Regaño

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Regaño

Estaba dolida y molesta mientras caminaba por el residencial buscándolo de nuevo. El día anterior no había ido a verlo porque mamá no me dejó salir de la casa; me había castigado y por eso estaba como estaba. No le había hablado mucho a mi mamá desde ayer y hasta me mostré enojada con papá que ni culpa tenía de las exageraciones de mamá.

Lo encontré en la entrada de la zona de viviendas, en los jardines que adornaban la puerta principal y que daban una bella bienvenida a los habitantes y visitantes. Arreglaba los rosales que había allí con mucho cuidado, pero como siempre, no dejó de trabajar ni cuando se percató de mí, sino que comentó con desgana:

—Ayer no te vi.

Fruncí la boca y apreté mi blusa entre mis manos, completamente frustrada.

—No vine porque mamá me castigó —confesé en un hilo de voz, rencorosa y avergonzada.

—¿Qué hiciste?

—Me dijo que no saltara en los sillones y nunca lo hago, pero ayer sólo fue un momentito porque estaba emocionada viendo un programa de televisión y me vio y me regañó. ¡Pero sólo fue un momentito! Mamá exageró mucho y fue injusto. Regaña por todo y no me gusta.

Él dejó de podar las rosas en las que trabajaba y me miró, pero yo rehuí su mirada muy resentida. Escuché que suspiró.

—Mira ese rosal —Me invitó señalando el que arreglaba y con el que casi terminaba—. Ahora mira este otro —Señaló uno que no había tocado—. ¿Cuál es más bonito?

Los miré detenidamente. El primero estaba bien cortadito, recto y las rosas lucían mucho; en cambio, el otro tenía las ramas y hojas abundantemente enmarañadas, dobladas y opacaban las flores.

—Ése —Señalé el que cortaba.

—¿Sabes por qué? —Sacudí la cabeza en negación—. Porque estoy podándolo —Cortó otra ramita con las tijeras.

—¿No les duele? —pregunté preocupada.

—Sí, pero es parte del proceso y vale la pena porque después se ven bonitos y crecen derechitos. Los regaños de tu madre pueden no gustarte y dolerte un momento, pero es para que crezcas bonita y derechita. ¿No quieres crecer así?

—Sí quiero.

—Entonces no te enojes porque tus padres te reprendan... O mejor aún, obedéceles siempre, ¿bien?

Asentí en conformidad y acuclillándome a su lado lo miré trabajar en silencio. Como éstos, yo sería un rosal bonito.

El Jardinero y yo [II]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora