Histeria

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Histeria

Las agujas del reloj se movían lentas, calmadas, como quien teme apuntar la hora de la muerte de un pobre condenado. Caminaban con tal parsimonia que daba la impresión de que no estaban moviéndose en realidad, que solo era un engaño visual para asustar a aquellos que temían la llegada de una hora en especial y que no sucediera lo que estaban esperando.

Sangre...

No... no de nuevo...

No quería causar nada de eso...

No quería...

No quería que nadie saliese herido...

- ¡Señorita, por favor, tranquilícese! –me hablaba con determinación, pero yo no podía controlarme. Me sacudía como una poseída, gritando, berreando, incapaz de quedarme quieta. ¡ ...! ¡necesitaba ayuda...!

- ¡NO! ¡Cállate! ¡No entiendes nada...! –chillé, hundiéndole las uñas en los brazos. El estruendoso sonido a nuestro alrededor, explosiones, disparos... me aturdía aún más. Lo miré, con ojos desorbitados, tratando de hacerlo comprender mi desesperación- ¡¿Escuchaste sus gritos?! ¡¿Es que no puedes oírle gritar a través de las lágrimas?! ¡Tenemos que hacer algo...!

Gritos de angustia. Gritos de terror. Gritos sangrientos.

No podía...

No podía perder a otra amiga...no más Shinigamis muertos...

¡NO PODRÍA SOPORTARLO!

Me sacudió, violentamente, por los hombros, y nos tropezamos, rodando por los escombros. Yo seguía aturdida, histérica...

- ¡SEÑORITA, TODA VA A SALIR BIEN! –rugió, con tal ferocidad que yo jamás había visto retratada en su rostro. Me quedé en una pieza, mirándole a los ojos, temblando por la rabia y la impotencia- ¡¿Me escuchó?! ¡Todo va a Sa...!

Entonces su voz se apagó, y solté un berrido de horror y terror, mientras veía, lentamente, como si el mundo se hubiera detenido, como la bala le atravesaba el cráneo y sus ojos se desorbitaban lentamente. Vi su cabello mancharse de rojo, mientras habría un agujero por el medio de su cabeza.

Chillé su nombre, con más ahínco, con más dolor. El horrible rojo salpicó a nuestro alrededor, y pedacitos de carne y hueso salieron disparados en mil direcciones, manchando el suelo, el aire, tan grotescamente como un extraño escenario de muerte.

Su cuerpo cayó al suelo con un ruido violento, que se escuchó aun por encima del escándalo de las balas y los gritos, y los demás cuerpos desvaneciéndose... lo vi, tendido, inmóvil... Muerto...

Busqué el rostro de ..., quien había aparecido de la nada, y ahora me arrastraba como si su vida dependiera de ello, sacándome del campo de batalla, tirando de mis brazos con una fuerza que no era suya. No podía ver sus ojos... no me imaginaba la pena...

El Quincy que esta frente a ella se llamaba Äs Nödt, al estar bañada en la sangre de un inocente, con el odio echando raíces en lo más profundo de mi ser, el primer atisbo, camino hacía aquel ser que ha destruido tantos seres, su aspecto su piel es demasiado clara además, sus uñas completamente pintadas de negro. Lleva el uniforme estándar del Wandenreich el cual en su caso consta de una gabardina abotonada que cubre completamente su cuerpo.

Sin embargo, lo que más destaca de su apariencia es la máscara negra con la cual cubre su boca y nariz, la cual además lleva incrustados una serie de púas de metal que caen de forma vertical. En complemento a su apariencia ya de por sí aterradora, Äs Nödt carece completamente de labios, al mostrarse sin su máscara revelándosenos que sus dientes y sus encías están completamente expuestas, sin duda un Quincy aterrador y asqueroso, lo ultimo que destacan su apariencia es su mirada vacía, ojos de color negro, cabello largo y suelto, con su largo flequillo dividiéndose en dos, enmarcándole así el rostro.

Mi vida como capitana (Byakuya Kuchiki y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora