Capitulo 9 :"La adrenalina es buena para el corazón".

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-Espera. ¿Él te besó o tú lo besaste? ¿O… ambos se besaron… o los obligaron? ¿Lo obligaste? –tarareaba Amy en mi oído. No había parado de hacer preguntas desde ayer en la noche, cuando nos volvimos a ver después de la fiesta. –Espera. ¿Follaron?
-¡No! –grité, chocando mis manos contra mis piernas mientras bajábamos las escaleras de la Universidad. –Sólo… nos besamos, ¿está bien? Y ni siquiera sé si ha estado bien eso.
-¿Bromeas? ¡Pero claro que lo está! ¿Tú de verdad crees que me fue fácil sacarte de tu habitación los sábados por la noche? –dijo, revoloteando alrededor de mí. –O hacerte comer en los almuerzos… quiero decir, has encontrado a tu alma gemela, Skylar –dijo emocionada, y yo rodé los ojos, divertida. –Es como Romeo y Julieta, cuando se conocen en la fiesta de los Capuleto… e inmediatamente saben que no pueden estar juntos, pero se aman con todo el corazón –miró hacia arriba mientras juntaba sus manos, entrelazando sus dedos, recitando su obra maestra. La miré, ahogando risillas entre dientes, y ella me dio un golpe en las costillas.
-No te atrevas a reírte –me amenazó, malhumorada.
-Es ridículo –me reí, y ella puso sus manos en sus caderas.
-Ofendes la memoria de Shakespeare –se quejó. 
-¡Skylar! –gritó un chico detrás de nosotras. Amas volteamos, mientras Nathan bajaba las escaleras de la Universidad a paso muy rápido con una sonrisa dibujada en el rostro. El corazón se me achicó. Él no tenía ni la más mínima idea.
-Te estaba buscando –dijo sin aliento. -¿Quieres que te lleve a tu casa?

Su sonrisa era amplia y sincera, que me recordaba un montón a mi viejo mejor amigo de la preparatoria, Danny Edge. Él se había ido a estudiar a Philadelphia, y apenas había recibido una sola felicitación con dos corazones en mi muro de Facebook cuando cumplí los diecinueve. Luego de eso, nada más. 

-Uh, yo… -mascullé. Escuché el rugido del motor de una motocicleta a lo lejos, y mi respiración se detuvo al ver quién era. Una corriente eléctrica se estableció por mi espina, me mordí el labio.
-Ya he quedado. Pero tal vez otro día, ¿vale? –me excusé nerviosamente. La mirada grisácea de Amy se estableció en mí, esperando la respuesta de Nathan, al cual se le borró la sonrisa casi inmediatamente. 
-Oh –se encogió de hombros. –Bueno, yo… ¿Te… veo mañana? 
-Vale. Adiós –sonreí, y le di un beso en la mejilla a Amy, quien apretó mis brazos, intentando mantenerme a salvo. Su mirada se volvió interrogante cuando volví a mirarla, pero una sonrisa se extendió por sus labios.
-Suerte –susurró ella, y yo asentí. Amélie tomó de las manos a Nathan, y lo condujo hacia su auto para distraerlo de mis movimientos. Pero, sin embargo, la mirada del chico seguía perdida justo en mí, mientras yo me dirigía hacia el umbral donde se encontraba el nuevo motociclista nato. 
-¿Qué ocurrió con tu auto? –pregunté. Una suave sonrisa se dibujó en sus labios.
-Me lo quitaron –respondió en voz muy baja. Mis ojos cayeron hacia abajo con vergüenza.
-Oh –solté, mordiéndome el labio. –Lo siento…
-Sube –me ordenó con voz amable, y yo le obedecí, rodeando mis manos alrededor de su torso. Él se removió en la motocicleta, quizás con aprobación, y entonces sentí el movimiento del vehículo. 

***


La sangre se disipaba de mi rostro, podía sentirlo. El viento ondeaba mis largos cabellos hacia atrás, y por un segundo me atreví a abrir los ojos. El aire golpeó de lleno en ellos, pero pude acostumbrarme. Los autos y los colores de la carretera eran como efectos visuales abstractos frente a mis ojos, porque no me había dado cuenta de lo rápido que íbamos. Yo apreté fuertemente el abdomen de Harry, y entonces, me di cuenta de que mis dedos acariciaban el mismo suavemente.

-¿A dónde vamos? –grité en su oído. El viento era lo suficientemente fuerte como para dejarme escuchar algo.
-Ya lo verás –respondió. Yo obedecí, y no hice más preguntas. En mi rostro sentía el fuerte golpeteo del viento y unos mechones de cabello meterse a mi boca. Harry hizo sonar de nuevo el motor de la motocicleta, provocando un grito ahogado de mis labios, y él se echó a reír suavemente.

Cuando abrí los ojos de nuevo, estábamos justo frente a mi casa. Reconocí la puerta blanca con el brillante número 23 sobre ella, y el auto Range Rover del estrafalario de Byron. Él de seguro ya debería estar en casa, siendo más de las seis de la tarde. Para mi mala suerte, ese preciso día yo había elegido el turno de la tarde-noche para no tener que encontrarme con Harry de nuevo. Gran y estúpido error. 

-Está aquí en veinte minutos –ordenó su voz grave y ronca. Me bajé de la moto con torpeza, y di pequeños y atropellados pasos hacia atrás. Mis manos temblando. 
-¿C-cómo has conseguido mi dirección? –inquirí, y él sólo se limitó a mirarme indiferentemente.
-Ponte algo lindo –sonrió, sus hoyuelos se asomaron en sus mejillas de nuevo.
-Harry –lo insté, asustada. Pero él hizo de nuevo sonar el motor de la motocicleta. 
-No te tardes –dijo. Yo me di la vuelta y corrí hacia la casa, sintiendo el golpeteo de mi bolso colgante en mi muslo derecho. Lo tiré cerca del perchero, ni siquiera molestándome de colgarlo ahí, y subí las escaleras tan rápido que mis piernas ardían. Por suerte, ni Byron ni Amanda estaban en casa. Seguramente que se hubieran ido a pie a ver una película o algo así. Quizás estuviesen follando.

Me miré en el espejo de vista entera de mi habitación. Había ojeras debajo de mis ojos demacrados. Mi expresión era como de haber visto un fantasma hacía no mucho, y no de haber viajado en una motocicleta. Mi cabello era un desastre, también. Tenía mucho que hacer en veinte minutos.

***

Me alisé el vestido blanco en capas con las manos. Me llegaba hasta medio muslo, quizá demasiado corto, pero era todo lo que había conseguido calzarme con facilidad. Casi me sacaba un ojo maquillando mis ojos, y luego me puse demasiado brillo labial. Me caí cuando intenté caminar con las sandalias negras con tacón, pero nada era suficiente para Harry. Él todavía seguía esperando en su moto, luciendo tranquilo, fresco, y sin tener que pasar por esto. Rodé los ojos frente a mi reflejo, y bajé las escaleras, con cuidado de no resbalar y morir.

Cerré la puerta detrás de mí, y la mirada brillante de Harry aterrizó inmediatamente en mí, apreciándome de arriba abajo. Sus ojos recorrieron mi cuerpo entero cuando me acerqué a la motocicleta, y él me jaló hacia él por la cintura.

-Hmmmm. Me encanta como luces –masculló con voz ronca. Yo rodé los ojos y me aparté de él, ignorando el hormigueo de placer en mi cuerpo, y me acomodé el vestido entre mis piernas cuando me subí a la moto.

Ni siquiera sabía si esto era correcto. A este paso, yo sabía que terminaría metida de lleno en todos estos absurdos asuntos, llevando una vida de mierda llena de gente muerta y sangre. Yo no quería volver a destruir mi vida, y mucho menos mi futuro. Pero, sin embargo, había algo en Harry que me intimidaba. No se trataba de su altura, que era como ver una torre impulsándose a caer sobre mí. O sus brazos cuando me aferraban a ellos tan fuertemente que apenas podía moverme. O sus labios suaves que me mantenían con él. Bueno, sí. En parte tenía un poco de todo eso. Pero había algo… más.

***

Nos aparcamos a un lado de un estacionamiento repleto de autos brillantes. Habían dos guardias de seguridad vestidos con camisas de vestir blancas y pantalones elegantes. El lugar emanaba una fresca canción Dubstep y las luces intermitentes se hacían notar en la profunda oscuridad del estacionamiento. Él entrelazó nuestras manos muy fuerte mientras caminábamos hacia la entrada del local iluminado. Su nombre brillaba en letras ondeantes y elegantes de color azul neón. 
Un nudo en la garganta del tamaño de una pelota de basket se formó cuando reconocí el nombre. “Oasis”. Casi tres años atrás, yo había venido con mi antiguo novio, Jake Montgomery, a su fiesta un sábado. Su papá había rentado el lugar y había acondicionado la gran sala con todo lo que el dinero podía comprar para satisfacer a su hijo. Y esa misma noche, se había armado una balacera. Y Harry había sido el causante.
Bajé la mirada, asustada. Harry entrelazó nuestras manos con fuerza, dándome un apretoncito leve, mientras caminábamos hacia la entrada.

Lost- segunda temporada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora