twenty-four

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Hunter's POV

Habían pasado ya varios meses desde que Maddie y yo habíamos comenzado a salir. Desgraciadamente la relación se hacía cada vez más tediosa y monótona. Maddie se hacía cada día más famosa y exitosa, por otro lado yo me alejaba de ese mundo a toda velocidad.

Ella ahora era el rostro en la portada de importantes revistas, jurado en un programa de baile en televisión, actriz, modelo, entre otras cosas. Apenas tenía tiempo para mí, pocas veces al mes tenía tiempo para verme, pues el resto del tiempo se la pasaba viajando de Los Angeles a Nueva York y viceversa.

Todo parecía haber cambiado. Ella estaba más fría que nunca, pero al mismo tiempo mucho más fuerte y poderosa, ya no era frágil. Parecía que ya no necesitaba de mí para protegerla, o para apoyarla, ahora podía hacerlo todo sola y yo me sentía como un estorbo.

Terminé por renunciar al baile, pues me aburría. Gracias a Brandon no nos devolvimos a Arizona, pues el permaneció en el estudio de baile. Decidí por concentrarme en mis estudios y otras actividades en las que era bueno, pues debía pensar en mi futuro, y solo me faltaban dos años para ir a la universidad.

Maddie llegó un día de sorpresa a mi casa, no habíamos hablado en días, lo único que sabía de ella era que estaba en Nueva York modelando para una revista. Yo me encontraba sentado en mi cama tocando la guitarra, pero la deje en cuanto vi a la bella chica aparecer por mi puerta. Sin embargo no dije ninguna palabra, me quedé algo sorprendido.

— ¿No estás feliz de verme? — Me preguntó sentándose sobre mis piernas, para luego depositar un dulce beso en mi mejilla.

— Sí, claro que sí. — Le sonreí. — Pensé que te habías olvidado de que tenías un novio, no me haz respondido los mensajes en esta última semana.

Ella suspiró cansada y se levantó. — No he venido aquí a discutir, Hunter. — Se cruzó de brazos en frente de mí. — ¿Podemos olvidarlo y salir a divertirnos?

— Está bien. — Me levanté de la cama y acaricie su mejilla. — Me daré una ducha corta antes, ¿quieres acompañarme? — Bromeé.

Ella me lanzó un cojín en el rostro acompañado de una carcajada. — Solo apresúrate.

Luego de unos veinte minutos ya estaba listo, así que salimos de casa. Sorprendí a Maddie con que finalmente había conseguido mi licencia para conducir, y mi abuelo me había regalado su vieja camioneta, pues había comprado un auto nuevo. Ella siempre solía preguntarme cuando la iba a poder llevar a donde ella quisiera en mi propio auto, y ahora le había dado la respuesta.

Terminamos en un mirador que se encontraba en una bella colina, luego de pasar por varios lugares de comida para llevar. Allí estábamos los dos solos recostados sobre la parte trasera de mi camioneta, acompañados de un bello atardecer y una hermosa vista de toda la ciudad.

— Te extrañé. —Le confesé mientras tomaba su mano.

— Y yo a ti. — Me miró directo a los ojos. — Lamento no responderte, he estado muy ocupada. — Se disculpó.

— Lo entiendo. Es solo que cuando te marchas por varios días y no respondes me hace recordar a cuando estabas en Florida, ya sabes...

— En rehabilitación. — Me interrumpió yo me limité a asentir. — No es sano para ninguno de los dos recordar eso, Hunter.

— Lo sé, pero a veces es inevitable. — Acomodé un mechón de su cabello hacia atrás. — Bueno, no importa, ya estás aquí conmigo.

Ella asintió y se acercó a mí, rompiendo la distancia con un intenso beso en los labios. — No me marcharé en un largo tiempo, lo prometo. — Dijo apenas separándose de mí, para luego continuar con el besuqueo.

FRAGILEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora