Capitulo 11

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Golpe tras golpe es lo que recibían los hombres de Dereck. Después de que Agnese ingresará al hospital, Theo y Alonzo habían dejado vivos a dos de ellos. Y ellos no habían dudado ni un momento en decírmelo. Sólo espere a que atendieran a Agnese y salí en busca de esos hijos de puta.

Uno de ellos había hablado, pero no lo suficiente. Sólo decía que yo había comenzado esto cuando fui en busca de los hombres del bar, pero yo no tenía ni puta idea de lo que hablaba. No recordaba nada, pero sabía que había hecho algo grande.
Pero ya no importaba nada, ellos iban a pagar por el daño que le habían provocado a Agnese, ella era inocente y la habían jodido de la peor manera, orillandola a matar.
Su herida fisica no se comparaba con la que crecería en su consciencia. Había matado a alguien y eso le quitaba de a poco su humanidad. Eso la iría consumiendo.

Un grito desgarrador hizo que saliera de mis pensamientos. Mire al frente y vi lo que ocurría. Zac tenía en su mano un cigarrillo y lo había apagado en la piel del pobre hombre que yacía colgado. Justo en su mejilla izquierda la piel se había quemado.

Una sonrisa burlona apareció en mi rostro, mis nudillos estaban manchados de sangre. Los sentía arder pero no era nada comparado cuando vi a Agnese caer.

Me acerque a los dos hombres e hice tronar mis dedos. Estaba preparado para una segunda ronda.

-Cuando viví en México aprendí un millón de maneras para matar a las personas, va desde golpes a puño limpio, hasta enterrar sus pies en cemento y tirarlos al mar, río o algo que tenga una gran cantidad de agua. Si empleo ese método con ustedes morirán lentamente, desearan que los hubiera matado con una bala entre ceja y ceja. Pero la idea de verlos retorcerse como gusanos pidiendo perdón, pidiendo que los saque de ahí me parece increíble. Y además bien dicen que si no hay cuerpo, no hay delito.

Me acerque a ellos y me miraron con miedo.

Sonreí engreído, sabía lo que provocaba en este tipo de personas.

Hice una señal para que uno de mis hombres se acercaran con moldes y un poco de cemento.
Los dejo justo debajo de los pies de los tipos. Ellos comenzaron a forcejear con las cadenas que los tenían prisioneros.

-Hazlo.-H, el mejor hombre que tenía dentro de esta mierda comenzó a rellenar los moldes con cemento.
H, era mi mejor hombre, era un mexicano de 2 metros, él conocía a Jason. Conocía a toda la familia. Él cuidaba de mi en México. A pesar de que era mayor que yo me obedecía en todo, y me respetaba así como yo lo hacía con él, él era algo así como mi mano derecha. Fue de gran apoyo desde hace tres años. Y me seguía siendo fiel a pesar de todo.

Le hice una señal a otros chicos para que bajaran a los pobre hombres.

-Tienen tres segundos para correr, eso lo hará más interesante.- los chicos soltaron a los dos hombres y ellos no dudaron en correr. Comence a reír cual enfermo mental, Theo me miro divertido y le hizo una señal a Alonzo para ir por ellos.
Comenzaron a correr tras ellos, me quede mirando como jugaban al gato y al ratón, en mi mente aparecieron un millón de escenarios en cuanto viera a Agnese. No sabía que pasaría después de esto, y sinceramente no saberlo me tenía con un nudo en el estómago, tenía miedo, miedo de que ella me odiara, miedo de que se alejara de mi lado.

Oí las risas de los chicos y los quejidos de esos pobres idiotas. Theo aventó a un tipo al suelo y este se quejo de dolor. El otro pobre hombre sólo miraba la escena con miedo. Algo en mi pecho se lleno de ira, él ahora tenía miedo, pero no lo tuvo cuando nos ataco a Agnese y a mi en ese maldito hotel. Murieron personas inocentes y a esos bastardos no les importo.
Tenía que acabar con esta mierda e ir al hospital, así que me acerque a el chico que estaba en el suelo y lo tome del cuello, mi puño impacto en su rostro y sentí como su nariz se movía de su lugar, soltó un gemido de dolor. Yo reí. Lo seguí golpeando hasta que el pobre hombre se desamayo, hice una señal a Hugo y el río divertido, tomo al tipo cual saco se papas y lo llevo a otro lado de la habitación.
El siguiente hombre se quiso alejar de mi, demasiado tarde, Theo y Alonzo lo tomaron de los brazos y yo no perdi oportunidad, comencé a golpearlo. Él no llego al punto de perder el conocimiento pero le costaba mantenerse en pie.
Hugo volvió, tomo al otro chico y se lo llevo donde estaba hace unos momentos.
Me acerque al baño que se encontraba ahí y lave mis manos y mi rostro, el sudor corría por mi frente y mis manos tenían suciedad y sangre, toma una bocanada grande de aire y estaba listo. Salí del baño y los chicos ya tenían las camionetas listas, subi con ellos.

...
Una hora y media aproximadamente de viaje y estabamos en el muelle, estaba solitario así que las cosas serían más sencillas, Hugo bajo y con ayuda de otro chico bajaron a el tipo que seguía inconsciente o tal vez estaba muerto, no me importaba. Nos acercamos a la barandilla del muelle y ahí lo dejaron, fueron en busco del otro, Theo y Alonzo se acercaron a mi y me miraban divertidos, aunque no veía la diversión en esto. Hugo se posicionó a mi lado y asintió.
Con un sólo movimiento dejo caer a el tipo al agua, él siguiente era el que seguía conciente, comenzó a moverse y gritar. Reí y entonces yo lo deje caer también.

-Por Agnese.-dije mientras veía como los cuerpos de ambos hombres se hundían sin posibilidad de salir.

Di la vuelta y emprendimos el viaje hacia el hospital, Agnese me necesitaba y tenía miedo.

...

Llegamos al hospital justo en el momento que el doctor salía a hablar sobre el estado de mi chica, él había dicho que la bala casi había tocado el pulmón y que era una suerte que no hubiera ocurrido eso, Agnese estaba delicada por la perdida de sangre pero pronto estaría mejor, ahora estaba en el área de cuidados intensivos sólo porque la querían tener en observación. Nos dejarían pasar pero sólo cuando despertara.

Estaba ensimismado en mis pensamientos hasta que mi padre se acercó a mi.

-Desperto y quiere verte.-dijo en un susurro, yo asenti. Una enfermera me esperaba para llevarme donde ella y la seguí.

Me llevo por un largo pasillo y me pidio que me pusiera la ropa esterilizada, yo acepte, en estos momentos era como un robot que sólo seguía órdenes.

Cuando estuve justo frente a la puerta, la abrí y la realidad me golpeó fuerte, ella estaba ahí tendida a la cama, con una máquina a su lado que controlaba su ritmo cardíaco, tenía una bolsa de suero y estaba blanca como el papel, el color en sus mejillas que yo tanto amaba se había ido.

Sus ojos y los mios conectaron y mi corazón se oprimio, sus ojos se llenaron de lágrimas y casi corri para abrazarla, tome su rostro con cuidado y la bese, ella correspondio mi caricia con la misma intensidad que yo.

Sus lágrimas mojaban todo su rostro. No sabía cuanto tiempo había pasado, pero no podíamos dejar de besarnos. La sostuve entre mis brazos mucho tiempo, tanto que ella se durmio en ellos. Me acomode a su lado y por fin pude respirar con tranquilidad.

Duncan.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora