CAPÍTULO 1

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CAPÍTULO 1: SUEÑOS

《...Su boca se posó en sus pezones, lamiéndolos y mordisqueándolos...Se abrió aún más las piernas cuando él metió sus manos dentro de sus bragas negras y jugueteó con su centro...Con uno de sus dedos la penetró, haciéndola jadear... Jadeó su nombre, cuando sintió el clímax llegar a ella...》

Akemi se despertó, sobresaltada. Apartó las sabanas de encima de su cuerpo con rapidez, deslizando sus pálidas piernas fuera de la cama. Su corazón latía furiosamente contra su pecho y su respiración se encontraba acelerada. Sentía como las gotas de sudor se deslizaban por su sien y por el comienzo de sus senos. Dirigió la mirada al reloj posado en la mesa de noche, este marcaba las nueve de la mañana.

Terminó de sentarse en la cama con pesadez, notando los sensibles que estaban sus pechos, con cada roce, sus pezones se erguían dolorosamente contra la camiseta. Y por primera vez fue consciente de la palpitación y la humedad que sentía ahí abajo, en su zona íntima. Era un poco incómodo porque era una sensación totalmente desconocida para ella.

Jamás le había pasado algo parecido antes. Sabía que había sido un sueño pero se había sentido tan real. Recordó aquel rostro que la había acompañado durante aquel acto, un rostro que conocía a la perfección.

Era él.

Itachi.

Había soñado que tenía sexo con su hermano mayor y eso la hizo sentirse asqueada, sin poder creerlo todavía.

Atrajo sus piernas contra su pecho y rodeó sus rodillas con los brazos, descansando la barbilla sobre las mismas. Cerró los ojos e imágenes de las caricias, los besos, todas volvieron a repetirse en su mente. Soltó un gemido ahogado, se sentía tan horrorizada y avergonzada. Debía tener un problema porque ninguna persona normal tendría ese tipo de sueños con su hermano.

Era la primera vez que soñaba algo así, pero no la primera vez que pensaba en Itachi en algo más que un hermano. Quizás necesitaba una cita con un psicólogo. No, eso sería peor. Sabía que expresión pondría cuando se lo contara, justamente la que ella tenía en ese momento.

Unos suaves toques en la puerta la sobresaltaron, haciéndola volver a la realidad. Probablemente sería su madre para avisarle que llegaría tarde a sus clases particulares de piano, que comenzarían en tan solo media hora.

Tragó saliva, preguntándose cómo podría hacer para mirar a la cara a su madre sin sentirse abochornada.

—A-adelante—tartamudeó, bajando las piernas.

Las mejillas de Akemi enrojecieron al ver que se trataba justamente de Itachi. La respiración se le aceleró, al igual que su corazón, ¿por qué justamente tenía que ser él, de todas las personas que vivían en la casa?

Intentó calmarse, no quería que se diera cuenta de su nerviosismo.

— ¿Sucede algo, onii-sama?—Gracias a Dios, su voz sonó tranquila, sin ningún ápice de lo que sentía verdaderamente, que eran un montón de emociones que la estaban volviendo loca.

Él se acercó. En apariencia, eran prácticamente iguales; cabello azabache, ojos oscuros y piel pálida. Características comunes en la familia Uchiha.

—Eso debería preguntarte yo a ti. —Se sentó en la cama, a su lado. Su expresión reflejaba preocupación— ¿Estás bien? Estás toda sonrojada, ¿no tendrás fiebre?

Se mordisqueo los labios y bajó la mirada hacia sus manos unidas sobre sus muslos. Definitivamente contarle sobre su sueño no era una opción, no podría vivir con la idea de que su hermano estuviera horrorizado de ella. No quería que su mirada llena de amor cambiara a una llena de asco.

Itachi alargó una mano para tocarle la frente, pero ella esquivó el contacto levantándose de la cama y acercándose a su armario.

—Estoy bien—le aseguró, dándole la espalda—, solamente tuve una pesadilla.

—Gritaste mi nombre, Akemi.

Al escuchar eso volteó a verlo, encontrándose con su expresión dolida. Sabia que se sentía herido por haber huido de su toque pero en ese momento no podía soportarlo.

— ¿E-eso hice?—Tragó saliva, sintiéndose más nerviosa. No sólo había gritado su nombre en el sueño, también lo había hecho fuera de el.

—Lo hiciste—confirmó, levantándose—. Mamá me mandó a avisarte que llegarás tarde a las clases de piano y te escuché justo cuando venía subiendo. Le diré que llame para avisar que no irás porque no te encuentras bien.

Akemi negó rápidamente, casi exaltada. No podía quedarse en casa, si lo hacía solo terminaría recordando una y otra vez lo sucedido. Necesitaba urgentemente distraerse.

—No hace falta, me siento perfectamente bien. —Nuevamente le dio la espalda y fingió buscar lo que se pondría.

Sintió una mano posarse en su hombro, que la hizo voltearse lentamente. Se encontró cara a cara con él.

—Sabes que puedes confiar en mí, ¿verdad?

Akemi cerró los ojos y se recostó sobre el pecho de su hermano, escuchando su corazón. Lo amaba tanto que jamás le contaría la verdad.

—Lo sé, onii-sama, lo sé.

Él me dio un beso en la coronilla y finalmente se alejó, acercándose a la puerta.

—Date prisa, no es bueno hacer esperar a tu profesor—le dijo antes de salir.

Ella soltó un suspiro y se recostó contra la puerta de su armario.

—Lo mejor es hacer como si nada hubiera pasado, Akemi—susurró para sí misma, y con decisión volvió a la buscada de qué ponerse.

Trataría de no pensar más en ello, era lo mejor para ella y para todos.

¡Hola!

Este capítulo fue realmente difícil, tanto así que escribí cinco diferentes, ¿pueden creerlo? Y de los cinco me decidí por este, que espero haya sido de vuestro gusto.

DattebaneDattebayo Te lo dedico por haberme ayudado y aguantado en mis momentos de indecisión. Te amo y te lo agradezco con todo mi corazón. Eres una maravillosa kohai. 🥺❤

¡Nos vemos en el siguiente capítulo!

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Si podéis, pasaos por mi historia titulada Mei Uchiha, la cual encontrareis en mi perfil. Es nueva y me gustaría saber vuestra opinión al respecto. 😊

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