Parte 3

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Fernando terminó sus asuntos en aquel lugar después de tres días, el objetivo de su viaje había sido reunirse con un hombre con el que empezaba a tener tratos y negocios. Pero no quiso regresar a la Gran Ciudad, no, sin antes volverla a ver, necesitaba volver a ver esa sonrisa que tanta paz le había transmitido, no fue nada difícil dar con su familia, recordaba perfectamente el apellido de su padre y había averiguado que este, era un pequeño pero reconocido comerciante de la zona y con excusa de hablar sobre algunos asuntos de compras, se aventuro a visitar aquella casa.

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Alexandra no había podido dejar de pensar en las palabras de aquel hombre, desde aquella noche, no podía dejar de imaginar con gran desilusión su vida si terminaba casada con Armando Zambrano, su angustia crecía a cada minuto, no quería, algo así no podía pasarle...

Cuando no lograba poner sus pensamientos en orden, cuando se sentía afligida o disgustada, caminar era lo único que lograba calmarla, detrás de su casa, había un pequeño bosque que a menudo recorría con su amiga Paulina, era el lugar perfecto para poder hablar sin que nadie las escuchará y para dar rienda suelta a sus sueños, ansiosa espero la tarde y con ella la visita de su amiga Paulina para poder salir a aquel, su lugar favorito, a respirar el olor que la naturaleza le brindaba, en especial en esa época del año, en que la primavera mezclaba el olor de pino con diferentes flores, era uno de sus mayores placeres, esa tarde en verdad necesitaba de esa tranquilidad que el bosque le regalaba, sin embargo su padre arruino aquella esperada salida cuando le anuncio la visita de Armando Zambrano, ushhhh, no, y justo cuando pretendía salir a caminar, suspiro con resignación, al menos esta vez se encontraba con ella, su amiga.

La no muy grata visita avanzaba, aunque había más silencio que charla, los monosílabos con los que ella acostumbraba a responder todas las preguntas del señor Zambrano hacían imposible una fluida conversación, el silencio era tenso y la situación muy incómoda, de repente su padre, irrumpió en el salón, al regresar acompañado esta vez, del señor Fernando De La Rosa.

Para Fernando y Armando encontrarse en el mismo salón, no fue una grata sorpresa. Sus miradas se cruzaron, desafiantes, se saludaron con la mayor frialdad e indiferencia, la actitud de los dos hombres fue algo que no pasó desapercibido para Alexandra...

Pero esto no podía ser verdad, que se creía este hombre? Era un sínico, como podría fingir tanto? y encontrarse ahí haciendo visita de lo más cordial cuando sus planes eran todo menos cordiales, Fernando no pudo evitar sentir repudio por aquel hombre y lo atravesó con una fría mirada.

La charla se volvió aún más tensa con la llegada del nuevo visitante, Alexandra seguía viendo la incomodidad que Armando sentía con la presencia de aquel otro hombre, y sin más, decidió hablarle de cualquier cosa a Fernando, con la única intensión de molestarle

- Señor De la Rosa, piensa usted quedarse una temporada por esta zona? – pregunto ella, muy cortésmente-

- Tengo algunos asuntos pendientes por aquí y si, una de las hacienda de mi propiedad está ubicada hacia el este, a unas 6 horas de aquí, así que pretendo instalarme allí, por un tiempo, me facilitara mucho, los desplazamientos ya que tendré que ir y venir muy seguido.

- Ohhh! Sabía usted que el señor Zambrano también tiene una hacienda que acaba de adquirir por la misma zona de la suya, será una gran casualidad si quizás colindan... Pero cuéntenos a parte de los negocios como ya nos dijo, que más le atrae de por aquí, me atrevo a afirmarlo ya que tiene una propiedad.

- Tiene usted toda la razón señorita, respirar la tranquilidad del campo es necesaria en algunas ocasiones, sin embargo no es solo la tranquilidad y la paz lo único que me atrae, los paisajes de esta zona son exquisitos y me gusta montar, así que no desaprovecho y a caballo exploro todo lo que puedo.

Amor rima con dolor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora