El Plan

1.3K 80 11
                                    

La escuela estaba desolada y tranquila, aunque no tranquila en el buen sentido. Hacía frío, y yo tenía un traje de conserje encima, que aparte me quedaba volando. Apenas colgaba de mis hombros.
Jake tenía el mismo traje. Y le quedaba hasta más grande que a mí. Él enjuagaba su trapero mientras yo limpiaba los casilleros.
-¡POR QUÉ CARAJOS PEGAN CHICLES AL CASILLERO!
Grité, despegando un chicle blanco con una espátula de metal.
-Tú lo haces.
Dijo Jake resbalándose con la mopa gris de suciedad que tenía en la mano. Yo reí.
-Al menos tengo un bufón para entretenerme.
Dije yo. Él me cacheteó con la mopa.
-¡QUÉ ASCO!
Grité mientras le pegaba el chicle al cabello.
-¡MI CABELLO!
Gritó él, mirándose en el reflejo del empapado suelo, pues su cubeta se había volteado. Me la puso en la cabeza. Yo ágilmente me la zafé, y la tiré al piso, generando un sonido ensordecedor que llenó todo el pasillo. Pronto salió un vigilante.
-¿Se puede saber qué están haciendo?
Dijo el rechoncho vigilante, con las manos en la cadera.
-Nada, se me cayó...
Dije yo, recogiendo la cubeta, y exprimiendo el trapo en ella.
-¿por qué está todo mojado?
Preguntó el gordito mientras intentaba sacarnos algún tipo de información que podría usarse en nuestra contra. ¿Qué tiene contra nosotros? No lo sé. Recuerdo que antes de irme a Estados Unidos, el vigilante jamás me dejaba entrar a la escuela sin un permiso del director, hasta que amenazaron con despedirlo si no dejaba de hacerlo. No lo sé, solo me odia.
-Ya te dije, la cubeta se cayó, y el agua en ella se derramó
Dije, encogiéndome de hombros.

Salió rápidamente del edificio, y volvió a su puesto de trabajó, mirando alrededor esperando a que nadie viniera. Yo reí, y empujé a Jake con el trapero.
-Eso es todo. ¿Sabes qué? Me voy de aquí.
Dijo Jake, El idiota ese, y dejó caer su trapo y su trapero.
-¡no te puedes ir así nada más!
Le dije, casi persiguiéndolo. La verdad, no me quería quedar sola como una estupida mientras Jake veía CSI en el sofá de su casa mientras de rascaba la panza.
-Mírame.
Replicó él, caminando de espaldas, y así mismo saliendo del edificio por la puerta trasera. Yo me quedé parada como una boba por unos segundos, y luego se me ocurrió algo que no podía creer que no se me había ocurrido antes. Era algo tan sencillo como ser sapa.
Salí corriendo hacia el puesto de trabajo del vigilante odiador, que se ubicaba afuera de la puerta principal del edificio, y frené en seco al verlo.
-¡Señor!
Grité, aunque estaba como a un metro del gordo.
-¿Ahora qué?
Preguntó él, inclinándose levemente hacia mí.
-¿Recuerdas el chico que estaba conmigo hace un momento?
Le dije, apartándome un paso hacia atrás.
-¿cuál chico?
Dijo el vigilante rascándose la cabeza. Yo quedé un poco confundida.
-a ver, rubio, extraño, deforme, demasiado bajo para su edad..., ¿no?
Dije yo, haciendo una obvia descripción de El idiota ese. El vigilante negó con la cabeza. Yo pensé en qué decir por unos segundos, cuando noté diez dólares que bailaban en su mano. Pronto supe qué pasaba aquí.
-¡Ese niño!
Exclamé, volviendo adentro con evidente rabia. Jake le había pagado al gordinflón diez dólares para que no dijera nada. El chico es inteligente. Y su especialidad, es jugar trucos para nunca meterse en problemas, y como siempre, meterme a MÍ en problemas.

Pronto me tranquilicé, y limpié hasta que era hora de irme. Fui al armario del conserje, devolví el traje, y me di cuenta de que Jake se fue con el traje de conserje puesto. Reí por lo bajo, y me fui a casa caminando. No necesitaba estar en compañía en ese momento. Ya estaba demasiado alterada, así que no llame a mi mamá para que me recogiera, y me fui a pie.

Cuando llegué a casa, mamá me estaba esperando.
-¿cómo te fue de conserje con Jake?
Me preguntó sin despegar la mirada de su libro. Yo bufé.
-Solo digamos, que me vendría muy bien un baño.
Dije, dirigiéndome a mi habitación.
-Sabrina, si no me equivoco, no hemos exactamente hablado de lo que pasó.
Me dijo mamá. Yo me volteé. Deseaba que no tocara ese tema.
-Sé que estuvo mal, mamá, ahora, ¿podrías solo quitarme el teléfono o la computadora? Solo quiero que esto termine.
Dije, con un solo bufido. Mamá cerró su libro y se quitó las gafas para leer.
-Sabrina, haz hecho muchas cosas. Y cuando digo muchas, son muuchas.

"COMO AMIGOS"Donde viven las historias. Descúbrelo ahora