En las Dimensiones del Destino

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En el vasto universo, existían tres dimensiones principales: el Mundo Humano, la Sociedad de Almas y el Olimpo, un reino al que solo unos pocos privilegiados podían acceder. Mizuki Taisho, una de las descendientes de los dioses, tenía el poder de observar lo que ocurría en otras dimensiones a través del agua. 

Cuando intentó ver lo que sucedía en la Sociedad de Almas, se encontró con una escena inesperada. Hollows y Arrancar estaban intentando invadir, mientras que varios capitanes estaban ausentes. La situación parecía fuera de control y el caos reinaba en el lugar. 

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Mizuki se encontraba en el palacio del Olimpo, sumida en el aburrimiento y con el deseo de visitar a sus hermanos. Sus pensamientos fueron interrumpidos por la llegada de su hermano menor, Claus, hijo de Zeus al igual que ella. De tez blanca, ojos de un azul oscuro y cabello rubio, Claus era su mejor amigo además de su hermano. 

—Acabo de llegar de la Sociedad de Almas —anunció él con seriedad. 

—¿A qué fuiste? —preguntó Mizuki con indiferencia, aunque en realidad la noticia captó su interés. 

—Fui a ver qué sucede allá. Yamamoto Genryūsai me ha dado un mensaje para ti —respondió con firmeza, clavando su mirada en ella. 

—Vaya, ahora eres un simple recadero —se burló Mizuki, pero la expresión de Claus le indicó que el asunto era grave. Su semblante se tornó serio. —Dime el mensaje. Si después de 500 años han decidido buscarme, la situación debe ser crítica. 

Claus repitió con exactitud las palabras del comandante: 

—"Los capitanes del tercer y quinto escuadrón se han rebelado contra la Sociedad de Almas y buscan la destrucción total del Gotei 13. Necesitamos que regreses y nos ayudes a combatirlos. Debes asumir el mando de ambos escuadrones, entrenar a los capitanes y fortalecer a nuestros soldados. Eres la única con el poder suficiente para ayudarnos." 

Mizuki entrecerró los ojos. 

—Eso sonó más a una orden que a una petición —respondió sin emoción. —¿Por qué debería ayudarles después de todo lo que ocurrió? No quiero regresar. Incluso la idea de pisar ese lugar me repugna. 

Claus la miró con dureza. 

—¿Acaso temes enfrentarte a tu pasado? ¿Dónde está la famosa *Titania*, la que nunca se rinde ni se aferra a su dolor? 

—Cállate… —murmuró Mizuki con una sombra en los ojos. 

—¡No lo haré! —Claus alzó la voz con una intensidad que no usaba desde hacía mucho tiempo. —Eres mi hermana y te adoro, pero debes enfrentar tu pasado como siempre lo has hecho. No lo hagas por ellos, hazlo por tu juramento. ¿Lo recuerdas? ¡Dilo! 

Mizuki cerró los ojos y, después de un momento de silencio, recitó con solemnidad: 

*"Juro ser la protectora de todas las almas humanas para que puedan trascender a la Sociedad de Almas o al Infierno. Con la creación del Gotei 13, yo los protegeré. Sus lágrimas serán mis lágrimas, sus heridas serán mis heridas. A donde ellos vayan, mi voluntad irá con ellos. Más que simples guerreros, serán mis compañeros."* 

Un cúmulo de recuerdos la invadió. Momentos buenos y malos, pero sobre todo, el propósito que había abandonado. 

Claus sonrió con determinación. 

—Y bien, Mizuki Taisho, ¿vas a ser solo una leyenda para la Sociedad de Almas o la verdad detrás de esa leyenda? Decide ahora. 

Mizuki respiró hondo. 

—Iré a la Sociedad de Almas… —su voz se apagó al darse cuenta de que al irse, dejaría atrás a sus hermanos, su reino y su ejército. 

Claus pareció leer sus pensamientos. 

—Si estás preocupada por nosotros y por tu amado reino, confía en mí. Yo me haré cargo de todo. Así que no pongas esa cara y ve a hacer una vida. Al fin y al cabo, ni tú ni yo vamos a morir. 

A pesar de su tono alegre, Mizuki notó en su mirada el dolor de verla partir. 

—Entonces te dejo a cargo. Y si algo pasa, volveré y te mataré. No sé cómo, pero lo intentaré —le dijo, abrazándolo con fuerza. 

—Inténtalo si puedes, Mizu —susurró Claus con una sonrisa. —Ahora vete. Yo me encargaré de avisarles a todos. 

Mizuki no respondió. Se dio la vuelta y, sin mirar atrás, se dirigió a la Sociedad de Almas. 

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### **Sociedad de Almas** 

Todos los capitanes, junto con los tenientes, fueron convocados por el Capitán General. 

—Los he reunido para discutir si la capitana Mizuki Taisho aceptará ayudar a la Sociedad de Almas —anunció Yamamoto Genryūsai. 

El capitán del sexto escuadrón, Byakuya Kuchiki, se cruzó de brazos. 

—No creo que venga. Ella nunca ha seguido las reglas. No deberíamos pedir ayuda a alguien como ella. 

De pronto, en medio de la sala, un resplandor blanco y negro iluminó el lugar. Un portal se abrió y de él emergió Mizuki Taisho. 

—Vaya, uno viene a ayudar a los "grandes Shinigamis" a fortalecerse, y ya están hablando mal de mí. Me pregunto… ¿debería ofenderme? —dijo con frialdad, fijando su mirada en el Capitán General. 

Yamamoto no titubeó. 

—Entonces, señorita Taisho, ¿vas a participar en la guerra y cumplir con lo que te pedimos? 

Mizuki entrecerró los ojos. 

—¿Eso es un favor o una orden? Porque que quede claro, no estoy aquí para ayudarlos a ustedes. Estoy aquí para proteger la Sociedad de Almas. En otras palabras, proteger la humanidad y asegurarme de que las almas lleguen a su destino, ya sea el cielo o el infierno. 

Su mirada recorrió la sala hasta detenerse en Byakuya Kuchiki. Él la observaba fijamente, sin apartar la vista. Por un momento, Mizuki sostuvo su mirada hasta que escuchó su nombre siendo pronunciado con fuerza. 

—¡MIZUKI TAISHO! ¿ME ESTÁS ESCUCHANDO? —bramó el Capitán General, su aura negra y púrpura vibrando con intensidad. 

Mizuki suspiró. 

—Baja la voz, por favor. Estaba pensando en tu "linda" orden. Mi respuesta es que aceptaré ayudar. Ahora, si me disculpan, necesito mandar a hacer mi capa como capitana y ocuparme de mi residencia, que seguramente ya no existe. 

Yamamoto negó con la cabeza. 

—No te preocupes por tu casa, Mizuki. 

Ella arqueó una ceja. 

—¿A qué te refieres? 

—A partir de hoy, vivirás en la mansión Kuchiki junto con el capitán del sexto escuadrón. 

Byakuya, que ya estaba a su lado, inclinó la cabeza en señal de obediencia. 

—Entendido. 

Mizuki se cruzó de brazos. 

—No es necesario que me quede contigo, no te preocupes —dijo, girando sobre sus talones para marcharse. Pero antes de dar un paso más, sintió cómo alguien la rodeaba por la cintura. 

Al girar, vio que era Byakuya quien, sin esfuerzo, la alzó sobre su hombro como si fuera un saco de papas. 

—¡Byakuya, bájame ahora! ¡No soy una niña! —exigió con furia, pero él la ignoró por completo. 

Cuando finalmente la puso en el suelo, no la soltó, sino que la tomó de la muñeca y comenzó a arrastrarla. Mizuki, sin más opción, lo observó en detalle. 

Era un hombre de porte elegante, con piel pálida, ojos violáceos y cabello negro recogido con un kenseikan, símbolo de su nobleza. 

"Es demasiado atractivo… pero no importa. No he venido a hacer amigos ni a enamorarme. Solo vine a cumplir mi misión."

Mi vida como capitana (Byakuya Kuchiki y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora