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Stiles tuvo que pedir perdón al mundo por haber sido tan rencoroso.

Y es que el mundo, a veces, parecía hacer las cosas bien.

Por eso, al cuarto día de recibir la noticia de que necesitaba un transplante, y al segundo de dar por hecho que su padre moriría porque no iba a pedirle a Derek que le mordiera, llegó la noticia de que un bazo estaba en camino. Un bazo que parecía cumplir todos los requisitos necesarios para ser compatible, y que darían a su padre nada más llegara al hospital.

Las horas que transcurrieron desde que Melissa se lo dijo hasta que salió del quirófano, fueron las más largas de toda su vida. Diez horas en total (siete para que llegara el órgano más tres de operación), en la que literalmente sintió que envejecía a cada segundo que pasaba. Diez horas en las que tuvo la sensación de no estar realmente allí, porque su mente vagaba por los miles de recuerdos compartidos con su padre. Y aunque en teoría aquello tendría que haber ayudado a que el tiempo pasara más deprisa, al final fue justo lo contrario.

Porque cuando Melissa salió del quirófano y les dijo que todo había salido bien, Stiles tuvo la sensación de llevar semanas en aquella sala de espera.

Stiles supuso que fue por ello por lo que las piernas le fallaron cuando se puso en pie al oír a la madre de Scott. Que era debido al cansancio por lo que de pronto no pudo mantenerse en pie y tuvo que agarrarse a ella para no caer al suelo.

O tal vez fue por otro motivo. Como el hecho de que, de repente, sintió que el miedo de perder a su padre se mezclaba con la alegría de saber que no lo haría; y que tal vez explicaba también por qué de pronto se había echado a llorar.

Pero le daba lo mismo y, al parecer, a los demás también. Porque Melissa no se limitó a mantenerle en pie cuando las piernas le temblaron, sino que aprovechó para abrazarle con fuerza y dejar que llorara sobre su hombro durante un par de minutos. Y cuando hubo acabado, repitió la misma acción con todos y cada uno de los presentes, de los que sólo entonces era realmente consciente de que estaban allí.

Primero abrazó a Sussan, con quien lloró y rió y volvió a llorar, para luego hacer lo mismo con Scott, Allison e incluso Lydia, que se había presentado horas atrás sin que nadie la llamara.

Y precisamente fue ella, la misma chica a la que deseó abrazar durante tantos años y que por fin lo estaba haciendo, la que logró que parte de la alegría se evaporara. Porque estando abrazando a Lydia y dándose cuenta de que no sentía absolutamente nada por ella, hizo que pensara en la otra persona a la que realmente desearía abrazar.

A la única persona que no había vuelto a pisar el hospital desde hacía días, pese a que tenía tanto derecho o más que el resto a estar allí. Porque, ya fuera porque era un amigo de su padre y de Sussan, porque era quien le había salvado un millón de veces, o simplemente porque seguía siendo el tipo del que estaba locamente enamorado; lo cierto era que sabía que el abrazo de Derek sería el único que podría consolarle de verdad.

**********

Tardó dos semanas en atreverse a hablar con Derek.

Mejor dicho, dos semanas en echarle un par de huevos al asunto, reconocer que había metido la pata hasta el fondo, y decidir que tenía que hacer algo al respecto. Y aunque todo apuntaba a que saldría perjudicado del enfrentamiento con el Alfa, y no en el buen sentido precisamente, tenía que hacerlo.

Porque si algo era Stiles, era un chico al que le gustaba solucionar los problemas. Y el problema que tenía ahora, el que había creado él mismo, era que había acusado a Derek de no importarle nada lo que le ocurriera a su padre, cuando había sido justo lo contrario.

The Long Way HomeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora