Capítulo 7

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|| Capítulo 7 ||

Desperté muy temprano. Bastante.

Cuando abrí mis ojos, lo primero que me encontré fue un pequeño durmiendo todo desparramado sobre la cama junto a mí. Las sábanas estaban revueltas y tenía una pierna colgando. Así era Naruto. Un desastre hasta en sueños.

–Naru... to –Lo llamé, jalando de su pierna. Al ver que no parecía siquiera demostrar señales de vida (solo sus estruendosos ronquidos resonaban en toda la habitación), me levanté y comencé a zarandear su hombro–. Vamos, Naruto, arriba. Debes ir a la academia.

–Cinco... días... más. –murmuró entre sueños, dándome la espalda.

Suspiré, mientras que con una mano restregaba mis ojos. Todos los días despertar a Naruto era el mayor reto. Lo peor era que siempre pasaba algo distinto. Se despertaba de repente y me pisaba al bajar a las apuradas de la cama; gritaba tan fuerte que me rompía los tímpanos; me daba una patada para que lo dejara dormir; o simplemente se enfadaba conmigo por haberle arrojado un vaso de agua.

Al volver a repetir que debía despertar para ir a la academia, abrió sus ojos lentamente y me sonrió. Me tomó por sorpresa. Era raro, muy raro, que Naruto despertara feliz para ir a la academia, siendo que le gustaba poco y nada estudiar.

Para ese entonces él era un chiquillo de diez años. Yo, que le llevaba siete años, ya era casi una adulta. A los catorce abandoné la casa de mi tío Takeshi para mudarme junto a Naruto. No soportaba más estar viviendo con ellos, que ni como su sobrina me trataban, y Naruto me ofreció vivir que con él. Acepté.

Después de que salir del baño, fui hasta la cocina. Naruto ya estaba sentado comiendo su ramen. Miré a mí alrededor y tuve ganas de gritar. Todo el departamento estaba hecho un asco. Ropa tirada, envases de ramen instantáneo vacíos por el piso y no quería saber nada de cómo estaría el cuarto de Naruto.

–¿Otra vez comiendo eso? –Pregunté enarcando una ceja, él asintió con la boca llena de ramen–. Deberías dejar de acostumbrarte tanto y comer otras cosas.

No me hiso caso y continuó comiendo. Al no querer comenzar una discusión, me puse a cocinar un poco de arroz blanco. Realmente no tenía muchas ganas de cocinar, así que opté por la opción más sencilla.

–¡Ya me voy, nos vemos! –se despidió Naruto desde la puerta y luego oí como la cerraba de un golpe.

"Uno de estos días me tira la puerta abajo..."

Para cuando Naruto regresó de la academia, yo ya había limpiado todo. No estaba sumamente reluciente, pero quedó presentable. Solo esperaba que durara así por lo menos hasta el día siguiente, porque con Naruto en casa era casi imposible mantener algo en orden por más de dos minutos.

–¿Cómo te ha ido? –le pregunté, dejando sobre la mesa la bandeja de té y ofreciéndole una taza.

Él la aceptó gustoso. Había vuelto muy feliz. Me contó lo mucho que había avanzado ese día. Tuvo un par de peleas con ese niño Sasuke (me había enterado, un par de días después de mudarme con Naruto, que su hermano había asesinado al clan entero). Yo no lo veía tan malo como él decía. Hubo veces que intenté invitarlo a casa para que se llevasen mejor con Naruto, pero siempre las rechazó. Era... un niño solitario.

–Oh, sí. Sasuke es... muy malo. –dije tratando de calmar a Naruto, pues cada vez se quejaba más y más.

–Por cierto, Aiko –dijo Naruto, cuando ya parecía estar olvidando un poco lo sucedido con Sasuke–. ¿No estás muy sola aquí? Sales a la aldea pocas veces y no tienes amigas. Incluso creo que a tu edad ya deberías tener un novio.

Me quedé callada. En cierto modo tenía razón. Salía a la aldea a comprar o de paseo con Naruto, nunca a una salida con chicas de mi edad. Mis compañeros de equipo de cuando era niña ya habían hecho sus propias vidas y ya no tenían tiempo como para estar saliendo de fiesta con una chiquilla como yo (me llevaban casi tres años). Tampoco tenía novio. Naruto había intentado más de una vez encontrarme uno, pero todas las veces acabaron mal.

–Estuve pesando –volvió a hablar, revolviendo con una cuchara la taza– que tal vez encontré a la persona indicada.

–¿Ah, sí? –por el tono en que lo dije soné vagamente interesada, aunque algo de curiosidad me daba.

Naruto asintió.

–Sí –dijo–. Es joven, tiene un buen empleo, una paciencia infinita y, además, es muy atractivo...

Asentí. Estaba escuchando lo que decía, pero poco me importaba. No me malinterpreten, yo amaba muchísimo a Naruto, pero ya cuando tocaba el tema del amor prefería ignorarlo. No me gustaba hablar de eso.

–... Y, por cierto, les he programado una cita. –completó.

–Ah, bien.... –le di un sorbo a mi té, pero luego lo escupí–. ¡¿Qué has hecho que?!

Él rió nerviosamente, mientras rascaba su nuca. Puso ambas manos delante de él e intentó mantenerme en calma.

–Je, je. No te enfades, Aiko –Pidió mirándome con miedo–. S... solo es una p... pequeña cita.

–¡Naruto!

A las 15:30 (hora acordada por Naruto para que me encontrara con una persona que desconocía), yo me encontraba en la tienda. Llevaba el canasto en mi brazo izquierdo, mientras que con la mano libre leía la lista. Ese día cometí el gravísimo error de permitirle a Naruto escribirla. La mayoría de las cosas que figuraban en ella eran ramen instantáneo y golosinas, así que tuve que arreglármelas para recordar qué cosas hacían falta en la casa. Caminaba con los ojos pegados en la lista por el pasillo de la higiene. Naruto necesitaba un champú especial para su cabello (ese pequeño engreído había anotado hasta la marca). Me detuve por un segundo antes de doblar para el pasillo de congelados, cuando me choqué fuertemente contra el hombro de alguien. Me hiso soltar la canasta y mis compras cayeron.

–¡Fíjate, basura huma...! –Callé de inmediato–. ¡Iruka-Sensei, lo siento!

–¿Huh? Oh, Aiko, eres tú –dijo–. Lamento haberte tirado tus cosas. Déjame ayudarte... –se agachó para ayudarme a juntar las cosas–. ¿Haciendo las compras?

–Más bien, escapando de los intentos de Naruto por conseguirme pareja. –Suspiré.

Iruka se detuvo y me miró enseguida. Su rostro comenzó a tornarse rojo.

–Pues Naruto... –comenzó a decir.

Aiko de la Hoja || Naruto || Libro #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora