four

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Maddie's POV

Ya habían pasado cuatro semanas desde que conocí a Hunter, y no me dejaba tranquila. Aunque debo admitir que prefería pasar el tiempo con él a que pasarlo con Jacob, quien intentaba hacer cualquier cosa para impresionarme. No me malinterpreten, era tierno, pero no me gustaba.

El resto del mundo parecía no darse cuenta de mis cambios, o si lo hacían pero no querían preocuparse al respecto. La suma de kilos perdidos ya iba en nueve kilogramos y yo me sentía más feliz cada vez que los números bajaban en la báscula.

De pronto sentía que la gente, en especial mi madre e instructoras de baile, no decían nada al respecto pues conocían el mundo de la danza y el espectáculo. Un ambiente algo tóxico en el cual exigían a los bailarines tener un cuerpo perfecto para triunfar y debutar. ¿Era demasiado difícil? Entonces renuncia, hay muchos soñadores como tú que tienen las mismas ganas de convertirse en estrellas. En fin, mi repentina baja de peso no parecía ser un problema grave hasta el momento, pues lucía delgada como una bailarina debe serlo.

— ¡Maddie baja a desayunar! — Escuché el grito de mi madre desde la cocina.

— ¡Ya bajo! — Le respondí.

Estaba terminando de maquillarme, así que apliqué un poco de máscara en mis pestañas y luego me levanté para guardarlo todo. Inmediatamente me sentí mareada y tuve que sentarme en mi cama. No había comido nada desde el día anterior, y había sido un yogurt descremado. Al darme cuenta de que el mareo no parecía irse, sino que aumentaba, me cubrí el rostro con las manos y comencé a respirar hondo. Si quería ser delgada debía acostumbrarme a eso.

— ¿Te encuentras bien? — Kenzie entró a mi habitación y yo recuperé la compostura rápidamente.

— Sí, tengo mucho sueño. — Mentí. — ¿Vamos a desayunar?

— Te pasa algo. — Kenzie dijo firme. — Haz estado actuando raro de hace mucho, además siempre estas cansada y no pareces saludable. Dime que esta pasando contigo.

— No me pasa nada, tontita. — Me levanté e hice como si nada. — Me muero de hambre, vamos a desayunar.

Cuando me encontré sentada junto a Mackenzie y con un plato de pancakes de arándanos, un platillo con berries y dos vasos, uno con leche y otro con jugo de naranja, sentí nauseas nuevamente. Mamá siempre quería darnos un desayuno contundente y nutritivo, pues hacíamos demasiada actividad física y yo solía comer bastante a la hora del desayuno, pero eso había cambiado definitivamente.

Mackenzie era bastante distraída, por lo que no prestaba demasiada atención a las cosas que sucedían a su alrededor, como por ejemplo que yo le lanzaba los pancakes a Maliboo quien se encontraba debajo de la mesa.

Me comí un par de frambuesas y algunos arándanos. Luego recordé lo mucho que me gustaba la leche cuando era una niña y quise beber un sorbo, cuando lo hice me arrepentí de inmediato. Aquellas voces comenzaron a invadir mi cabeza otra vez, dejé el vaso lleno de leche devuelta en la mesa y me levanté para ir a cepillar mis dientes.

Pensé que aquel día sería un día común y corriente en la escuela, para luego ir al estudio, pero no fue así, pues habían dos nuevos chicos en mi clase, eran nada más y nada menos que Jacob Sartorius y Brandon Rowland.

— Hola princesa. — Me saludó Jacob sentándose detrás de mí.

— No quiero sonar mala pero... ¿Qué están haciendo aquí? — Arqueé una ceja.

— Nos quedaremos aquí en Los Angeles y necesitábamos venir a la escuela. —Me explicó. — ¿Te molesta que estemos aquí? ¿O esperabas encontrar a Hunter?

FRAGILEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora