Aquella noche lo vi, tal vez me encontraba en un estado realmente crítico, tal vez lo necesitaba tanto, tal vez estaba loca o tal vez era real, en ese instante no importo en absoluto porque simplemente él estaba aquí.

Tenía demasiado sueño, no quería ponerme a pensar en todo lo que había pasado hoy, tantas cosas gritando dentro de mi cabeza, luchando unas contra otras, ya tendría que enfrentarme después a ellas.

Lo sentí, algo que acariciaba mi pelo con temblor, no quise despertar, podía sentir algo que me hacía sentir como en casa. Tal vez por eso de alguna manera sabía a lo que me enfrentaba. Ceso. Abrí los ojos, el reloj marcaban las 2:40, me apoye en mi codo, mire toda mi habitación. Total silencio.

-¿Qué es lo que ves? – su voz. Detrás de mí.

No me sentí aterrada, no había miedo solo sentí como la paz me recorría, me di a vuelta para poder mirarlo, él estaba frente a mí, lo miraba con mis propios ojos, me olvide por un instante que él se había ido. Sus ojos me miraban curiosos, supe que no me importaba si era real o no, lo tenía por el momento.

-Te he visto de lejos. –hablo él con su lenta y ronca voz. –Niall no quería que sufrieras.

Escuchar su voz me hizo sentir una inconmensurable nostalgia, lo único que pude hacer fue lanzarme a sus brazos, no quería otra cosa más que sentirlo entre mis brazos, nada más que saber que podía tenerlo por un efímero momento.

-Siento haberte dejado sola. –me susurro, sus labios sobre mi pelo.

-No fue tu culpa.

-Te amo.

Volví a perderme en sus ojos verdes, me tomo de las mejillas y me acerco a él, tenerlo así de cerca me ponía nerviosa, juntamos nuestros labios y me deje llevar. Incluso esa noche sentí la diferencia, sus labios eran tan reales, me asusto por un tiempo el hecho de que no fuera un sueño. Acaricie su largo pelo. Todo lo que había perdido y que ahora necesitaba, estaba a mi lado.

-No quería irme. –dijo separándose de mí. –fue inevitable. Luche por quedarme.

-Te creo, Hazz, te creo y no tienes que decírmelo.

-No quiero verte así, Avery. –me dedico una mirada de lastima. –no quiero que estés así por mi culpa. Quiero que sonrías todos los días como solías hacer.

Me que callada, no podía prometer estar bien, si él era el que me hacia tanto bien.

-Tratare. –le respondí.

Nos volvimos a besar, con necesidad por la causa de tenerlo tan lejos y que de repente apareciera, mañana despertaría y me daría cuenta de mi ensueño. Mañana.

Me tomo de la mano, le dio un apretón y se lo regrese, dos de sus dedos tomaron el anillo de compromiso y lo retiraron de mi dedo. Sentí una sensación de libertad, la sensación de poder respirar bien de pronto.

Se volvió a alejar de mi, miro el anillo y después a mí.

-No tienes ni idea de cuanto odio verte con esta cosa. –dijo mirando el anillo con desprecio.

-Claro que tengo una idea. –conteste. –soy yo la que lo lleva puesto.

-Entonces se lo que deberíamos hacer. –sonrío con complicidad.

Se levanto de la cama con el anillo en la mano, como si fuera algo asqueroso que temiera tocar más del tiempo necesario.

Llego hasta el balcón de mi habitación y lo abrió, se volvió hacia a mí para sonreírme con complicidad, la poca luz de la luna hacia que el anillo destellara de brillo, el anillo que Harry aventó por el balcón.

-Ya no será tanto un problema. –dijo.

-Te amo, Hazz. –respondí.

Me miro por un fugaz instante.

-Te amo, Avery.

Vaya juego para mi mente.

INEFABLE ‖H.S‖Donde viven las historias. Descúbrelo ahora