Capítulo tres.

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Subi mis piernas hasta el pecho y metí mi cabeza entre ellas. Hace más de diez minutos que habían metidos a todos los presos a sus respectivas celdas y al parecer hasta nuevo aviso o hasta mañana ya no se podía salir ¿qué mierda sabía yo? nunca me imagine el simple hecho de acabar en prisión.

Me balancee en la cama aún manteniendo la misma posición, ¿cómo demonios iba a durar toda mi vida aquí? maldición, yo sabía que dejar entrar a mamá en nuestra vida iba a traer problemas ¡yo lo sabía, maldita sea! y nunca dije nada, nunca enfrente a papá y le di mi opinión, sólo lo deje, deje que él mismo se llevara a la muerte.

—No me digas que estás loco, porque si es así este no es lugar correcto para ti.— Observé al oficial detrás de la reja, quien se encontraba con un chico, se notaba que era menor que yo, quizás unos dieciocho años, lo justo y necesario para entrar aquí. Su mirada expresaba terror, bienvenido al club compañero.

—No estoy loco. — Murmuré estirando mis piernas, obteniendo una postura sentada, sin embargo me puse de pie delante de la reja. —¿Y este quién es? — cuestione un poco brusco para mi sorpresa.

—Tu nuevo compañero de celda.— Empujó al chico adentrándolo a la celda, justo como hicieron conmigo hace unas horas atrás. —Diviértanse, pero no demasiado. No quiero escuchar ruidos raro— la burla era muy fácil notarla en su voz o en sus palabras. Ugh.

Hijo de puta.

—¿Cuál es tu cama?— dirigi mi mirada hacia el chico. No era nada feo, delgado, cabello negro brilloso, estatura promedio y sus ojos al igual que su cabello, eran negros. Ni ojos claros, ni cabello rubio, ni nada por el estilo y aún así se veía un lindo chico, pero débil... Ya veremos si corre con la misma suerte que tuve yo al llegar. Bien, de acuerdo probablemente no debería tentar a mi suerte.

—La de abajo.— asintió y se subió a la que ahora iba a ser su respectiva cama. Yo sin embargo me senté contra la pared, justo frente de las camas.

—No pareces uno de esos tipos malos.— Susurró mirando hacia un punto fijo de la pared, a su derecha, sin embargo sabía que me observaba por el rabillo del ojo.

—No pareces uno de esos tipos que puedan defenderse.— Me burlé, aún sabiendo que yo tampoco soy de esa clase de chicos, sin embargo, tenía más musculatura y altura que él, lo que en cierto punto me daba algo de ventaja. Bueno eso creía.

Me miró por unos segundos y bajó la mirada —Porque no lo soy.

Sonreí de lado. —Ni yo soy uno de esos tipos malos. —Su mirada se volvió a encontrar con la mía y pude distinguir un poco de alivio en ella.—Soy Harry, por cierto— me levante y camine los pocos pasos que separaban la pared de la cama marinera y extendí mi brazo.

—Yo soy Connor.— estrechó su mano con la mía y sonrió levemente. Asentí separándome de nuestro saludo y simplemente me quedé parado allí.

—¿Y qué te trae aquí, Connor?

—Robe un auto— una ceja. Ni tan bueno el niño —¿Y a ti?

—Asesiné a mi padre.— El chico me miró horrorizado y se empujó más contra la pared.— Oh, no, lo siento, me expresé mal.— Sonreí. — Supuestamente asesiné a mi padre.

—¿Supuestamente?— Asentí — ¿Eso quiere decir que estas aquí en vano, porque eres inocente?— Volví a asentir— ¿Y quién lo mató?— Chico curioso.

—Mi madre.

—¿Qué? vaya mierda.— Asentí dándole la razón y me encogí de hombros. —¿Y hace cuanto qué estas aquí?

—Llegué esta mañana... ¿Eres siempre muy curioso?

Agacho la cabeza y sonrió de costado.—Lo siento, estoy nervioso y cuando me pongo así suelo hacer muchas preguntas. —Asentí — no quise molestarte.

—Esta bien.

—Te prometo que voy a dejar de hacer preguntas... O quizás podría contarte un poco sobre mi ¿no crees? —Dios, este chico realmente no se iba a callar nunca. —O  podrías contarme como son las cosas por aquí, los presos, la comida, los guardias. No se, esas cosas.

—Calma niño. Primero respira.

—Lo siento.— Murmuró apenado.

Negué divertido y me giré hacia los barrotes de la celda, siendo cautivado por los gritos de una persona, que se notaba demasiado enojado.

"¡Él me estaba insultando! ¡Se lo merecía! ¡Suéltame infeliz o voy a patear tu estúpido trasero igual que lo hice con ese idiota!"

Los gritos se escuchaban cada vez más cerca, la voz del protagonista se escuchaba forzosa y en definitiva pude comprobarlo cuando pasó delante mio siendo llevado por dos guardias. La desesperación por querer soltarse de ellos era increíblemente notoria.

¿Y ahora qué carajos?

—Wow— murmuró mi compañero de celda a mi costado— ¿Y ese quién era?

—Louis.

El prisionero | LarryStylinson [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora