Capítulo 8

715 98 9
                                    

|| Capítulo 8 ||

Después de ingresar al apartamento, cerré la puerta detrás de nosotros. Indiqué a Iruka que colocara las compras en la mesa. Luego le agradecí por la gran ayuda que me había dado.

–No fue nada –respondió haciendo un ademán–. Además, tenía planeado pasar por aquí... ¡Para ver a Naruto, claro! D... digo... no es que no quisiera verte a ti... a los dos...

Fue interrumpido por una estruendosa carcajada que se oyó desde la habitación continua a la cocina. La de Naruto. No pasó mucho tiempo para que el chiquillo travieso con el que vivía hiciera su aparición donde nos encontrábamos. Tenía una sonrisa llena de picardía en su rostro y llevaba sus manos detrás de la espalda, aunque no ocultaba nada.

–Buenos días, Iruka-Sensei –saludó llevando sus ojos de él a mí repetidas veces, como si estuviera intentando insinuar algo–. Así que acompañaste a mí... hermana de compras. ¿Cómo les fue? ¿Ya se besaron o qué?

Mis ojos casi se salen de sus órbitas ante su pregunta. Coloqué ambas manos delante de mí y bajé mi mirada al suelo, sintiendo el calor ascender a través de mi rostro. Iruka no se encontraba en una situación muy diferente a la mía; él rascaba su nuca y desviaba su mirada hacia la pared.

"Pacífica como mamá... pacífica como mamá..."

Cerré mis ojos y apreté con más fuerza mis manos.

–... Tardaron mucho tiempo en regresar –Prosiguió entre risas–. Oye, Aiko, estás un poquitín despeinada. ¿Qué han estado hacien–

Naruto cubrió su boca con ambas manos mientras sus ojos se cristalizaban. Mi puño permaneció en el aire.

–¡¿De dónde es que sacas esas cosas, pequeño pervertido?! –grité de forma histérica, espantando a Iruka y haciéndolo retroceder–. ¡No te he educado durante estos años para que seas así! ¡Tu actitud me decepciona!

Él dio media vuelta y se marchó corriendo a la habitación, sus sollozos no tardaron en oírse. Fue entonces cuando abrí mis ojos. Vi mi puño levantado a la altura de la cabeza de Naruto y unas gotitas de sangre en el suelo (cuando lo golpeé hice que se mordiera la lengua).

–Oh no... –murmuré con mi cuerpo parcialmente congelado por el pánico–. ¡Me he pasado!

Iruka pasó suavemente su mano por mi espalda, en un intento por calmar mi llanto. Le pedí que se marchara, sin apartar mis manos de mi rostro. Él a duras penas se fue, no sin antes decirme:

–Si bien es un niño, debe aprender que para todo hay un límite.

Cuando oí la puerta cerrarse, me levanté y corrí hasta su habitación. Golpeé la puerta débilmente, mientras las lágrimas caían por todo mi rostro, mojando mi camiseta. Naruto no respondía.

–N... Naruto... –dije apoyando mi puño en la puerta–. Naruto, lo siento. No debí golpearte de esa forma, en verdad lo lamento. Yo misma me decepcioné por mi actitud. Prometo nunca volver a tratarte de esa forma, solo si tú me prometes que te comportarás bien –tras un rato de silencio decidí volver a hablar–. Estaba pensando en que fuéramos a Ichiraku Ramen a comer esta noche, ¿qué dices?

La puerta se abrió. Esperaba que Naruto dijera: "¡Claro, vamos!", pero él... se tiró a mis brazos y pidió perdón. Lloró. Lloré. Ambos lloramos. Pero estábamos felices. Juntos.


Aiko de la Hoja || Naruto || Libro #1 ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora