiera no pensar en lo que había ocurrido. Y mucho menos, conciliar el sueño. 

Me mordí el labio. 

Es como si siguiera teniéndolo detrás de mí, esa presencia. O siguiera observándome, lo cual ahora sí que podía ser a causa de la inquietud que sufría, sin embargo...

Agnoticism |Creepypastas|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora