Capítulo 4

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Era jueves, han pasado tres días ya de reencontrarme con David en la oficina de su padre, y no lo he vuelto a ver desde entonces.

Hoy tengo el día libre, así que me subí en el coche y pasé a comprar dos barras de chocolates, y fui de camino a casa de Sam.

Al abrir la boca puerta me encontré una chica hermosa y con una fina cintura, traía puesto una camisa de Sam y abajo solo unas bragas, me miró extrañada, pero yo no me inmuté, conocía perfectamente el afán de mi hermano, las mujeres.

-Hola- le respondí con una sonrisa.

-Hola, ¿Buscas a Sam?.

-Si.

-Espera un momento- dijo y cerró la puerta, esperé un momento y volvió- pasa- me dedicó una amplia sonrisa y se movió para dejarme paso.

Al entrar vi el apartamento hecho un desastre, me reí para mis adentros y busqué con la vista a mi hermano, que estaba en el sillón, me senté a su lado y le dije:

-Hola, solo quería decirte que... lo siento, por ser un idiota- le rodee el cuello con mi brazo y lo abracé.

-Ya te dije que estaba bien- me sonrió y miró la bolsa que llevaba aún en mi mano.

-Es la "barra de La Paz"- dije. Desde que cumplimos 10 años prometimos que nos regalaríamos una barra de chocolate si peleábamos o nos sentíamos tristes, no se porque sigo manteniendo eso, supongo que es porque lo único que me queda es mi hermano...

-Pero no sabia que tendrías compañía- le susurré al oído- voy a dejarlos solos-me levanté y le regalé la barra de chocolate restante a la chica- disfrútalo- le dije, y me fui a mi casa.


Recordé la fiesta de Catie, así que me puse unos jeans y una camisa negra, me pasé la mano por el cabello para peinármelo. También me preocupé de comprarle un regalo, un collar de perlas. Abrí mi correo y revisé la información que me mando Catie.

Al llegar a su apartamento a las 10:30 p.m ella me abrió la puerta y me miró contenta. Saltó sobre mi y rodeó mi cuello con sus delgados brazos.

-Gracias por venir Zeus- me sonrió entusiasmada, por detrás de ella se veía a la gente bailar con luces de diferentes colores y una música increíblemente alta.

-Feliz cumpleaños Catie- le entregue su regalo, ella me agradeció y entré a la fiesta.

Había mucha gente desconocida, pero también mucha conocida, al principio busque a David pero prometí distraerme esta noche.

Dos chicas ya conocidas se acercaron a mí, ambas a cada lado comenzaron a coquetearme mientras me acariciaban los brazos y jugaban su cabello.

-Oye Zeus... ¿Te gustaría ir a otro lado? Me dijeron ambas.

Antes de poder rechazarlas Catie se puso en medio, separando a las chicas de mi.

-Oigan... creo que ya bebieron suficiente- dijo fingiendo una risita nerviosa y alejando a las chicas de mí.

De pronto un tema lento comenzó a sonar, lo que hizo a la gente en la fiesta automáticamente intercambiar miradas y juntarse en pareja. Catie vino casi corriendo hacia mí, me tomó las manos y dijo:

-¿Puede ser este baile mi regalo de cumpleaños?- me dijo nerviosa.

Yo asentí, ella se acercó a mí, pegó nuestros cuerpos lo más que pudo, rodeó mi cuello con sus brazos, y puso mis brazos en su cintura, y las bajó lentamente para que casi llegaran a su trasero. Tragué saliva.

-Sabes... Nadie te ha visto con nadie, y quería preguntarte si tenías a alguien especial en tu vida- dudé al responder, mi mente se imaginó el rostro de David, sonrojándose, con esos hermosos ojos que no desaparecen de mi mente.

Pero solo fue un beso, ¿verdad?

Negué con la cabeza, con duda, y un sentimiento de culpa que me partía el corazón. Ella se acercó lentamente a mis labios, yo me quedé paralizado, estaba aterrado y me sentía culpable. Sus labios se juntaron con los míos y una oleada de calidez recorrió mi cuerpo.

No quería responderle el beso, no podía dejar la imagen de David a un lado.

Subí mis manos por su cadera hasta sus hombros, y la alejé lentamente de mí, bajé la vista avergonzado, y susurré:

-Lo siento, n-no puedo hacerlo...- logré decir.

Me separé de ella y me dirigí al baño, al notar que estaba cerrado golpee la puerta.

-Ocupado- dijo un chico, tardé unos segundos en reconocer su voz, era David. Su voz era frágil y rota, estaba llorando. Se escuchó un leve sollozo del otro lado de la puerta.

-¿Por qué lloras?- dije, guardando mis sentimientos y el nerviosismo en mi voz.

Se escuchó un largo silencio.

-Estoy triste- se escuchó salir de la boca de aquel chico.

-¿Puedo preguntar por qué?

-Porque estoy confundido...- dijo sollozando- no te preocupes- dijo recuperando la compostura.

-Nos vemos mañana David- dije mientras intentaba hacer menos incómoda la situación, y me fui de la fiesta mientras abrían los regalos.

Zeuspan: ¿Papi? Me gusta tu empleado [Terminada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora