Capítulo cuatro.

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—¿Tienes miedo?

—Bueno, si me miras de esa forma cualquiera tendría miedo.— Respondí de forma burlesca observando como la cabeza de Connor colgaba al costado de la cama mirándome.

—No seas tonto. — Se rió despacio.— Me refiero a si tienes miedo estando en un lugar como este.

Coloqué mis brazos detrás de mi cabeza mientras cerraba los ojos. Se me hizo muy estúpida esa pregunta y en si todo lo que decía Connor, no me malinterpreten, se notaba que era un buen chico, no muy listo, pero si bueno y amable, pero en serio, a veces hacia preguntas muy estupidas.

En las horas que llegó estuvimos hablando demasiado, más que nada Connor, en serio, pareciera que este chico nunca se quedaba sin palabras. Era muy molesto en cierto punto, necesitaba un poco de paz y silencio, para poder procesar y comprender todo lo que había pasado. Además todavia tenía que llamar a mi abogado y preguntarle como iba a proseguir el caso. Me rehusaba a creer que iba a pasar el resto de mi vida pudriendome en estas cuatro paredes.

—Es tarde Connor y tengo sueño. Dormite y mañana podemos seguir hablando de todo lo que quieras.

—De acuerdo.

Mi abogado definitivamente tenia que sacarme de aquí lo antes posible. No sé como y con qué evidencia. Pero vamos, si estudió tantos años abogacía él tendría que hacer bien su trabajo ¿no?

Bien de acuerdo, si Connor me sigue mirando de esa manera voy a golpearlo con mi zapatilla. Niño molesto.

—¿Ahora qué?

—No respondiste mi pregunta.

— Todos tienen miedo, Connor.— Suspire y me talle los ojos, el sueño se empezaba a hacer cada vez más presente.— Desde los más débiles, hasta lo más fuertes, de esos que se la pasan haciéndole la vida imposible a chicos como tu.

— ¡Hey!, no ayudas.

—Reí.— Dormite de una buena vez, Connor.

—Sí, lo siento, buenas noches Harry.

Asenti viendo como su cabeza de manera rápida desapareció hacia arriba, me relami los labios y me acomode de costado para poder lograr una posición cómoda al dormir.



[...]


—¡Arriba, arriba!— Me sobresalte al escuchar como los oficiales golpeaban los barrotes de la celda con ese palo negro.

Suspiré y tiré mi cabello hacia atrás, planeaba levantarme pero un pie golpeó mi frente de manera brusca, lo que provocó un fuerte dolor en esa zona.

—Ups.

—Connor, maldita sea. Eso dolió idiota. — Gruñi.

—Lo siento.

—Como sea, vamos, me muero de hambre.— Hablé saliendo de la celda yendo hacia el gran comedor.

—Mamá siempre suele hacerme el desayuno y me lo lleva a la cama, antes de qué vaya al Instituto.— Me comenta una vez que estamos en la fila esperando a que nos den nuestro desayuno.

Alcé una ceja en su dirección. — Con que niño mimado ¿eh?

—Quizá.

Negué divertido y seguí esperando a mi turno, odiaba mucho tener que hacer fila, la paciencia nunca fue lo mío.

Con nuestras bandejas en mano nos dirigimos hacia una mesa vacía y simplemente nos dedicamos a desayunar tranquilos, Connor me contaba alguna cosas suyas, al parecer era un chico de clase media, nunca le faltó nada, pero tampoco le sobró, sin embargo este último tiempo él y su familia estaban teniendo problemas económicos, lo que a él le llevó a tratar de robar un auto.

—Así que los nuevos se juntan ¿eh?

Dirigí mi mirada hacia el hombre que se encontraba a un costado de nuestra mesa. Se veía absolutamente horrible, tenía el labio partido, el ojo izquierdo estaba rodeado por un enorme moretón de entre colores verde, morado y negro, su cabello lucía despeinado, exactamente como la primera vez que lo vi, su voz sonaba apagada y cansada. Y en su pómulo derecho se podía observar una herida, no profunda, pero si notoria.

—Te ves horrible.

—Eso porque no viste como quedó el otro.—
Respondió de forma orgullosa, como si hacer aquello fuera alguna especie de acto bueno.

Rodeé los ojos y seguí con mi desayuno.

— Soy Connor. — Se presentó el menor cuando vio a Louis sentarse a mi costado. La voz de Connor era algo grave, pero sin embargo tenia ese destello infantil.

—No te pregunté tu nombre, cariño.

Connor tragó de manera sonora ante la respuesta del hombre de mi costado, asintió y simplemente siguió comiendo.
Reí por lo bajo, el pequeño sólo intentaba llevarse bien con alguien más de aquí.

—Sin embargo... es un lindo nombre, yo soy Louis.— Sonrió de forma coqueta y pude notar como Connor se sonrojaba. Frunci el ceño.

—¿No desayunas, Louis?— Cuestionó el pelinegro.

—Anoche estuve en una pelea y como castigo me sacaron la comida por dos días— Respondió como si nada. Tanto Connor como yo abrimos los ojos sorprendidos. Iba a darle un pedazo mi pan, pero mi compañero de celda fue más rápido y le dió del suyo.
— Oh, gracias pequeñín, pero no es necesario.

— No, en serio, no tengo problema.-Sonrió mostrando su blanca dentadura. En ese momento quise darle una buena golpisa.

— Gracias, bebé. — Le devolvió la sonrisa y le dió un mordisco al pan. Ja "bebé".

—Deja de fruncir el ceño, rulitos. Te van a salir arrugas. — murmuró el castaño tocando entre el medio de mis cejas.

Reí falsamente y segui con mi desayuno.

¿Por qué mierda siento celos?

Genial, yo y mis hormonas alborotadas.

El prisionero | LarryStylinson [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora