25 de diciembre del 2008.
El clima caluroso, sofocante por los gritos eufóricos de los niños en los juegos mecánicos y las transpiraciones con mal olor de algunos adultos descuidados que llegaban a todas partes en el parque de diversiones más lleno y visitado de la ciudad, creaban un ambiente tedioso para la chica de ojos tristes y hermoso cabello rubio, ella no estaba acostumbrada a un clima tan caliente, al contrario, el frío era el que predominaba en su vida.
Estaba exhausta, llevaba haciendo fila por más de una hora en la atracción mecánica más grande y aterradora de todo el parque, la del martillo místico donde varias cabinas estaban alineadas en forma de maso de martillo gigante elevadas en el aire por una gran base metálica que se podía mover en una circunferencia de 360 grados, daba miedo su tamaño cuando eras una niña de diez años de tamaño promedio y con fobia a las alturas, pero tenía el propósito de demostrarle a su burlesca amiga que podía superar sus miedos, ¿Y qué mejor forma para hacerlo subiendo al juego más grande para su edad?
Sintió una eternidad pasar hasta que por fin le tocó su turno, entró a la cabina del medio algo estrecha, y se puso el cinturón de seguridad, creyó que iba a estar sola pero uno de los vigilantes del juego coló a un niño, quitándole lugar a la niña que estaba detrás de Ellie provocando las lágrimas de la pobre niña que pasó esperando igual que ella una hora para poder subir.
— Creo que deberías ser un poco caballeroso y dejar entrar a esa niña primero — le reprochó Ellie Sherwood en su momento al niño, pero antes de que este pudiera replicar algo, el juego recobró vida de nuevo y los elevó lentamente, su cabina inestable daba la impresión que caería, incrementando la aflicción de la niña de risos rubios y la diversión del chico de piel bronceada con ojos bonitos.
—Le di lugar a tres niñas, ¡era mi hora! —se justificó el chico cuando la cabina llegó a una altura considerable y tuvo la hermosa vista a todo el parque y el centro, las personas parecían hormiguitas desde allí. Ellie lo ignoró, concentrándose en intentar relajarse, respiraba con dificultad y evitaba ver abajo pero entre más se repetía que no viera abajo, su vista bajaba más, era como si su cuerpo no le tomaba en serio su intención de permanecer tranquila, sudaba y lágrimas empezaban a asomar por sus lindos ojos azules, su mano aferrada al cinturón de seguridad con tanto frenetismo que al presionarlo este le dejó marcas en sus regordetes manos. Se mordía el labio y aguantaba el nudo en la garganta que tanto le dolía, por último no pudo más y volteó a ver abajo.
Esa fue su perdición.
Mientras que Owen la observaba consternado, ¿Qué le pasaba? Si tenía fobia a las alturas, ¿Por qué subirse a un juego tan grande? Le preocupo tanto que le preguntó a la niña si estaba bien, ésta no respondió. Le tomó del brazo y se lo apretó levemente para tranquilizarla pero ella seguía respirando con pesadez temblando del miedo, para cuando llegaron a la cima, la serie de cabinas se golpearon mutuamente mientras descendían de nuevo pero a mayor velocidad, sorprendiendo a ambos chicos por el impulso rápido y repentino que giraba tan rápido como una ruleta.
Los gritos empezaron, llenos de euforia, adrenalina y miedo, muchas risas y vómitos llenaron el turbulento ambiente, Ellie había empezado a llorar más fuerte y Owen sonriente gritando de emoción se deleitaba con la adrenalina que la velocidad le provocaba .
Pero de repente, justo cuando las cabinas estaban en ese punto alto, el juego paró, las luces se apagaron y la confusión los invadió a todos.
El juego se había dañado, quedando dieciocho personas atrapadas en él, se encendió una luz roja de emergencia en cada cabina, todos confundidos y con el temor aumentando como un tumulto en cada garganta o corazón, unos se asomaban por las rendijas para asegurarse que todos estuvieran bien, mientras otros volvieron a llorar incluyendo a Ellie, la mayoría eran niños entre diez y trece años, niños que pronto conocerían a la muerte en persona...
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Me enamoré de una estrella fugaz.
RomanceFue lindo mientras duró... Pero lo mejor fue cuando terminó. *** La vi por primera vez en enero. Soñé con ella en febrero. Me la volví a encontrar en marzo. La conocí en abril. Me interesó en mayo. Bailamos en junio. Me confun...