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En el momento en que se quedaron a solas, la sensación térmica bajó veinte grados de golpe. Allí estaban. Derek y Stiles, solos en una casa a medio derruir y demasiado grande para una familia entera, mucho más para dos simples personas. Pero al mismo tiempo, se antojaba demasiado pequeña para dos personas que se estaban mirando fijamente sin tener mucha intención de moverse.

Derek, pese a estar mirando a Stiles con gran atención, parecía estar distraído. Stiles podía saberlo por el modo en que el Alfa tenía el ceño fruncido, con las cejas elevadas en una posición que solía ver cuando estaba concentrado en algo.

Entonces comprendió que, si Derek no había dicho nada aún, era porque aún podía oír los latidos de su manada, y que del mismo modo ellos podrían oírles a ellos.

Y en ese momento, la sensación térmica pasó de ser menos cero a más de cuarenta grados. Porque significaba que lo que demonios fuera que Derek quería decirle, no debía ser escuchado por nadie más de su manada.

Y teniendo en cuenta que para Derek lo único importante era su manada... Bueno, aquello no aventuraba nada bueno.

- ¡Por qué demonios has hecho eso! Podían haberte matado.

Fue lo primero que dijo. Sin un "cómo estás", o un simple "hola" antes. Palabras que, es verdad, no solían formar parte del vocabulario de Derek Hale. Pero teniendo en cuenta que hacía más de una semana que no se veían... era lo mínimo, ¿no? Sobre todo por el insignificante detalle de que lo que había hecho Stiles probablemente le había salvado la vida a él y a todos los de su preciada manada.

Y precisamente por ello el buen humor, casi euforia que Stiles había sentido hasta ahora porque habían sido los jodidos vencedores del día, se transformó inmediatamente en cabreo.

- ¡Dime algo que no sepa! – gritó con todas sus fuerzas, sintiendo que toda la piel se le encendía a causa de lo rápido que le latía el corazón.

El ritmo de su corazón no hizo sino acelerarse cuando vio que Derek se movía para recorrer en apenas dos zancadas la distancia que les separaba. Y que lo hacía con la mandíbula tan apretada que era increíble no se le hubiera partido por la mitad, al mismo tiempo que soltaba un gruñido más animal que humano.

Y si no fuera porque Stiles estaba tan acojonado por lo que Derek fuera a hacerle, se habría preguntado cómo era posible que gruñera si tenía los dientes tan apretados.

Pero de pronto aquella curiosidad dejó de tener importancia. No cuando lo siguiente que supo, fue que Derek le había estampado contra la pared más cercana, de un modo muy similar a como hiciera aquella primera vez que entró en su habitación sin ser invitado.

Salvo que ahora lo hizo con tanta fuerza que Stiles sintió que se quedaba sin respiración durante unos segundos, justo antes de rezar porque por favor le hubiera estampado contra el único muro resistente de la casa.

Aunque todo eso dejó de ser relevante cuando Derek no le arrancó la garganta con los dientes, como esta convencido que era su intención, sino que le besó con tanta brutalidad que temió que le fuera a romper los dientes.

El temor a quedarse sin dientes, sin embargo, pasó a ocupar el último puesto de sus asuntos de interés, cuando fue consciente de que Derek le estaba besando. Ahora. Lo que inmediatamente ocupó el primer puesto de "asuntos por resolver", y procedió a resolverlo con todo el empeño del mundo.

Stiles llevó una de sus manos al pelo de Derek, que agarró con fuerza al tiempo que respondía al beso con la misma intensidad que el hombre lobo. Bajo las capas de ropa, podía sentir el calor que desprendía la piel del Alfa, y no le cupo ninguna duda de que estaba tan desesperado como él por hacer justo aquello.

The Long Way HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora