2: Febrero.

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Febrero.

10 de febrero del 2015.

Owen.

Sus hermosos ojos azules me miraban con terror, su mano apretando la mía para que no la dejara caer, pero lamentablemente lo hice ya que no tenía la fuerza suficiente para sostenerla por mucho tiempo, cuando la oscuridad se la llevó me sentí débil y grité con todas mis fuerzas su nombre.

Ellie...

Intenté tirarme al precipicio con ella para salvarla, pero una pálida y fría mano se posó en mi hombro, que al voltearme vi a la chica del ascensor, con la misma mirada azulada y triste me sonrió de lado y arrastró lejos de donde no pude salvar a la niña que me prometió un día que no íbamos a morir en ese juego mecánico cuando casi lo hicimos.

Cuando ella abrió una puerta, la luz cegadora fue lo último que vi antes de despertar en mera oscuridad.

3:30am.

Me desperté de repente, sudando y con el cansancio por todo mi cuerpo, aturdido y somnoliento busqué el interruptor para iluminar mi habitación y la fuerte luz amarilla me cegó por un momento, me levanté de mi cama casi cayendo y dirigí al baño. Me lavé la cara y me puse una camiseta medio inconsciente, estaba muriéndome del sueño pero temía volver a soñar con ella de nuevo, desde enero mi mente no dejaba de recordarla, a sus claros ojos y cabello dorado, como una estrella, una estrella con la que soñaba cada vez que se era posible recordar un sueño y eso me tenía harto, quería sacarla de mi cabeza, ni siquiera sabía cómo se llamaba y no la volví a ver después de ese día, por más que la buscara en todo el recinto del Instituto de lenguas extranjeras, era como si nunca hubiera estado allí, lo peor de todo era que no podía sacarla de mi cabeza y eso me tenía loco.

Y no es como si ponerme loco por una chica fuera fácil, eh.

Intenté investigar su nombre en las redes sociales asociando la página y grupo de la academia, pero no había ninguna chica de ojos azules y cabello rubio con una línea de lunares bajando por su hombro a su espalda, de mediana estatura y labios gruesos, era tan hermosa que a veces la dibujaba sin pensarlo, iniciaba con unos trazos casuales y terminaba con el retrato de ella.

Y si fuera colmo, no dejaba de parecerme familiar.

Salí de mi cuarto a hurtadillas y me dirigí al amplio patio de mi casa para no pensar más en ella, y para mi suerte mi hermana un año menor estaba allí, en los columpios que solíamos usar de niños, me senté en el columpio a su lado con los pies descalzos y me impulse para mecerme un poco.

Melissa fue la que rompió el silencio sin voltearme a ver. —Quiero estar sola.

-— No, no quieres, nadie lo quiere estar por siempre —le respondí en un susurro.

— Ay, ya vas con tus estúpidas filosofías—dejó de mecerse.

—Sabes que son ciertas—me defendí viendo al cielo oscuro y gris.

— ¿Cuál tienes para un corazón roto? —murmuró con tristeza en su voz.

—Espera, ¿a quién tengo que matar? ¿¡Quién lastimó a mi hermanita!?—dejé de mecerme y levanté para verle directamente, lágrimas asomaban por sus oscuros ojos y sentí una apuñalada al corazón al ver a mi hermana llorando, la quería tanto que si alguien se atrevía a dañarla se las vería conmigo para convertirse en papilla.

Nadie lástima a los que amo.

—No te preocupes, es solo... ¿te acuerdas de aquel chico del que te conté? Me dijo que no siente nada por mí y que me deje de niñerías y... —le tomé sus manos y la jale hacia mí para abrazarla, lloró en mi hombro y únicamente se me ocurría darle un apapacho.

Un abrazo del alma es lo que un corazón roto siempre necesita.

La entendía tan bien, que me acordó de mi último corazón roto,  y pensé en que el amor era un misterio muy doloroso...

***

3:21pm.

—Owen, ¿compraste los tomates y el arroz? —me preguntó mi madre y maldije entre dientes. Se me había olvidado por estar dibujando un castillo, un gris y opaco dónde en la torre más alta había una princesa de ojos tristes y cabellera dorada solitaria y viendo a un inexistente horizonte.

Por más cliché que sea el dibujo, había una diferencia, y esa era que no había ningún príncipe que la rescatara de su soledad.

Dejé a medio colorear un árbol y cerré mi cuaderno de química, siempre iniciaba haciendo la tarea y terminaba dibujando cualquier cosa cuando me perdía en mis pensamientos. Yo soy de los que se distraen fácilmente al ponerse a estudiar, y una mosca se vuelve interesante.

Me levanté arrastrando los pies ganándome una mirada furtiva de parte de mi mamá. Sabía que estaba enojada conmigo, era más de gestos y acciones que de palabras y gritos, cosa que agradecía mucho, y hace dos horas que salió me dejó encargado comprar unos ingredientes para la cena.

Salí de mi casa y caminé una cuadra a la pulpería más cercana, y al hacer fila, por el rabillo del ojo noté una melena rubia, como la de mis sueños, me volteé para ver mejor y le seguí a paso rápido, la vecina que lavaba su auto me quedó viendo raro por perseguir a una desconocida que bien no podría ser la que pensaba que era y aún así no perdí la esperanza al estar loco por volver a ver a la chica del ascensor.

Hasta que alcancé a la muchacha de cabello rubio mis ilusiones fueron machacadas, de cerca su cabello era de un rubio artificial, más fuerte y con raíces oscuras, le hablé a la persona equivocada, era totalmente distinta, ojos oscuros y con demasiado maquillaje en la cara hasta parecer un payaso.

La decepción me embargó y un dolor en el pecho apareció. No era la chica de mis sueños y quién sabe si algún día llegaría a reencontrarme con esa chica de ojos tristes.

Me enamoré de una estrella fugaz.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora