Prólogo

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Prólogo:

Vivo en Konoha desde que tengo memoria.

Recuerdo perfectamente que era en un pequeño apartamento a menos de seis casas de Ichiraku Ramen, por lo que casi todos los medio días iba a almorzar allí junto a mis padres o mi madre, en caso de que mi padre tuviera demasiado trabajo.

Era única hija. Y sí, siempre quise tener un hermano o hermana menor, pero no se me pudo ser concebido. Después de mi nacimiento mi madre quedó estéril. Pero, si les tengo que ser sincera, tampoco estaba nada mal el ser la princesa de la casa. Todos los regalos, cenas especiales y salidas eran para festejarme. Mis padres usaban cualquier pretexto con tal de que saliéramos al menos una noche a la semana en familia para pasear por Konoha.

Mi madre, de nombre Aoi Aki, era una mujer de gran belleza y un enorme corazón. No había mejor madre ni persona que ella en todo el mundo shinobi. Trabajaba en una tienda de armas en el sur de Konoha. Yo solía acompañarla, pues su jefa casi siempre me regalaba alguna cosilla para entrenar, la cual yo cuidaba como si fuera un tesoro. Todas las tardes, al finalizar su horario de trabajo, paseábamos por el centro y hacíamos las compras para la cena. Nunca la vi como una persona que le gustara mucho pelear, ya fuera simplemente para entrenar o defensa. Era una mujer pacífica y prefería arreglar los conflictos con palabras, a diferencia de mí, que siempre fui tan impulsiva como mi padre.

Tawada Aki era mi padre. Un ANBU fuerte, respetable y de honor. Él siempre fue mi confidente en cada travesura, jamás dijo palabra a mi madre las veces que le llamaron desde la academia porque me había peleado con alguien. Le debo mucho. Mi padre era el encargado de entrenarme y enseñarme técnicas especiales, siempre y cuando mi madre no supiera nada, ya que no le gustaba. Yo era su princesa. Él y mi madre me dieron todo lo que estaba a su alcance y eso es algo de lo que les estaré eternamente agradecida. A pesar de que me consentía (no mucho, pero bastante), nunca me permitió ir con él a una misión. Sin importar que llorara, me tirara el piso o le rogara de rodillas, la respuesta siempre era la misma: No. Él me protegía, no excesivamente como muchos padres hacen, pero lo hacía. Miles de veces, cuando yo le preguntaba por qué había elegido ser ANBU y no trabajar como mi madre o simplemente ser un Jōnin, me respondía:

–"La pregunta no es por qué, sino por quién. Tú y tu madre son las personas más importantes de mi vida. Hija, prométeme que jamás olvidarás que lo más importante no es ser fuerte, pues la fuerza no sirve de nada si es que a nadie se protege..."

Mis padres dejaron grabadas en mi mente y corazón miles de enseñanzas que jamás olvidaré.

Gracias a ellos fue que tome una decisión de la que jamás me arrepentiré. Cumplir la última voluntad de una mujer antes de su muerte.

–"Prométeme que lo cuidarás y jamás lo dejarás solo. Que estarás a su lado sin importar qué. Y le darás todo el amor que yo no pude darle..."

Espero que algún día puedas perdonar mi traición.

Sepas que todo lo hice por tu bien. Por protegerte.

Yo cumplí mi promesa.

Ahora es tu turno y solo quiero que jures...

Que me olvidarás.


Aiko de la Hoja || Naruto || Libro #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora