capitulo 30: confesiones

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De pie en la habitación, me alejé para observarlo frotarse el cabello hecho un desastre, dando un bostezo. Se veía como un ángel. Difícilmente podías notarle un defecto justo ahora. Vestía sus bóxers negros y una camisa inusualmente negra que se adhería a su cuerpo, dando a notar sus pectorales y sus brazos musculosos. Sus ojos verdes se veían más grandes de lo normal a causa del sueño, y las constantes mordidas a su labio inferior habían dejado su boca muy rosada y totalmente irresistible.

-Harry –lo llamé, antes de que se acercara más a mí. –Yo también te necesito… conmigo –le dije suavemente. Él sonrió, y yo humedecí mis labios.
-¿Podemos… intentarlo? –inquirí tímidamente. No me conocía a mí misma como la chica que pide sexo. Él abrió sus brazos.
-Soy todo tuyo –sonrió angelicalmente, derramando sus hoyuelos en sus mejillas una vez más. Me mordí el labio. Bueno, aquí vamos.

Por primera vez desde hacía dos años, toqué sus brazos desnudos, sintiendo esa… placentera sensación de hormigueo que me ponía la piel de gallina. Besé su pecho, y situé mi cabeza allí, escuchando su corazón latir aceleradamente. Ahogué una risita. Yo pensé que era la única que se ponía nerviosa. Situé mis manos en su vientre, y subí lentamente su camisa, tocando cada centímetro de su abdomen cálido con mis manos totalmente abiertas. Me ayudó a pasar su camisa por encima de su camisa, y luego situó sus manos en mi espalda, bajando lentamente. 
Nunca apartó los ojos de los míos. Quería mirar a otra parte, avergonzada, pero sus ojos me mantenían ocupada. Sus labios tocaron los míos, y tomó un segundo para darme cuenta y cerrar mis ojos. Antes de hacerlo, él había cerrado sus ojos fuertemente, y había fruncido el ceño con necesidad, besándome con ternura y sintiendo mis labios. Me encontré a mí misma jugueteando con sus labios, con su lengua, mientras sus manos bajaban lentamente por mi espalda hasta llegar a mi trasero, el cual apretó ligeramente con ambas manos. Gemí, y lo acerqué más a mí por los cabellos de la parte posterior de su cuello hirviendo. Jadeé cuando nos separamos. Sus ojos ardientes oscurecidos pidiendo por más.

Me tomó en sus brazos, alzándome. Rodeé mis piernas alrededor de su cintura mientras él daba círculos con sus dedos en mi trasero. Volví a apretar mis labios contra los suyos, acariciando sus hombros. Dios, esto se sentía tan bien. 
Me sentó en la cama, separándose de mis labios, jadeante, y cerrando los ojos, empujándose para que nuestras frentes se tocaran. Sus manos en mis muslos. Se arrodilló frente a mí, y deslizó la camisa por mi cuerpo, sacándola y tirándola con suavidad al suelo. 
Sus manos se deslizaron por mis muslos y apretaron, urgiendo hasta que separó mis piernas. Volvió a tocar nuestros labios, chorreando ternura con cada movimiento. Yo sabía que su ceño estaba fruncido, porque él me estaba necesitando tanto como yo a él. Situé mis manos en su cabello, aferrándolo y tirándolo suavemente. Gimió. 

-Recuéstate –susurró. Obedecí, mirando al techo, deseando cerrar los ojos. Lo hice. Respiré hondo. Harry dejó una línea de húmedos besos tiernos desde mi rodilla hasta mi ingle. La carne de gallina brotó sobre mi piel, y aspiré, arrugando el entrecejo. Exhalé, tranquilizándome. Trazó con sus dedos círculos encima de mis bragas, y aspiré con fuerza, abriendo los ojos e inclinándome para mirarlo. Sus ojos estaban encendidos.
-Relájate –sonrió. –No voy a hacer nada que pueda lastimarte.

Suspiré, cerrando los ojos, y recostándome suavemente en el colchón de nuevo. Sentí las frías sábanas debajo de mí, y el suave tacto de Harry acariciar cada centímetro de mi cuerpo. Respiré agitadamente cuando sus manos bajaron lentamente mis bragas, y de inmediato mis mejillas se encendieron de calor cuando me di cuenta de que sólo me quedaba mi bra encima de mí. Harry se posicionó encima de mí, y abrí los ojos, encontrándome con los suyos mirándome fijamente, mientras sostenía su peso encima de sus manos. Redujo la distancia apoyándose sobre sus antebrazos, y nuestros pechos se apretaron. 

“¡Bésame, maldita sea!”, quería gritarle. Sus ojos siguieron mirándome, así que sólo lo atraje hacia mí de sus cabellos, aferrándolos mucho con mis dedos. El beso era desesperado, necesitado. Acarició mis piernas elevadas a cada lado de sus caderas, y me dejó despojarlo de sus bóxers. 

Abrimos los ojos, mirándonos de nuevo. Su mano izquierda apartó un mechón de mi cabello al recorrer mi rostro suavemente con el dorso de su mano, provocando un hormigueo en mi cuerpo que me puso la piel de gallina. 

-Quiero que me respondas una cosa –me pidió suavemente, y yo apenas pude asentir. No podía apartar mi atención de sus ojos cristalizados.
-Skylar Dayne –comenzó. -¿Has sido de otro hombre?

La pregunta me tomó por sorpresa, y el solo hecho de tener sus ojos clavados en mí era una posibilidad segura de que no respondiera con coherencia. Suspiré, y él esperó pacientemente. Al final, decidí contestar con sinceridad.

-Me he estado reservando para ti –confesé. –En los últimos dos años. 
-¿Por qué? –achicó sus ojos, confundido. 
-Yo sabía que volverías –respondí débilmente. Él asintió, sonriendo lánguidamente. Tomó mi cuello con su mano izquierda. Jadeé ante el contacto, e incliné el cuello hacia arriba. Harry dejó una línea de húmedos besos antes de colocarse en la posición apropiada.

-¿Lista? –masculló. Asentí débilmente. Cerró los ojos con fuerza, y embistió dentro de mí, proporcionándome una extraña sensación que no sentía desde nuestra primera vez. Apreté los párpados con fuerza, sintiendo el hormigueo recorrer cada centímetro de mi cuerpo como un relámpago. 

Repitió su acción de nuevo, besando mi mejilla con dificultad. Respiré agitadamente, frunciendo el ceño hacia la ventana, que lanzaba bocanadas de aire helado mañanero hacia las cortinas azules espesas, que danzaban al ritmo de la brisa. Yo estaba tan cansada. Mis ojos se cerraban fácilmente solos. 

Harry se posicionó a mi lado, cubriéndome con las sábanas, y sacando mi bra con cuidado, deslizándolo por mis brazos. Lo último que sentí fue un delicado beso en la mejilla, y entonces caí en un profundo sueño.

-Harry’s POV-:

-Te amo –susurré, pero ella ya se hallaba profundamente dormida en mis brazos. Reí en voz baja al admirar su belleza tan graciosa, y aparté varios mechones que obstruían mi vista a su rostro dormido. Miré hacia la ventana. Apenas habían varios rayos de luz filtrándose a través de las espesas cortinas azules. Proporcioné una caricia al brazo desnudo de Skylar, y apoyé mi cabeza en la almohada. ¿Quién iba a pensar el día que la secuestré, que me enamoraría de ella para siempre?

*******

Skylar todavía se encontraba a mi lado cuando desperté, haciendo zapping en el televisor. Sus ojos verdosos estaban más abiertos que de costumbre, y su cabello caía en cascada perfectamente sobre la sábana que la cubría. 

-¡Hola! –dijo, al notarme despierto, atrapando mi rostro medio dormido con sus pequeñas manos, y proporcionándome un tierno beso en los labios. Me reí a mitad del beso. Yo creía que otros tipos eran unos gilipollas por comportarse así. Ahora veía de qué se trataba todo esto.
-¿Has llamado a tu madre? –le pregunté. Lo menos que quería era que su madre volviera a odiarme, si es que aún no lo hacía y lo disimulaba bien.
-Ella sabe que estoy aquí –respondió, poniendo el televisor en mudo. –Byron debe saberlo, también.
-¿Enserio? –arqueé una ceja. Su padrastro ni siquiera sabía sobre mí. Él saldría corriendo, seguramente.
-En realidad no lo sé –se encogió de hombros. -¿Pero sabes algo? Estoy pensando en decirle.
-Creí que tu madre no…
-No voy a permanecer toda una vida escondiéndote –me interrumpió, haciendo círculos con su dedo en mi pecho. Rodeé mi brazo alrededor de ella, y su cabeza fue apoyada sobre mí. 
-La verdad no me molesta –intenté tranquilizarla. Skylar podía decidir hacer una estupidez en cualquier momento, y ya bastantes veces la había visto lastimada por decisiones equívocas. Y la mayoría habían sido por mí.
-Harry –caviló. -¿Dónde está tu padre?

Me tensé de inmediato. No hablaba de mi padre desde hacía… mucho tiempo. 

-No lo sé –respondí, mirando ciegamente la televisión.
-¿Qué pasó con él? –prosiguió dulcemente. Tragué saliva. De acuerdo. Era justo que yo sabía todo sobre su vida, y que ella merecía disponer del mismo derecho, pero…

Suspiré hondo antes de contarle, vacilando entre si hacerlo o no. Yo nunca hablaba con él, ni de él. Ni siquiera en esos cortos momentos de sinceridad madre/hijo que tenía muy pocas veces con Anne cuando vivía con ella y mi hermana. Eso era todo. No lo hacía desde el día siguiente al que él fue enterrado: en un ataúd sin cuerpo, bajo una lápida que nunca marcaría su última morada. Me había dicho a toda velocidad que no podía manejar hablar de él, así que no lo haría. Punto. Fue difícil al principio, pero después de que me fui y comenzó a llevar una vida más o menos normal con Gemma, teníamos tan poco tiempo para pasar juntos que no quería echar a perder su nueva felicidad. Hay un abismo entre nosotros, pero ya que no hay manera para mí de cruzarlo sin lastimarla a ella, lo dejé pasar.

Skylar chasqueó la lengua, y envolvió mi abdomen con su brazo, apretando fuertemente. –Lo siento –musitó, avergonzada. –No debí insistir.
-Está bien. Yo sé que él está vivo, de todas formas –admití. Y, de todas formas, ¿quién acepta que su padre ha muerto si ni siquiera se sabe dónde está? Podría estar escondiéndose por ahí, o… quién sabe. No lo sé. Todo puede pasar… Que lo digo yo.
-¿No tienes idea de dónde puede estar ahora? –preguntó, apoyando su barbilla en mi pecho para mirarme. Negué con la cabeza y me humedecí los labios. Ante mi silencio, ella bajó la mirada, y se levantó, arrastrando las sábanas consigo. Todavía era demasiado tímida para mostrarse completa.
-Me voy a dar una ducha –musitó. –Es sábado, ¿cierto?

Miré a la ventana. ¿Qué día es hoy? Me devané los sesos por recordar que… maldita sea. No puede ser hoy.

Lost- segunda temporada-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora