Parte 18

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Desde aquella noche Fernando, visitó la habitación de Alexandra con tanta frecuencia que ya casi ninguna dormía en la suya.

Paulina regresó a su casa junto con Javier quien estaba dispuesto a hablar con el Padre y fijar la fecha de su matrimonio, así lo hizo y cuando este volvió a la Gran Ciudad, comunicó que se casarían dentro de dos meses, ósea un mes después que Fernando y Alexandra.

La fecha de la boda se acercaba y faltando solo dos semanas, Fernando viajó había algo que tenía que hacer con gran urgencia...

Alexandra no esperó verlo de regreso acompañado de su hermano, su felicidad ahora sí que era completa. Fernando lo había encontrado y gracias a Javier y su influencia con el sector militar, le permitieron salir un par de semanas del internado para poder asistir al matrimonio de su hermana.

Se fundieron en un gran abrazo, las lágrimas rodaron, pero esta vez por felicidad, hacía casi dos años que no se veían, era tanto lo que tenían por contarse que los días se fueron tan rápido y parecían no alcanzar.

Faltando solo tres días para la boda, Paulina y su familia llagaron a la Gran ciudad, todo estaba listo y así llego el día...

Alexandra no pudo evitar pensar en sus Padres y en todo lo que tuvo que vivir, algo de tristeza se asomó a su rostro, sin embargo sabía que ya nada podía cambiarlo, ahora Fernando era su presente y su futuro, tenía a su hermano a su lado no podía pedir más.

Para Fernando, saberla su esposa era alcanzar un sueño, aunque ella ya era su mujer hacía algún tiempo, era poder decirles a todos que ella era suya, la mujer a quien amaba y además por fin podría despertar a su lado sin tener que ocultarse de nadie nunca más.

Estuvieron un mes fuera de casa, disfrutando de su luna de miel, Fernando la llevo de viaje por Francia y España, se dedicó a consentir cuanto ella deseaba, a disfrutar de sus sonrisas que cada día eran más frecuentes y a fundirse en esos ojos verdes. Alexandra era muy feliz, a pesar de todo lo que tuvo que vivir, sus sueños se hacían realidad, sentía como la vida le devolvía la felicidad que por tanto tiempo le negó. Ese amor que tanto en cartas se prometieron ahora lo disfrutaban, Fernando no solo había salvado su vida, se había convertido en su todo, en su razón de existir.

Regresaron justo para la boda de Javier y Paulina, su matrimonio fue una gran fiesta, con muchos invitados todo lo contrario a la de Fernando y Alexandra que no quisieron más que una pequeña cena con la familia y amigos más allegados.

Javier y Paulina compraron una casa en la ciudad, de nuevo su amiga y ella, estaban tan cerca como antes, las dos parejas de recién casados se frecuentaban tanto como les era posible, se acomodaban a sus nuevas vidas fácilmente. Jorge de la Rosa y Elizabeth se reunían con todos, los fines de semana y compartían como la nueva familia que eran.

Alexandra ayudaba a Fernando con los negocios que él, por aparte de los de su familia tenía, los días pasaban y sus vidas eran perfectas, se amaban sin esconderse de nadie, disfrutaban tanto de su mutua compañía que a veces los días parecían cortos, ellos se tenían el uno al otro y no necesitaban nada más para ser felices.

Ahora se escribía frecuentemente con Juan su hermano, a quien le iba muy bien en el internado y le había confesado ya en una de sus cartas que estaba interesado en seguir la carrera militar en la marina, de sus padres no volvió a saber nada y a aquel que fuera su pueblo no pensaba volver jamás.

Pronto Paulina y Javier serían padres, así se lo habían hecho saber a la familia, el padre de Fernando aunque se ocupaba de pequeñas cosas, no volvió a estar al frente de sus negocios y Elizabeth en un par de meses contraería matrimonio con un hombre extranjero, que hacía poco había llegado a la ciudad y del que casi de inmediato se enamoró.

Amor rima con dolor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora