capitulo 37: de alto impacto

4.9K 187 8
                                    

Me tiré sobre el sofá de cuero de la sala de Harry, sintiéndome viva de nuevo, sintiendo que de verdad estaba en casa esta vez. Podría sonar raro, pero sentía como que la casa de Byron no era realmente un lugar donde yo podía sentirme cómoda, no de esa manera en como te sientes cuando llegas a casa. Ni siquiera podía reconocer un olor característico, o identificar algo específico dentro de ella. Era como llegar a un motel. Todo es nuevo y extraño, a pesar de que entras y sales todos los días.

Harry pasó por mi lado, abriendo la puerta apresuradamente. Me giré.

-Espera aquí –dijo, elevando una mano delante de él. –Ya te dije que tengo una sorpresa.

Sonreí, asintiendo, jurando para mis adentros que si ese idiota me dejaba aquí tirada, iba a empañarle la sorpresa castrándolo no biológicamente. Me senté en el sofá, con todos mis sentidos en alerta. Mi corazón comenzó a retumbar dentro de mi pecho. Las sorpresas siempre me emocionaban demasiado, y mucho más cuando se trataba de Harry. Porque con él, nunca sabías las ‘sorpresas’ que podía llegar a darte. 

Froté mis manos, mirando a mi alrededor. Respiré hondamente el olor característico de Harry flotando en la atmósfera, sintiéndome viva y emocionada otra vez, luego de haber estado tan vacía durante los pasados dos años. Siempre había sido el tipo de persona que pensaba que era una tontería echarse en una cama a morir cuando perdías a alguien. Es fácil decirlo, hasta que lo experimentas. Y yo lo experimenté en la peor de las formas; soportando las miradas curiosas de todas las escasas veces que me digné a caminar a casa después de la escuela, escuchando las noticias, y soportando, cada, puto, día, sin él. 

Yo era la chica más sola en el mundo. O al menos eso me parecía. 

Y era una locura desaprovechar esto. No después de todo lo que ocurrió. Yo no volvería a ser tan tonta. Y ni el anónimo, ni Byron, ni Alison, ni Fitz, ni nadie, podría separarme de él, jamás.

Escuché el claxon de un auto sonar, y me disparé fuera del sofá de cuero, sintiendo que el músculo dentro de mi pecho se disparaba contra mi caja torácica. Abrí la puerta de la casa, y mi respiración se congeló en seco en cuanto vi lo que me esperaba afuera.

Una camioneta azul oscuro brillante y de paquete parecía sonreírme. Los vidrios ahumados fueron bajados con lentitud, y una cara de ángel sonriente apareció tras ellas, observándome fijamente con sus ojos brillantes. Cerré la puerta detrás de mí, y salté hacia delante, corriendo hacia el auto. 

Una vez me deslicé dentro, atraje el rostro de Harry hacia mí, besándolo, y estallando en risas a la vez. Acaricié sus cabellos.

-¿Te has comprado un auto? –me reí, sin poder creérmelo. 

-A las señoritas no se les lleva en moto –sonrió, y yo le di un fugaz beso en sus labios en forma de corazón. Ahora míos. –Espero que no tengas miedo esta vez –sonrió, agarrando firmemente el volante.

-¿Aún sabes cómo hacerlo? –arqueé las cejas.

-No me subestimes, nena –me guiñó uno de sus ojos verdes, y sonrió, arrancando el auto. Seguidamente, apretó un pequeño botón en el tablero, y observó la pantalla iluminada con un GPS murmurando algo para sí. Me tiré sobre el asiento, olisqueando el ambiente, el cual olía exactamente como él. Suspiré. 

La carretera estaba oscura. Inusualmente, sin un solo auto. Sin embargo, no me privé de mirar por la ventana para disfrutar de las pequeñas luces titilando en los departamentos que se veían a lo lejos, como hormigas. Recosté mi frente en la ventana, disfrutando del movimiento del auto y los murmullos de Harry mientras se frotaba la nuca y consultaba cada cinco minutos el GPS que brillaba en la pantalla. Sin pedir permiso, alargué mi mano y encendí la radio. No creí casualidad que pasaran mi canción favorita de Cat Stevens. Comencé a removerme espontáneamente en el asiento, sosteniéndome del asa gris que casi tocaba el techo de la camioneta. Sacudí mi cabeza innumerables veces al ritmo de la música. Harry me miró con el ceño fruncido.

-¿Qué? –me reí.

-Te ves bonita cuando bailas –sonrió, y volvió a fijar su vista en la carretera, fijándose de nuevo en el GPS. Tomé aire, y llegó el tan esperado coro.

-Ooh, baby, baby, it’s a wild world –casi grité. –It’s hard to get by just upon a smile –continué, moviendo mi cabeza de un lado a otro. Giré mi cabeza, Harry sonreía. 

-Harry –comencé, ladeando mi cabeza. Él me miró por un microsegundo, dando a entender que me escuchaba. -¿Te gusta la música?

-No escucho música, nena –se encogió de hombros. Me recliné en el asiento, y preferí no preguntar el por qué al observar esa sonrisa triste. Contrario a esto, sonreí, intentando contagiarlo.

-¡Pero ésta es un clásico! ¡No puede ser que no te la sepas! –sonreí, y él se encogió de hombros.

-No –sacudió la cabeza, reprimiendo la risa a duras penas mientras yo movía mi cabeza descontroladamente de un lado a otro, moviendo mi trasero sobre el asiento. Él se rió sonoramente, moviendo el volante de un lado a otro, consultando el GPS de nuevo. 

-¡Vamos! –chillé, riéndome a todo pulmón. Él rió.

-Por ti voy a hacerlo, ¿vale? 

-Vale –sonreí.

-“Now that I’ve lost everything to you” –comenzó con su irresistible voz ronca, al ritmo de la música. –“You said you want to start something new. And it’s breakin’ my heart you’re leaving, baby I’m grievin’.

“But if you wanna leave, take good care, hope you have a lot of nice things to wear, but then a lot of nice things turn bad out there”, siguió coreando. Sonreí involuntariamente. Tenía una increíble voz grave y ronca y sexy.

-Ooh, baby, baby, it’s a wild world, –coreamos ambos, riendo. –It’s hard to get by just upon a smile; oh, baby, baby, it’s a wild world, I’ll always remember you, like a child, girl.

Me reí. –Tienes una voz hermosa.

-Hey, ¿estás burlándote? 

-¡No! –me reí. –Lo digo enserio.

Humedeció sus labios, y miró el GPS. Su sonrisa se esfumó por completo, y bufó, girando el volante. El auto se giró también. Me enserié, y puse un mechón de cabello tras mi oreja, acomodándome en el asiento. 

-¿Qué está mal? –le pregunté, mirando el GPS.

-Esa cosa está averiada o algo –musitó, dando un pequeño golpe sobre la pantalla. –He estado conduciendo sin rumbo por seguir esas instrucciones de mierda.

Suspiré, mirando la ventana. Decidí concentrarme en el ritmo suave de la música, cerrando los ojos y disfrutando el hecho de tenerlo a él aquí conmigo. Relajé mis músculos, sintiendo el compás de la música recorrer mi cuerpo. Era fantástico.

No me daba cuenta siquiera de que íbamos a toda hostia por la carretera desolada. Suspiré hondo. 

“Conduzca diez metros y usted estará cerca”, anunció el GPS. Volví a suspirar, apretando más los ojos. 

-¡MIERDA! –gritó Harry estruendosamente, haciéndome abrir los ojos. Lo último que recuerdo fue unas tablas de madera bloquear la carretera y el auto derrapar violentamente hacia un camino rocoso rodeado de árboles oscuros, y un punzante dolor en la cabeza.

Entonces, todo se volvió negro.

Lost- segunda temporada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora