Parte 5

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Amaneció y para Fernando esa era la más hermosa de las mañana, él era de esos hombres que odiaban la lluvia y el invierno, pero esa mañana por primera vez amo que lloviera, sí, la lluvia no había parado desde el día anterior y en lugar de menguar amenazaba con arreciar aún más.

Alexandra esa mañana no le importaba no tener que vestir, ella siempre había amado la lluvia y esa mañana la amaba mucho más que nunca.

Se encontraron en el comedor a desayunar y el humor de juntos era el mejor que habían tenido en días, hablaron, rieron y disfrutaron de la mutua compañía. Hacia el mediodía se desato una gran tormenta... era definitivo que ese día lo volvería a pasar con él y en su casa. No fue, hasta tarde en la noche, cuando por fin la lluvia empezó a ceder.

Aquel día fue mágico, se conocieron hablando de tantas cosas, que el tiempo pareció correr, Fernando estaba feliz de saber que así el clima cambiara, el día siguiente igual no podrían salir de su casa, pues los caminos después de tanta lluvia no estarían aun transitables, no sería hasta el martes que podría llevar a Alexandra hasta casa de aquel hombre y su viaje terminaría el sábado, eso significaba menos de cuatro días, y eso resultaba mejor de lo que él hubiera podido planear.

Alexandra no pudo sentirse más a gusto en aquella casa y con aquella compañía, además de saber que la situación la obligaba a estar allí un día más.

A la mañana siguiente la lluvia había parado pero el día era gris y amenazaba con más lluvia, Fernando envío un mensaje a los Padres de Alexandra explicando todos los contratiempos en su viaje, la respuesta llego por el mismo medio y en ella decía que entendía la situación y que de continuar el mal tiempo sería mejor que regresaran a casa, pues pensaban en el regreso y en el carruaje tan pequeño con el que ellos contaban. Al leer aquella nota Alexandra sintió que haber viajado con Fernando fue lo mejor que le había podido suceder y que ahora ya no tendría que ir a casa de aquel hombre.

Para Fernando esas líneas fueron música y por fin pudo respirar profundo, no solo retardo aquella visita, la misma ahora era prácticamente cancelada lo que aún era mejor.

El martes en la mañana volvió a llover, eso retrasó un día más el regreso a su casa, pero eso no tenía la menor importancia ya, ni para Alexandra, ni para él, la verdad era que esos días junto a Fernando eran muy especiales, aprendía a conocerlo y cada vez quería saber más y mucho más acerca de él. Fernando por su parte sentía que esos días no podían ser mejores, la realidad era que estando junto a ella no recordaba todo en lo que su vida se había convertido, a su lado se sentía más que tranquilo y su sonrisa era un arrullo, esa sonrisa parecía calmarlo todo dentro de él, esa mujer se metía en su cabeza y al parecer en todo su ser. Esa agresividad con que le había hablado días anteriores desapareció y en su lugar dejo a una mujer dulce, él por fin podía ver, como en verdad era ella cuando no se sentía presionada, cuando no estaba a la defensiva.

Alexandra se sentía tan tranquila a su lado que podía ser ella sin impórtale nada, Fernando no era como todos tratando se agradar y conquistar, siempre en esa posición de estar a la caza. No, él era tranquilo y sencillo y ella se sentía feliz a su lado.

El jueves finalmente estaban de regreso, los días habían pasado muy rápido pero sobre todo en paz.

Fernando no quiso dejarla de nuevo en su casa, deseo poder llevársela junto a él, pues sabía que Zambrano no se conformaría y que volvería a intentarlo muy pronto, sin embargo por ahora estaba a salvo en su casa y para él eso era suficiente.

- Señorita Dosantos, en verdad estos días en su compañía fueron un placer. – beso su mano y le dedico una gran sonrisa-

- El gusto fue totalmente mío, gracias por todo y perdone por haberle ocasionado tantas molestias.

Amor rima con dolor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora