Sinopsis.
Chocolate, pasteles y dominación, ¿Que más podría desear una chica?
___________ no había salido de su departamento en seis meses. Cuando lo hizo fue el olor de una pastelería local que le atrajo por la calle. Cada día se dirigía a Harold's para admirar las tortas y disfrutar de su aroma, y entonces descubrió a Harry.
Harry, el dueño de la pastelería y el pastelero, es justamente el hombre dominante y autoritario que ella quiere, pero, ¿Puede ___________ aprender a aceptar su naturaleza sumisa? ¿Podrá satisfacer su apetito por un sexo chispeante e ignorar sus sentimientos de culpa de buena chica, o se resistirá a la tentación lamentándolo para siempre?
Capítulo Uno.
Se había convertido en un hábito... agradable, tal vez el único en todo mi día.
Alrededor de las dos de la tarde iba caminando por la calle principal, había pasado el supermercado, el café, la tienda de electrodomésticos y la tienda de alfombras, y había girado hacia la calle lateral sin recordar nada en particular. Era un corto trayecto desde allí hasta el lugar que amaba: Harold's.
Hará más o menos seis meses atrás, había caminado por esa calle y captado un delicioso olor en el aire. Una combinación de almendras, vainilla, chocolate y un toque de canela picante y cuando mi estómago hizo ruido, tuve que ver de qué se trataba.
Parecía tan reconfortante, ese aroma, me recordó tiempos felices en la cocina con mi madre cuando era una niña. Harold's era nuevo entonces. Había carteles de oferta por la apertura en la ventana. El olor a pintura reciente era un trasfondo astringente cuando estuve más cerca del exterior negro brillante de la tienda.
Al principio, pensé que Harold's era una pastelería, pero solo me tomo un momento notar los pasteles artísticos y arquitectónicos para darme cuenta de que era algo más. Recordé la palabra de mis clases de francés en la escuela secundaria. Harold's era una Patisserie. Incluso entonces, con las ofertas de apertura, no podía permitirme probar un pastel. Quería. Había varios que me llamaron la atención.
Había una tarta hecha con capas acomodadas de manzana, un pastel de queso de
Un amarillo tan intenso que me hizo agua la boca y una tarta cuadrada de chocolate con glaseado y las más delicadas estrellas y destellos de decoración. No era justo que parecieran tan buenos tampoco. Olían divinos, también. Con cada apertura y cierre de la puerta, quería conseguir una ráfaga de olor a cálida y dulce panadería, y cerrar los ojos e imaginarme los sabores. Crema pastelera, crema, chocolate, esponjoso y crujiente merengue. Rápidamente se convirtió en mi lugar favorito.
Deseaba poder ir y comprar algo, pero los precios eran demasiado altos para mí.
Casi no podía permitirme un pastel barato y mucho menos uno de los caros pasteles artísticos. Pero cada día, me obsequiaba a mí misma su belleza visual combinada con su aroma celestial.
Fue un día de verano ya avanzado, con solo la insinuación del frio en el aire del Otoño que se avecinaba cuando hice mi trayecto habitual hacia Harold's. Salí de mi casa a las dos, y estuve en la ventana de la patisserie a las dos y cuarto. Era un viernes, y pude ver que su mercadería estaba casi agotada. Todos los pasteles grandes se habían vendido excepto un pastel de zanahoria y uno esponjoso, y muchos de los estantes de la vidriera y el mostrador estaban casi vacíos.
Cerré los ojos e inhalé cuando la puerta se abrió y la campana tintineó. Los sutiles aromas a leve verano me llenaron... limón y naranja, los penetrantes olores cítricos mezclados con vainilla y fresas, crema de leche y la suave caricia del chocolate y la calidez del alcohol.
El chirrido de los frenos me sacó violentamente de mi sueño de verano y me transportó a mi pesadilla. Había ocurrido en invierno hacia casi un año, y había atormentado mi sueño en todo momento y a menudo se deslizaba en mis ensoñaciones, también.
Había estado tan increíblemente feliz. Era profesora de la Primaria local, y disfrutaba de mi trabajo inmensamente. Estaba comprometida con John, un profesor compañero y una de las personas más inteligentes que conocía.
No solo era inteligente, era amable, generoso, ingenioso y guapo. Vivíamos con una mano atrás y otra adelante. Pasaba la mayor parte de mi tiempo en su casa, aunque continuaba pagando el alquiler de mi pequeño departamento que albergaba a todas mis pertenencias personales y a mí en las noches ocasionales cuando nuestros horarios no coincidían.
Habíamos salido a comer con un grupo de otros profesores del periodo lectivo.
Había sido una gran noche, y todos habíamos bebido demasiado. John quería conseguir un taxi, pero yo quería caminar. No sé por qué había insistido. Estaba ventoso y cruelmente frio, pero como siempre, John había accedido para hacerme feliz.
Estábamos riendo y bromeando, burlándonos entre sí como un par de niños adolescentes. Besándonos y abrazándonos. Me dijo que me amaba y yo le respondí con una risita y otro beso. Me ponía tonta cuando bebía vino, y todavía estaba fastidiándolo cuando nos detuvimos en el cruce de peatones, esperando al hombrecito verde.
No recuerdo mucho después de que el sonido comenzó y apareció el hombrecito verde. Avanzamos por la calle tomados de la mano, y yo había oído el motor de un auto y un chirrido de frenos.
― ¡Ustedes, cuidado! ―. Él me empujo, y yo había tropezado hacia adelante y caído. En el siguiente momento, me había despertado en el hospital con un profundo dolor en mis piernas y una sensación aturdida en mi cabeza.
Nos había llevado por delante un conductor ebrio. John salvó mi vida al empujarme hacia adelante, a pesar de que mis piernas habían quedado completamente destrozadas como resultado del accidente. John había muerto instantáneamente. Había salvado mi vida y solo momentos antes, yo me había abstenido de decirle que lo amaba.