Parte 30

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Alexandra estaba hundida en un sueño interminable, desde que escucho la voz de Fernando y pudo ver su rostro, no había más que oscuridad a su rededor, venían y se iban las imagines de su niñez, pero aunque trataba, no podía abrazar ninguna de ellas, cuando sentía que estaba cerca, de repente se desvanecían como el humo, volviendo a dejarla inmersa en la oscuridad.

Caminaba descalza entre las tinieblas, sentía frío y miedo, a veces corría por un pasillo interminable y lo único que veía eran puertas, todas cerradas... en sus sueños trataba de abrirlas, pero era imposible, de nuevo escuchaba esa voz, era la voz de Fernando y entonces volvía a correr buscando encontrarlo, pero el silencio aparecía y lo inundaba todo, entonces estaba una vez más perdida.

De nuevo corría siguiendo ese sonido ya tan conocido por ella, a lo lejos vio una puerta entre abierta, pero cuando se acercó, la voz que la trajo hasta ahí cambio ya no era Fernando no, era ahora Armando Zambrano que se reía con tal fuerza que su eco retumbaba en sus oídos, haciendo vibrar su cuerpo del miedo, trató de salir de allí, pero la única puerta había desaparecido y el lugar donde se encontraba se hacía cada vez más pequeño y asfixiante, volvió a sentir las manos de ese hombre tocando su cuerpo, noooo gritó con fuerza, tratando de alejarse, pero al dar un paso hacía a tras cayo en un vació sin fondo y de pronto nada, de nuevo solo oscuridad...

Estaba sentada en el frio suelo con sus manos sosteniendo sus rodillas, el miedo que ya era usual, la atormentaba y jugaba con ella, lloraba y trataba de ocultarse de los sonidos de las voces que gritaban y se acercaban tanto que sentía le hablaban al oído y luego se alejaban, reían y susurraban, ella no podía entender que decían, pero era aterrador escucharlas...

Era primavera, el olor que tanto amaba de las flores era relajante, tendida en el césped miraba hacia el cielo, disfrutando de la suave brisa, pero poco a poco esa brisa se convertía en un viento helado y el día se oscurecía, el viento levantaba con violencia las hojas de los árboles en forma de remolino, su vestido se levantaba con el fuerte viento, corría por entre el bosque, pero el bosque se cerraba y sentía los árboles doblarse sobre ella, después de un momento su vestido ya no era el mismo, ahora estaba vestida de novia, pero su vestido era negro... estaba cerca de un lago, así que se acercó a él tratando de ver su reflejo en el agua, pero no podía verse el rostro, se reflejaba su cuerpo hasta el cuello, pero el velo que llevaba ocultaba el rostro y le impedía ver su cara, los gritos de angustia la llevaron a otro lugar...

Miró con asombro el lugar donde estaba, era aquel cuarto sin luz, de su casa, la casa de sus padres, aquel donde estuvo tanto tiempo encerrada, lo caminó reconociendo cada mueble de aquel estrecho lugar, regadas por el suelo estaban todas las cartas que Fernando le había enviado en aquella época, se arrodillo las tomo en sus manos queriendo leerlas, pero solo eran hojas en blanco, todas estaban en blanco... Una vez más la voz de Fernando llegaba hasta ella, miró en todas las direcciones tratando de ubicarlo, pero la vela con la que intentaba alumbrar las catas cayó e incendio el lugar, todas las cartas se quemaron sin que ella pudiera hacer nada.

De nuevo la oscuridad, el frío y el silencio lo inundaban todo, hasta que el sonido del correr del agua llamó su atención, abrió los ojos y ella estaba en medio de un rio de aguas turbias, trataba de acercarse a la orilla, pero cuando estaba cerca y sentía que ya lo lograba, de nuevo estaba en la mitad del río, cada que sentía llegar a la orilla, la envolvía la frustración, de nuevo estaba a la mitad del río, el miedo que sentía la hizo gritar pidiendo ayuda y entonces pudo ver a Fernando estirándole su mano, cerca de una de las orillas, avanzó desesperadamente hacia él, pero cuando estiro su mano para poder alcanzar la de él, se hundió en esas aguas ...

Alexandra estaba consumida por las pesadillas que la fiebre le producía, llevaba días, atrapada en esos horribles sueños que iban y volvían... Así fue desde que entre esas pajas, la vida de su hijo abandono su cuerpo.

Amor rima con dolor...Donde viven las historias. Descúbrelo ahora